Clinton Sipes, Ex-Cristiano, USA (parte 1 de 2)

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Descripción: Una vida de odio, crimen y violencia cambia por una de paz y fe. Parte 1: Vida temprana.

  • Por Clinton Sipes
  • Publicado 10 Nov 2008
  • Última modificación 17 Nov 2008
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Pobre Mejor

El Comienzo: Las Primeras Pruebas en la vida de Clinton Sipes

Crecí en una familia disfuncional, asentada en la atmósfera del alcoholismo, abuso físico y emocional provinentes de mi padre. Sin una figura paterna positiva, básicamente mi comportamiento era antisocial y me inclinaba hacia la violencia.

Comencé a imitar a lo que había estado expuesto, este proceso de imitación comenzó inconscientemente. Afectó mi relación con mis hermanos mayores, mis compañeros, profesores hasta con los animales. ¡Nada quedaba afuera del sádico desahogo de un alma atormentada con enojo y rabia!

A los 13 años, me empecé a relacionar con niños de las mismas características, pero al no ser como yo, rápidamente me aburrí de ellos. Empecé a relacionarme con personas más grandes quienes apreciaron mi voluntad de participar sin reservas en cualquier cosa que fuera llevada a cabo con alcohol, drogas, crimen, violencia y racismo. El periodo del reformatorio (cárcel de adolescentes) comenzó, y el medioambiente también me formó, refinando la inclinación al crimen en su totalidad. La violencia y el racismo se agudizaban… un ambiente de negatividad que alimentó mi creciente rabia y odio hacia la autoridad, los negros, judíos y asiáticos. Después de 3 años de esto (periodo del reformatorio) me dejaron libre. Era una granada andante.

Buscando un punto donde descargar esta rabia me comencé a relacionar con grupos de racistas paramilitares. Participé en regulares asaltos y varias actividades criminales. A los 16, me encontré encarcelado sirviendo una sentencia de 6 años y medio en la Correccional de Menores de California por robo, asalto y portación de armas. Inmediatamente me sentí en el mismo Escalón de las bandas de “supremacía Blanca” y cultive mi cólera y enojo en “odio” puro hacia las personas que no eran “anglosajonas”.

Comenzó mi correspondencia con el KKK, y cuando salí bajo custodia, llevaba la imprenta de odio. En los siguientes 3 o 4 años, mis actividades en el clan implicaron el cruce de fuego, apariciones en el medio, asaltos nocturnos de palizas, profanación de propiedades, etc. Mi libertad condicional fue violada por posesión de armas y sospecho de robo.

Búsqueda de Paz: Adolescencia

Esta última violación de la libertad condicional, a los 20 años, comenzó la búsqueda por la paz. Tuve tanta colera y odio dentro de mí por tantos años, que me estaba consumiendo de adentro hacia afuera. Ataqué al staff de la prisión por odio. Escribía cosas acerca del enojo y el odio, graffitis, dibujos que cubrían las paredes de mi celda y tatuajes que cubrían la mitad de mi cuerpo. ¡No estaba explotando sino, implosionando!

En un ataque de ira y odio, me encontré a mi mismo desnudo en reclusión con nada más que un colchón. Solo yo y una taza de espuma de poliestireno. Comencé a revisar mi pasado y las cosas negativas que me llevaron a ese punto de reducción a los más bajos términos.

Mientras estaba allí nació mi hija. Comencé a evaluar mi futuro. Comencé a pensar en las vidas de las víctimas a las cuales había afectado. Me veía en prisión de por vida si este pasado continuaba en el futuro. Me dije a mi mismo, “¡Clint, debes elegir entre este Diablo o un buen futuro! Era claro que no había futuro (de longevidad) en esta maldad. Mi familia – madre, novia, hermanos – me tenían miedo. Comencé a alejarme de ellos. Comencé a buscar la pureza para purgar el cáncer de odio dentro de mí. Quería ser amado y amar en el sentido más puro. No quería “odiar” mas.

Me mudé a Montana y fui arrestado por robo. Fui sentenciado y serví 2 años y medio de una sentencia de 5 años, y fui dejado en libertad condicional, la cual completé exitosamente.

Me comencé a unir con grupos de derechos humanos e inicié mi propio grupo de derechos humanos, C.H.E.R.E. (Niños escapando del ambiente racista). Mi meta era llegar a los niños para ayudarlos a escapar de las circunstancias que me abrumaron en algún momento a mí. Quería dejar atrás lo que fui, pero todavía estaba envuelto en el crimen. Tomé posesión de armas y fui arrestado por el gobierno federal y sentenciado a 35 meses en la prisión federal.

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