Kristin, Ex-Católica, USA (parte 1 de 2)

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Descripción: Una ex cristiana habla de las cosas que veía como ilógicas en el cristianismo y su interés por el judaísmo.

  • Por Kristin
  • Publicado 29 Jun 2009
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Mi búsqueda por una religión comenzó en el colegio secundario cuando tenía 15 o 16 años. Estaba involucrada con un grupo de gente no muy buena a la que consideraba mi grupo de amigos, pero al tiempo me di cuenta de que no lo eran. Vi la dirección a la cual apuntaba sus vidas, y no era buena. No quería que estas personas afectaran mi futuro, entonces me distancié completamente de ellos. Fue difícil al comienzo porque estaba sola sin amigos. Comencé a buscar algo a lo cual asociarme y para basar mi vida en eso… algo que nadie pueda utilizar para destruir mi futuro. Naturalmente, comencé a buscar a Dios. Sin embargo, darse cuenta quien es Dios, cual es la verdad y cual no, no es algo fácil. ¡¿Cuál era la verdad entonces?! Esta era mi pregunta principal cuando comencé mi búsqueda en la religión.

En mi propia familia, hubo muchos cambios de religión. Mi familia tiene judíos y algunos cristianos, y ahora, Alhumdulilah (toda alabanza se debe a Dios) también musulmanes.

Cuando mi madre y mi padre se casaron, sintieron la necesidad de decidir en que fe criar a sus niños. Como la iglesia católica era realmente la única opción para ellos (nuestro pueblo tenia solo 600 habitantes) los dos se convirtieron al catolicismo y nos criaron a mi y a mi hermana como católicos. Volviendo a las historias de conversión de mi propia familia, parecen ser todas conversiones por conveniencia. No creo que realmente hayan buscado a Dios, sino una manipulación de la religión como medio para llegar a un fin. Incluso después de todos estos cambios en el pasado, la religión nunca fue de extremada importancia para mi familia. En todo caso, la nuestra era la familia que se ve en la iglesia en las navidades y en las pascuas. Siempre sentí que la religión iba separada de mi vida, 6 días de la semana o vida y un día a la semana para la iglesia, en raras ocasiones cuando iba. En otras palabras, no era consciente de Dios o de cómo vivir de acuerdo a Sus enseñanzas en el día a día.

No aceptaba algunas prácticas católicas que incluyen:

1)    Confesiones a un cura: Pensaba ¿Por qué no confesarme directamente con Dios en lugar de hacerlo por el intermedio de un hombre?

2)    El “Perfecto” Papa. ¿Cómo un simple hombre, ni siquiera un profeta, puede ser perfecto?

3)    La adoración de los santos. ¿No es esto una violación del primer mandamiento? Incluso después de 14 años de asistencia obligatoria a la escuela de catequesis dominical, las respuestas que recibí a estas preguntas y otras fueron: “Solo tienes que tener fe” ¡¿Tendría que tener fe porque alguien me lo dice?! Pensé que la fe se basaba en la verdad y las respuestas necesitan lógica, me interesaba encontrar alguna.

No quería la verdad de mis padres, o amigos, o nadie más. Quería la verdad de Dios. Quería cada idea que yo suponía verdadera, sentirla completamente, con el corazón y el alma. Decidí que si iba a encontrar todas las respuestas a mis preguntas, debía buscarlas objetivamente, y comencé a leer…

Decidí que el cristianismo no era una religión para mí. No tenía nada personal contra los cristianos, pero encontraba que la religión misma contenía muchas inconsistencias, especialmente cuando leía la Biblia. En la Biblia, las inconsistencias con las que me encontraba y las cosas que no tenían sentido eran tantas que sentía vergüenza de no haberlas cuestionado antes.

Como algunos miembros de mi familia eran judíos, comencé a investigar acerca del judaísmo. Pensé que la respuesta podría estar allí. Por lo tanto, por un año investigue el judaísmo, ¡una investigación PROFUNDA! Todos los días intentaba leer y aprender algo (¡todavía se acerca de las leyes judías Kosher!). Fui a la biblioteca y mire cada libro sobre el judaísmo por un periodo de dos meses. En Internet, fui a la sinagoga, hablé con otros judíos de ciudades cercanas y leí la Tora y el Talmud. ¡Incluso uno de mis amigos judíos vino a visitarme desde Israel! Creí que tal vez había encontrado lo que buscaba. Sin embargo, el día que se suponía que iría a la sinagoga para encontrarme con el rabino para posiblemente hacer oficial mi conversión, me arrepentí. Honestamente no se que fue lo que me detuvo, pero me detuve cuando estaba a punto de salir. Sentí que estaba en uno de esos sueños donde intentas correr pero todo se mueve lentamente. Sabía que el rabino estaba allí esperándome, pero ni siquiera llamé para decir que no iba. El rabino tampoco me llamó. Algo faltaba…

Después de darme cuenta de que el judaísmo no era la respuesta, pensé (también después de tanta presión de mis padres) en darle al cristianismo otra oportunidad. Tenía, como dije anteriormente, cierta experiencia en los detalles de mis años de catequesis, pero estaba más preocupada en encontrar la verdad detrás de los detalles. ¿Cual era la belleza de todo eso, cual era la seguridad de ello y como podría aceptarlo lógicamente? Sabía que si iba a considerar el cristianismo seriamente, el catolicismo se encontraba afuera. Fui a cada iglesia cristiana de mi pueblo, luterana, pentecostal, mormona, e iglesias no sectarias. No encontré lo que buscaba, ¡respuestas! No eran las personas las que me alejaban; eran las discrepancias entre las denominaciones las que me molestaban. Sabía que alguna tenía que ser correcta, entonces, ¿Cómo podría elegir la denominación “correcta”? en mi estimación era imposible e injusto que un Dios Compasivo y Piadoso dejara para la humanidad esa decisión tan difícil. Estaba perdida…

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Kristin, Ex-Católica, USA (parte 2 de 2)

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Descripción: Una ex cristiana habla de las cosas que veía como ilógicas en el cristianismo y su interés por el judaísmo.

