Elevación del estatus de la mujer (parte 4 y 5): Iguales pero diferentes

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Descripción: Conferencia islámica acerca de cómo el Islam eleva el estatus de la mujer. Parte cuatro: Aunque hombres y mujeres son iguales en su humanidad y espiritualidad, el Islam enseña que son diferentes en sus roles de vida.

  • Por Ali At-Timimi
  • Publicado 17 Jan 2011
  • Última modificación 17 Jan 2011
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Entonces, encontramos en el versículo mencionado en la parte anterior que el contrato social entre hombres y mujeres, como individuos en la sociedad, es igual, ya que ambos buscan cumplir el objetivo más noble –ordenando aquello que es correcto, prohibiendo aquello que es perjudicial– y que comparten los dos actos mayores de adoración, que son la oración y dar en caridad. Comparten las creencias y obedecen a Dios y al Profeta Muhammad, que la paz y bendiciones de Dios sean sobre él; y, de igual manera, comparten la recompensa de recibir la Misericordia de Dios al final. Esto es un concepto muy  importante, que está en contradicción a lo que es hoy la tradición occidental. Y es, como lo mencioné antes, resultado de la posición extrema inicial de los filósofos griegos, de que las mujeres no comparten la humanidad. Como resultado de esta posición extrema salió otra posición extrema –al menos los musulmanes la consideran extrema– y es que no existe ninguna diferencia entre hombres y mujeres. 

Por consiguiente, la idea de tener género es un concepto que no es usado en un sentido biológico para hombres y mujeres, sino que el entendimiento hoy es que define los rasgos que delimitan la masculinidad y la feminidad, los rasgos sociales y demás son determinados por la crianza, la cultura y el medio ambiente, y que no hay una diferencia inherente en la forma en que los hombres y mujeres piensan o actúan o de lo que están hechos y demás. Y esta es la razón del por qué usan el término “género”.

Esta posición extrema es el resultado de la posición extrema inicial que ocurrió hace 2 000 años, cuando los griegos dijeron que las mujeres no poseían humanidad. Y como resultado de este proceso de 2 000 años, ahora llegamos al otro extremo –al menos esto es lo que los musulmanes dirían–, este extremo es que los hombres y las mujeres son iguales, que no existen diferencias.

El Islam, sin embargo, afirma que los hombres y las mujeres comparten la misma esencia humana, pero también afirma que los hombres y las mujeres son diferentes. Pero, ¿esta diferencia significa que los hombres son inherentemente buenos o que las mujeres son inherentemente malas? No. Y es por esto que cuando miramos uno de los versículos del Corán que nos ilustra sobre este aspecto, Dios nos habla de Su creación y de cómo el día y la noche son beneficiosos, y luego nos informa que Él creó al hombre y a la mujer. Luego, inmediatamente nos informa cómo los seres humanos deciden obedecerlo o desobedecerlo, algunos se esfuerzan por hacer lo que es beneficioso, otros por lo perjudicial. Pero, ¿cuál es el ejemplo aquí? Dios menciona el día y la noche y luego menciona al hombre y a la mujer. Lo que se entiende es: sí, la noche tiene un propósito, y siempre encontrarás en el Corán, versículo tras versículo, que la noche tiene una sabiduría tras de sí. Y también le dice a la humanidad que si hubiera existido sólo la noche y no hubiera existido la luz del sol, la vida como la conocemos no existiría en la tierra. En este contexto, los científicos nos informan que si no fuese por la luz solar nuestros cuerpos no funcionarían correctamente, sin mencionar que las plantas no podrían sobrevivir sin ella ni, por ende, la vida humana en el planeta. Y de la misma manera, detrás del día hay sabiduría. Pero, ¿podríamos argumentar y decir que el día es bueno y la noche mala? No. Del mismo modo, el hombre y la mujer tienen sus roles. ¿Acaso alguien puede decir que el rol del hombre es inherentemente bueno o el rol de la mujer es inherentemente malo? No. ¿O alguien puede decir lo opuesto a esto –que el rol de la mujer es inherentemente bueno o el role del hombre es inherentemente malo? No. Pero ambos tienen un rol.

