Principios del autodesarrollo en el Islam (parte 1 de 3)
Descripción: La perspectiva islámica sobre el autodesarrollo. Parte 1: La inspiración de la guía divina nutre el desarrollo humano.
- Por Syed Imtiaz Ahmad
- Publicado 23 May 2016
- Última modificación 14 Nov 2016
- Impreso: 18
- Visto: 9,578
- Clasificado por: 6
- Enviado por email: 0
- Comentado: 0
El desarrollo lleva a la noción de mejora de las capacidades y potenciales que uno posee. Ello implica un movimiento hacia adelante de una posición a otra de mayor logro, oportunidad y beneficio. Con el fin de desarrollarse, individual o colectivamente, es necesario definir los objetivos que uno quiere alcanzar, los factores que influyen en el desarrollo, y el proceso de consecución de los objetivos deseados para el desarrollo. Cada ser humano nace con ciertas facultades básicas. Cómo son moldeadas dichas facultades, depende de las capacidades inherentes, el ambiente de formación y otras influencias externas.
El Islam pone gran énfasis en el "autodesarrollo", donde un individuo asume la responsabilidad de entender el propósito de la vida humana, y de dar forma a la vida de la mejor manera posible para beneficio propio y de la sociedad en su conjunto. El Islam también brinda una guía amplia para alcanzar este objetivo.
El desarrollo humano consiste en procesos de crecimiento y cambio que tienen lugar desde el nacimiento hasta el final de la vida. El proceso de desarrollo está influenciado externamente desde las entradas sensoriales a través de los órganos, y es internamente autoimpulsado por las cosas que ocurren dentro del cuerpo y la mente humana. Aquí nos enfocaremos en el desarrollo de la mente, que tiene lugar a través de las entradas sensoriales y de los procesos mentales internos. Este desarrollo incluye el aprendizaje a través de los sentidos y la cognición que se produce cuando el aprendizaje es abstraído en conocimiento para su uso posterior.
El Islam identifica dos fuentes que desempeñan las funciones de alimentar o corromper el desarrollo humano. La inspiración a partir de la guía divina alimenta el desarrollo humano. No poner atención a la guía divina y sucumbir a las conspiraciones que surgen en nuestro interior o externamente en nuestro entorno, corrompe el desarrollo humano.
El desarrollo humano puede ser visto desde diferentes perspectivas: como un interés humano básico y como disciplinas formales de estudios, tales como la psicología, la ciencia, la filosofía, la sociología, la antropología, etc. Estudios contemporáneos sobre el desarrollo humano a menudo involucran análisis y remedios cuando el desarrollo humano se ve impedido debido al temperamento, problemas de identidad, la paternidad, la sociedad, el azar y otros factores. Aquí nos enfocaremos principalmente en los principios básicos del desarrollo humano a fin de exponer los factores que pueden impedir el desarrollo apropiado. Teniendo en mente que la gente tiene diferentes capacidades, ¿qué debe hacerse con el fin de asegurar que todos ellos desarrollen las mejores capacidades posibles para alcanzar los objetivos deseados? Si bien existen muchos factores que son esenciales para el desarrollo humano, subrayaremos primero aquellos que son más fundamentales. Los factores más importantes que juegan un papel primordial son los de ser consciente de uno mismo, siendo siempre consciente de hacer lo correcto y de evitar actuar con base en meros impulsos.