  • Por Kristin
  • Publicado 06 Jul 2009
  • Última modificación 06 Jul 2009
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A estas alturas estaba tan confundida y frustrada como cuando comencé mi búsqueda. Tenía ganas de estirarle mis brazos a Dios y gritar: “¿Y ahora?” No era judía, no era cristiana; era una persona que creía en un Dios. Pensé en dejar de lado la religión organizada. Solo quería la verdad, no me importaba de que libro sagrado viniese; solo la quería.

Un día estaba leyendo en Internet y decidí tomarme un recreo y buscar un salón de Chat. Note un “Chat religioso”, en el cual por supuesto estaba interesada, entonces entre. Vi un salón llamado “Chat musulmán”. ¿Debería entrar? No deseaba que ningún terrorista tuviera acceso a mi e-mail y me enviara virus a mi computadora, o algo peor. Me imaginé hombres enormes vestidos de negro con grandes barbas entrando por mi puerta y secuestrándome. (Se nota lo que sabía acerca del Islam – ¡Cero!). Pero luego pensé, vamos, esta es solo una inocente investigación. Decidí entrar y noté que las personas del Chat no eran tan terroríficas como yo había pensado que serían. De hecho, la mayoría de ellos se llamaban entre ellos “hermano” y “hermana” ¡incluso si recién se conocían! Saludé a todos y les pedí que me informaran con lo básico del Islam, ya que no sabía nada de ello. Lo que me dijeron era muy interesante y coincidía con lo que yo ya creía. Algunas personas ofrecieron enviarme libros y yo accedí. (Dicho sea de paso, nunca recibí ningún virus y ningún hombre apareció en mi puerta para secuestrarme, ¡excepto por mi esposo pero fui con gusto!)

Cuando Salí del Chat, me dirigí a la biblioteca a investigar cada libro del Islam, como hice con el judaísmo. Ahora si me sentía interesada en lo que leía y aprendía. Antes de llevar a mi casa todos esos libros, quería investigar un poco. Esto era un cambio para mi… los primeros que miré explicaban lo básico mas detalladamente, algunos eran eruditos y algunos tenían imágenes de enormes y hermosas mezquitas con mujeres con pañuelos. Por suerte, también miré el Corán… lo abrí al azar y comencé a leerlo. El lenguaje fue lo que me impresionó al principio, sentí que una autoridad me hablaba, no un hombre, como me pasó con otros textos “sagrados”. El pasaje que leí (y desafortunadamente no recuerdo cuál era) hablaba acerca de lo que Dios espera que hagas en tu vida y como vivir de acuerdo a Sus mandamientos. Afirmó que Dios es el mas Gentil, Piadoso y Perdonador. Lo más importante es que a Él regresamos. Antes de saberlo, podía sentir las lágrimas cayendo sobre las páginas mientras las leía. Estaba llorando en el medio de la biblioteca, porque finalmente, después de mi búsqueda y cuestionamiento había encontrado lo que estaba buscando; el Islam. Sabía que el Corán era algo único porque había leído mucha literatura religiosa, y ninguna fue tan clara o me hizo sentir de esa manera. Ahora puedo ver la sabiduría de Dios… por dejarme explorar el judaísmo y el cristianismo tan detenidamente antes de encontrar el Islam, para poder compararlos y percatarme de que NADA se compara con el Islam.

Desde ese momento continúe investigando el Islam. Me acerqué buscando inconsistencias como lo hice con el judaísmo y el cristianismo, pero no había nada. Registre el Corán, buscando por alguna discrepancia; ¡incluso hoy en día no le encuentro ninguna inconsistencia! No solo no tiene inconsistencias, sino que tiene una respuesta para cada pregunta que pudiese formular: una respuesta con sentido.

Después de tres meses, decidí que el Islam era la respuesta y oficialicé mi conversión diciendo la Shahadah. Sin embargo, tuve que decir mi Shahadah por teléfono con un imam de Pennsylvania porque no había musulmanes ni mezquitas cercanas (la mas cercana estaba a unas 6 horas). Nunca me arrepentí de mi decisión de convertirme. Como no había ningún musulmán cerca de mí tuve que tomar la iniciativa de aprender por mi cuenta, pero nunca abandoné la búsqueda de la verdad. Aceptar el Islam fue como un despertar de mi espíritu, mi mente e incluso de la manera en que miraba el mundo.

Pude compararlo con alguien con problemas de vista; su lucha para estar al día, no puede concentrarse y viven en un constante desafío por su discapacidad. Si alguien le da un par de anteojos todo se vuelve claro y enfocado. Esta es mi experiencia con el Islam: como recibir un par de anteojos, que me permiten, por primera vez, ver la realidad tal cual es.

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