Este es el argumento principal entre el pensamiento occidental y la creencia islámica. El pensamiento occidental básicamente aceptó –excepto por algunos rincones de pronto en el Vaticano o algo así– que el hombre y la mujer comparten su humanidad y que son iguales. Los musulmanes han creído esto durante 1 400 años. Pero la diferencia es que en el pensamiento occidental, como reacción a la idea inicial de que las mujeres no comparten plenamente la humanidad, el argumento es que los roles de hombres y mujeres en la sociedad sólo se definen por la cultura, el medio ambiente y la educación, por lo que realmente no existe un verdadero rol para los hombre ni un verdadero rol para las mujeres, y que esto se puede cambiar si sólo le enseñamos correctamente a la sociedad. Pero en el Islam hay un rol definido para los hombres y un rol definido para las mujeres. ¿Quién es el que define esta función para los hombres y las mujeres? Su Creador. Esta es la principal – si desea utilizar el término filosófico, a pesar de que es un término impreciso en este sentido; pero lo queremos utilizar por la falta de un término mejor– diferencia filosófica, ideológica o teológica entre los dos argumentos opuestos.

Ahora, dicho esto, es importante entender que cuando el Islam le dio estos roles a hombres y mujeres por igual, designó responsabilidades iguales a las obligaciones de ambos. Les daré un ejemplo para ello: el Islam dice que las mujeres son por naturaleza maternales, no por tradición cultural o sistema sociológico, si no que inherentemente son mejores proveyendo y cuidando a los hijos. Existe aquí un vínculo más allá de la tradición, un vínculo psicológico que es más que una simple tradición de los seres humanos. Como resultado de esto, se ha puesto mayor responsabilidad sobre las mujeres con respecto a los hijos que sobre los hombres. 

Al mismo tiempo, las obligaciones que tienen los hijos con respecto a la madre en el Islam son mayores que las que tienen con respecto a los padres, y es por esto que cuando el Profeta Muhammad fue preguntado por uno de sus compañeros: “¿A quién le debo mayor cuidado y atención?” El profeta respondió: “A tu madre”. Luego, el hombre preguntó una segunda vez, y el Profeta respondió: “A tu madre”, y una tercera vez, y de nuevo respondió: “A tu madre”; y luego una cuarta vez, y recién  respondió: “A tu padre”.

De la misma manera, en el Corán encontramos que le dice al ser humano que su madre lo cargó con dificultad, haciendo referencia al parto y otras dificultades del embarazo y la crianza, y luego lo alimentó por dos años, amamantándolo; y nos dice que seamos amables con nuestros padres y nos recuerda a nuestra madre primero que a nuestro padre.

El punto es que, aunque ha definido un rol de la mujer con los hijos que es diferente al rol del padre, al mismo tiempo le da a la mujer el honor y el respeto de sus hijos que es mayor al que reciben los padres. Los padres reciben su honor y respeto, no es que estén fuera del panorama, pero es dado de acuerdo a su grado de responsabilidad. De la misma manera, porque la madre inherentemente –no sólo por tradición cultural– tiene algo que hace el vínculo más fuerte, entre ella y su hijo, que los hombres. Ella recibe un mayor respeto y honor de su hijo y, al mismo tiempo, se le exige una mayor obligación.

Sólo cito esto como ejemplo para mostrar que, mientras el Islam reconoce la diferencia entre los sexos, no acepta el concepto de que el género es solo un asunto de crianza o tradición cultural, porque existen diferencias inherentes en los hombres y mujeres y es un resultado de esto las obligaciones y responsabilidades de cada uno de los sexos. De este asunto podemos concluir otro, y es que, aunque los hombres y las mujeres son diferentes, no están en contraposición el uno del otro –que es la base de muchos pensamientos occidentales, y en especial de la tradición feminista– ni que existe una lucha entre hombres y mujeres, “una lucha de sexos”, como es dicho popularmente. Esto no existe en el Islam. Los hombres y mujeres trabajan en tándem, tal como la noche y el día, y se vive de noche y de día. No se puede vivir sólo de noche, y no se puede vivir sólo de día; del mismo modo, los hombres y las mujeres no están en contra el uno del otro, no se enfrentan entre sí, sino que comparten el mismo objetivo, el propósito mismo de ser, la misma humanidad. Tienen roles diferentes, pero esos roles se complementan y se necesitan mutuamente para el éxito de la humanidad, no solamente en este mundo, sino que también –obviamente, como los musulmanes creen en la vida del más allá– en la vida después de la muerte, lo cual es el objetivo final de los musulmanes.

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