Principios del autodesarrollo en el Islam (parte 2 de 3)
Descripción: La perspectiva islámica sobre el autodesarrollo. Parte 2: El concepto de responsabilidad y autopurificación.
- Por Syed Imtiaz Ahmad
- Publicado 23 May 2016
- Última modificación 23 May 2016
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La purificación de la corrupción
Regularmente lavamos nuestras manos antes de tocar la comida porque nuestras manos entran en contacto con tantos objetos que pueden recoger gérmenes nocivos de otros que tocan los mismos objetos. Lavamos nuestras ropas cuando acumulan sudor y suciedad de nuestro propio cuerpo y nuestro entorno. Nos bañamos para mantener nuestros cuerpos limpios a fin de asegurarnos que estemos en buena salud física. Lo mismo aplica para nuestra mente, debemos trabajar para para asegurarnos que se mantenga en buena salud también. Hay muchas cosas con las que entramos en contacto que pueden corromper nuestra mente. Podemos ver a una persona obteniendo satisfacción al golpear y humillar a otra. Eso deja una impresión en nuestra mente y puede llevarnos a hacer lo mismo. Vemos gente que obtiene éxito al mentir y engañar, y nuestra mente puede que perciba esto como un comportamiento aceptable, en particular si estos mentirosos y embaucadores están siendo propagados como modelos de conducta. Un niño puede ser abusado por sus padres, quienes son considerados respetables en la sociedad, y eso puede influenciarlo para que se comporte de esa forma disfuncional en su vida.
Tanto la vista como el oído son indispensables para el aprendizaje y el desarrollo humano. Ellos nos pueden impulsar a alturas inimaginables de la excelencia humana. Sin embargo, debemos aprender a utilizarlos apropiadamente. De otro modo, lo que vemos y oímos puede influenciarnos a una regresión y a llevar una vida subhumana.
¿Cómo nos purificamos de las influencias corruptoras que nos rodean? Debemos distinguir entre lo que es deseable y lo que es indeseable a la luz de ciertos principios rectores. Podemos llamarlo ejercitar la mente y, similar a otras formas de ejercicio, el ejercicio de la mente requiere un enfoque bien balanceado.
El proceso de purificación de la mente es conocido en el Islam como tazkiah. Un prerrequisito para realizar la tazkiah es saber que la mente humana es propensa a corromperse. La corrupción puede ser atribuida a elementos adquiridos dentro de uno mismo o a influencias externas, o a ambos. Sin embargo, la responsabilidad de todo comportamiento indeseable reposa en la persona que lo comete, y no en la persona ni en el entorno que lo causan. Todos tenemos la responsabilidad directa de nuestros actos. El sistema legal nos hará responsables si quebrantamos la ley, y Dios nos hará responsables si desafiamos la guía divina. Uno no puede utilizar la excusa de que "el demonio me hizo hacerlo" o "mi jefe me hizo hacerlo", etc. Si somos atrapados excediendo la velocidad en la autopista, no podemos ser absueltos simplemente porque otros también excedían la velocidad y no fueron atrapados. Dios lo ve y lo escucha todo. Así como las normas de tránsito están hechas para salvarnos de herirnos y herir a otros, la guía divina está hecha para nuestro propio beneficio. El concepto de responsabilidad por los actos propios es denominado mas’uliah. El éxito en la purificación de la mente, el alma o la psique requiere reconocer que el mundo puede contaminar la mente, el alma puede corromperse a través de la instigación, y los deseos pueden conspirar para abrumar la mente de uno y llevarlo al capricho o la excentricidad. Consideremos la siguiente afirmación del Corán:
"El alma suele inclinarse hacia el mal". (Corán 12:53)
Todo el mundo nace con un alma que es pura, libre de corrupción o mácula. El instinto natural o la disposición de toda alma humana es hacia lo que es correcto. A medida que uno crece, los mensajes nocivos a través de los ojos, los oídos, el tacto, el olfato y otros sentidos, afectan la pureza del alma humana. Por lo tanto, cada experiencia humana debe ser analizada por sus potenciales influencias corruptoras. Reformar estas influencias corruptoras dentro de la mente humana es lo que se denomina el proceso de purificación o tazkiah. Las siguientes afirmaciones en el Corán iluminan este concepto:
"Por el alma y su armonía, [Dios] le enseñó [al ser humano] a distinguir entre el pecado y la conciencia de Dios. ¡Será bienaventurado quien purifique su alma [apartándola de los pecados], pero será un desventurado quien la abandone a sus pasiones!". (Corán 91:7-10)
"En cambio, quien haya tenido conciencia de que comparecerá ante su Señor y haya preservado su alma de seguir sus pasiones, su morada será el Paraíso". (Corán 79:40-41)
A pesar de los mejores esfuerzos que uno puede hacer para purificar la mente, las desviaciones siguen siendo posibles. Podemos cometer errores o pecados. ¿Qué pasa entonces? Una mente humana apropiadamente entrenada posee lo que se denomina un alma que se autorreprocha (nafs al lawama). Esta reaccionará admitiendo que algo está mal, aceptará el error con humildad, y como consecuencia comprometerá a la mente en reformarse. Por otro lado, alguien que tiene un alma testaruda (nafs al ammara) verá tal admisión de culpa como indigna, y con el tiempo será más propensa a desviaciones mayores en el futuro. Un acto ilícito, si es reconocido con un compromiso serio para evitar su repetición, es un acto de autopurificación y de desarrollo humano apropiado. Por el contrario, una indiferencia imprudente de tales actos conlleva a una mayor corrupción del alma y a la autodegeneración.
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