¿Y cómo se pueden poner esos factores en juego? A través de un proceso denominado identificación o "construir una identidad" (es decir, hallar principios que ayuden a desarrollar el mejor potencial humano posible, y modelos de conducta que vivifiquen dichos principios). Este puede ser visto como un proceso de anclaje que nos da un sentido de pertenencia a algo distintivo y valioso. En lugar de adoptar de forma simple y sin orden las prácticas que apreciamos a nuestro alrededor, a menudo puede ser más fácil mirar un buen modelo de conducta y simplemente emular a esa persona. Sin embargo, hallar buenos modelos de conducta en nuestro ambiente de vida contemporáneo puede no ser fácil y resultar incluso confuso, en particular si esos denominados modelos de conducta están pasando ellos mismos por procesos de cambio en sus vidas, y las consecuencias de seguir su estilo de vida solo serán conocidas mucho después. Por otro lado, un modelo de conducta, no importa qué tan bueno sea, puede no ser capaz de ejemplificarlo todo en la vida. Incluso si eso no fuera cierto, los principios que el modelo de conducta ejemplifica pueden no ser obvios. Los principios solo pueden ser derivados a través de repetidas observaciones y experimentaciones. Aquí nos ayuda la historia. Podemos observar muchos modelos de conducta de la historia y podemos ver las lecciones extraídas de la historia de las civilizaciones. Regresando a la identificación, el factor más importante en el desarrollo humano, necesitamos identificarnos con alguna fuente infalible de orientación, los principios incuestionables para el desarrollo humano, y seleccionar cuidadosamente algunos modelos de conducta. La mayoría aceptará a Dios como la fuente infalible de guía, el conocimiento que Dios hizo descender a nosotros sobre el bien y el mal en la civilización humana, y los profetas que actuaron como modelos de conducta para alcanzar la excelencia en el potencial humano. Ser consciente de Dios, por lo tanto, nos da una identificación de qué es lo mejor para el desarrollo del potencial humano. Ello evita la alienación. Uno siempre puede hallar consuelo en la presencia de Dios, literalmente conversar con Dios en la prosperidad y en la adversidad, manteniendo la personalidad en un balance armonioso, evitando los excesos en uno mismo o en los demás en la prosperidad, y evitando el daño del estrés en la adversidad. Los otros factores importantes que pueden surgir de este proceso de identificación son ser veraz y honesto, y buscar el bienestar individual y colectivo en nuestros asuntos. A fin de lograr esos objetivos, la búsqueda del conocimiento que existe y la participación en derivar nuevo conocimiento del ya existente son prerrequisitos esenciales.
Principios del autodesarrollo en el Islam (parte 2 de 3)
Descripción: La perspectiva islámica sobre el autodesarrollo. Parte 2: El concepto de responsabilidad y autopurificación.
- Por Syed Imtiaz Ahmad
- Publicado 23 May 2016
- Última modificación 23 May 2016
- Impreso: 17
- Visto: 8,245
- Clasificado por: 0
- Enviado por email: 0
- Comentado: 0
La purificación de la corrupción
Regularmente lavamos nuestras manos antes de tocar la comida porque nuestras manos entran en contacto con tantos objetos que pueden recoger gérmenes nocivos de otros que tocan los mismos objetos. Lavamos nuestras ropas cuando acumulan sudor y suciedad de nuestro propio cuerpo y nuestro entorno. Nos bañamos para mantener nuestros cuerpos limpios a fin de asegurarnos que estemos en buena salud física. Lo mismo aplica para nuestra mente, debemos trabajar para para asegurarnos que se mantenga en buena salud también. Hay muchas cosas con las que entramos en contacto que pueden corromper nuestra mente. Podemos ver a una persona obteniendo satisfacción al golpear y humillar a otra. Eso deja una impresión en nuestra mente y puede llevarnos a hacer lo mismo. Vemos gente que obtiene éxito al mentir y engañar, y nuestra mente puede que perciba esto como un comportamiento aceptable, en particular si estos mentirosos y embaucadores están siendo propagados como modelos de conducta. Un niño puede ser abusado por sus padres, quienes son considerados respetables en la sociedad, y eso puede influenciarlo para que se comporte de esa forma disfuncional en su vida.
Tanto la vista como el oído son indispensables para el aprendizaje y el desarrollo humano. Ellos nos pueden impulsar a alturas inimaginables de la excelencia humana. Sin embargo, debemos aprender a utilizarlos apropiadamente. De otro modo, lo que vemos y oímos puede influenciarnos a una regresión y a llevar una vida subhumana.
¿Cómo nos purificamos de las influencias corruptoras que nos rodean? Debemos distinguir entre lo que es deseable y lo que es indeseable a la luz de ciertos principios rectores. Podemos llamarlo ejercitar la mente y, similar a otras formas de ejercicio, el ejercicio de la mente requiere un enfoque bien balanceado.
El proceso de purificación de la mente es conocido en el Islam como tazkiah. Un prerrequisito para realizar la tazkiah es saber que la mente humana es propensa a corromperse. La corrupción puede ser atribuida a elementos adquiridos dentro de uno mismo o a influencias externas, o a ambos. Sin embargo, la responsabilidad de todo comportamiento indeseable reposa en la persona que lo comete, y no en la persona ni en el entorno que lo causan. Todos tenemos la responsabilidad directa de nuestros actos. El sistema legal nos hará responsables si quebrantamos la ley, y Dios nos hará responsables si desafiamos la guía divina. Uno no puede utilizar la excusa de que "el demonio me hizo hacerlo" o "mi jefe me hizo hacerlo", etc. Si somos atrapados excediendo la velocidad en la autopista, no podemos ser absueltos simplemente porque otros también excedían la velocidad y no fueron atrapados. Dios lo ve y lo escucha todo. Así como las normas de tránsito están hechas para salvarnos de herirnos y herir a otros, la guía divina está hecha para nuestro propio beneficio. El concepto de responsabilidad por los actos propios es denominado mas’uliah. El éxito en la purificación de la mente, el alma o la psique requiere reconocer que el mundo puede contaminar la mente, el alma puede corromperse a través de la instigación, y los deseos pueden conspirar para abrumar la mente de uno y llevarlo al capricho o la excentricidad. Consideremos la siguiente afirmación del Corán:
"El alma suele inclinarse hacia el mal". (Corán 12:53)
Todo el mundo nace con un alma que es pura, libre de corrupción o mácula. El instinto natural o la disposición de toda alma humana es hacia lo que es correcto. A medida que uno crece, los mensajes nocivos a través de los ojos, los oídos, el tacto, el olfato y otros sentidos, afectan la pureza del alma humana. Por lo tanto, cada experiencia humana debe ser analizada por sus potenciales influencias corruptoras. Reformar estas influencias corruptoras dentro de la mente humana es lo que se denomina el proceso de purificación o tazkiah. Las siguientes afirmaciones en el Corán iluminan este concepto:
"Por el alma y su armonía, [Dios] le enseñó [al ser humano] a distinguir entre el pecado y la conciencia de Dios. ¡Será bienaventurado quien purifique su alma [apartándola de los pecados], pero será un desventurado quien la abandone a sus pasiones!". (Corán 91:7-10)
"En cambio, quien haya tenido conciencia de que comparecerá ante su Señor y haya preservado su alma de seguir sus pasiones, su morada será el Paraíso". (Corán 79:40-41)
A pesar de los mejores esfuerzos que uno puede hacer para purificar la mente, las desviaciones siguen siendo posibles. Podemos cometer errores o pecados. ¿Qué pasa entonces? Una mente humana apropiadamente entrenada posee lo que se denomina un alma que se autorreprocha (nafs al lawama). Esta reaccionará admitiendo que algo está mal, aceptará el error con humildad, y como consecuencia comprometerá a la mente en reformarse. Por otro lado, alguien que tiene un alma testaruda (nafs al ammara) verá tal admisión de culpa como indigna, y con el tiempo será más propensa a desviaciones mayores en el futuro. Un acto ilícito, si es reconocido con un compromiso serio para evitar su repetición, es un acto de autopurificación y de desarrollo humano apropiado. Por el contrario, una indiferencia imprudente de tales actos conlleva a una mayor corrupción del alma y a la autodegeneración.
Principios del autodesarrollo en el Islam (parte 3 de 3)
Descripción: La perspectiva islámica sobre el autodesarrollo. Parte 3: Ser consciente de Dios y reflexionar sobre nuestros actos conlleva a la mejora de nosotros mismos.
- Por Syed Imtiaz Ahmad
- Publicado 30 May 2016
- Última modificación 30 May 2016
- Impreso: 16
- Visto: 8,236
- Clasificado por: 0
- Enviado por email: 0
- Comentado: 0
Sistema de autodesarrollo
Entender estos principios está generalmente dentro del alcance de la mayoría de las personas, pero poner dichos principios en práctica requiere valor y una rutina sistemática.
Consideremos el siguiente extracto de un dicho (hadiz) del Profeta Muhammad (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él), acerca de una de las cosas que le ocurrieron durante su Viaje Nocturno. Dijo: "…Al-lah ordenó cincuenta oraciones [diarias] para mis seguidores, y cuando regresaba con esta orden de Al-lah pasé junto a Moisés, quien me preguntó: ‘¿Qué les ha ordenado Al-lah a tus seguidores?’. Le respondí: ‘Les ha ordenado cincuenta oraciones’. Moisés dijo: ‘Vuelve con tu Señor (y apela a una reducción), pues tus seguidores no serán capaces de soportarlo’. (Así que volví con Al-lah y le pedí una reducción) y Él lo redujo a la mitad. Cuando volví a pasar al lado de Moisés, le informé de nuevo al respecto y me dijo: ‘Vuelve con tu Señor, pues tus seguidores no podrán soportarlo’. Así que regresé con Al-lah y Le pedí una nueva reducción, y fue reducido a la mitad. Y pasé de nuevo por donde estaba Moisés y me dijo: ‘Regresa con tu Señor, pues tus seguidores no podrán soportarlo’. Así que regresé con Al-lah y Él dijo: ‘Estas son cinco oraciones y ellas son (iguales a) cincuenta (en recompensa), pues Mi Palabra no cambia’".
La oración que ofrecemos a Dios es un medio para recordarlo y parte de la guía que Él ha revelado para darle forma a nuestras vidas. Nos comprometemos con este acto de adoración cinco veces al día. ¿Y el resto del tiempo? Esto requiere que reflexionamos sobre la moraleja de la anterior frase del Profeta. Quizás un número ideal para pararnos formalmente frente a Dios habría sido cincuenta veces al día, como se le informó primero al Profeta. Pero esto había sido demasiada carga para la mayoría de los seres humanos, como interpuso el Profeta Moisés (la paz sea con él). Mientras que el número formal de veces que oramos es cinco, el resto del tiempo debemos llenarlo, en la medida de nuestras posibilidades, del recuerdo continuo de Dios y de las reflexiones acerca de nuestros actos a la luz de esa guía. La belleza del Islam es que no es un conjunto de rituales que son realizados de un cierto modo, es mucho más que eso. El Islam es una forma de vida, todo lo que hacemos debe hacerse para agradar a Al-lah únicamente. De modo que actos mundanos como comer, beber, hacer ejercicio y dormir, toman una dimensión espiritual y son recompensados por Dios.
Debemos ser conscientes de Al-lah en todo momento, independientemente del tiempo y lugar, y prestar atención a Su guía en todos nuestros asuntos. Debemos ser cuidadosos en vez de impulsivos antes de hablar y de actuar. Debemos reflexionar sobre lo que podíamos haber dicho y hecho. El proceso de purificación de la mente en el Islam es considerado como la forma más difícil de lucha humana. Debe perseguirse con vigor, paciencia y perseverancia, con la creencia en lo que Dios ha revelado y las acciones que manifiestan dicha creencia en todo momento, tanto en la adversidad como en la prosperidad.
A muchos de nosotros se nos dijo en nuestra infancia que lleváramos un diario para registrar las diferentes cosas que hacíamos en el día. La sabiduría de este consejo no reside tanto en dejar un legado sino en reflexionar, como normalmente hacemos cuando registramos cosas; y en organizar nuestras cosas que pueden ser deseables separándolas de las que pueden ser indeseables. Hay una necesidad de recordar regularmente impresiones hechas en nuestra mente por lo que vemos, escuchamos, sentimos y hacemos, y restablecer nuestra conexión con lo que es deseable. De este modo, podemos evitar el comportamiento impulsivo con base en lo que podamos encontrar en nuestro entorno. Es imposible resolver las cosas a medida que las encontramos, en especial cuando ocurren en rápida sucesión o en escenarios que nos hechizan momentáneamente. Debemos tomarnos el tiempo de reexaminar dichas cosas en cámara lenta y sin las influencias momentáneas y los ruidos de fondo. Todos necesitamos momentos de reflexión en silencio y soledad, tratando de hallarle sentido a nuestros asuntos a la luz de la guía divina.
Uno puede preguntarse si hay algunas palabras especiales que pueda pronunciar para recordar a Dios y reflexionar sobre sus pensamientos y acciones. Si bien no hay límites sobre lo que uno puede decir y pronunciar, estos son algunos ejemplos de lo que se puede decir:
"...No existe divinidad excepto Al-lah, y Muhammad es el Mensajero de Al-lah" (la ilaha ila Al-lah, Muhammad Rasul Al-lah).
Esta simple expresión proporciona el pináculo para el desarrollo humano. Nos recuerda que no existe divinidad verdadera sino solo Dios, lo que nos proporciona el mejor marco posible para el desarrollo humano, ya que Dios (Al-lah) nos dice que hagamos esto por nuestro propio bien, y no hay necesidad de que sucumbamos a ningún poder contrario a lo que Dios nos dice.
Otra afirmación que uno puede pronunciar es:
"...Todas las alabanzas son para Al-lah" (Alhamdulil-lah).
La ilaha ila Al-lah nos guía a hacer las cosas correctas. Todo lo que llega a nosotros proviene de Al-lah. La ilaha ila Al-lah es el ancla para hacer lo correcto; y Alhamdulil-lah es un reconocimiento, con toda humildad, de que estamos agradecidos por las numerosas bendiciones que Dios nos concede. Estas expresiones deben servirnos como recordatorio para purificar nuestras mentes y almas, para complacer solo a Dios.
Ejemplos de otras expresiones para recordar a Dios, para nuestro autodesarrollo, son:
"Gloria a Dios" (Subhan Al-lah) y "Dios es el Más Grande" (Al-lahu Ákbar).
Conclusiones
Finalmente, esta es la garantía de las recompensas que Dios nos promete en este mundo y en el Más Allá:
"¡Será de los bienaventurados quien se purifique [de la idolatría
y los pecados], recuerde el nombre de su Señor y cumpla con sus oraciones!". (Corán 87:14-15)
Agregar un comentario