Paz y seguridad (parte 1 de 3): Paz con Dios
Descripción: Cómo el Islam ofrece un sentido de paz con nuestro Creador y con nosotros mismos.
- Por Yamal ed-Dín Zarabozo (© 2010 IslamReligion.com)
- Publicado 15 Mar 2010
- Última modificación 10 Feb 2013
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La relación entre el Islam y la paz (Salam)
Quizás la mejor forma de comenzar una discusión sobre la relación entre el Islam, la paz y la seguridad, es repetir una afirmación que se oye a menudo en boca de los musulmanes por estos días: “Islam significa paz”. Si quien hace esta afirmación quiere decir que el significado actual de la palabra Islam es paz, entonces está definitivamente equivocado. Es verdad que la palabra Islam y la palabra árabe salam que significa paz, tienen una raíz lingüística común. Esto demuestra que hay una relación entre ambas. Pero es de vital importancia comprender en qué consiste esta relación.
La palabra Islam es el sustantivo del verbo áslama. Este verbo se define como “entregarse o abandonarse a algo”. Cuando se usa en el lenguaje religioso y con respecto a Dios, significa “entregarse o abandonarse a Dios voluntariamente”[1]. Así, la palabra Islam hace referencia al acto de una persona que reconoce a Dios como su Señor, se somete a Él voluntariamente y lo adora.
Comprender esto es de vital importancia para entender la relación entre el Islam y la paz. El Islam, entendido como la entrega y sumisión voluntaria a Dios, es lo que conduce a la verdadera paz. La paz verdadera, tanto interior como exterior, es el resultado de una correcta implementación del Islam. Por supuesto, a lo que nos referimos no es solamente a la paz como una ausencia de lucha o conflicto. La paz significa mucho más que eso. Uno puede estar libre de las guerras y sin embargo estar sumido en la ansiedad, desesperación y la carencia de paz. Intentamos referirnos a un significado más completo de la paz. El Islam trae a las personas una tranquilidad y paz espiritual integrales, que es el resultado de darse cuenta que uno está creyendo y actuando en concordancia con la guía de su Creador. Esta paz interior se esparcirá dentro de la familia, la comunidad, la sociedad y el mundo entero[2]. Es una forma especial de tranquilidad que sólo puede ser producida por una fe apropiada en Dios. Por eso, Dios dijo:
“Os ha llegado de Dios una luz y un Libro claro, con el cual Dios guía, a quienes buscan Su complacencia, hacia los caminos de la paz”. (Corán 5:15-16)
De hecho, Dios convoca a la humanidad a morar en la paz eterna:
“Dios convoca a la morada donde reina la paz y guía a quien Le place hacia el sendero recto”. (Corán 10:25)
Para aquellos que siguen Su camino, su recompensa final será la morada de la paz:
“Y ellos tendrán una morada donde reinará la paz junto a su Señor”. (Corán 6:127)
En resumen, no es correcto decir que el Islam significa paz; pero, ciertamente, sólo el Islam, la entrega voluntaria a Dios, trae verdadera paz.
Cómo el Islam nos acerca y conduce a la paz
Una paz verdadera y completa en el mundo sólo podrá lograrse cuando cada individuo alcance su propia paz interior. Esto sólo puede conseguirse a través del Islam, es decir, de la verdadera sumisión a Dios. Este es el camino que mejor se adapta a la esencia natural del ser humano. De hecho, el camino de la paz es lo que podríamos llamar la verdadera vida. Dios dijo:
“¡Oh, creyentes! Obedeced a Dios y al Mensajero cuando os exhortan a practicar aquello que os da vida”. (Corán 8:24)
Conocer a Dios es lo que puede conducirnos al verdadero sosiego del alma. Si una persona no conoce a Su Creador, su alma estará siempre anhelando algo que falta en su vida. Estará siempre agitado y confuso. Y aún cuando esté buscando a otros señores aparte de Dios, eventualmente caerá en la desesperación cuando se dé cuenta de que todo aquello que busca no es el verdadero Ser que su corazón anhela.
El Sheij al-Islam Ibn Taimíyah (que Allah tenga misericordia de él) escribió:
“Debes saber que la necesidad del ser humano por Dios[3], quien merece que se Le adore sin asociarle nada, es una necesidad que no tiene comparación y sobre la cual uno no puede hacer una analogía. En algunos aspectos, uno podría compararla con la necesidad del cuerpo por el agua, es decir con la sed. Sin embargo, aún hay mucha diferencia entre ambas necesidades.
La realidad de un ser humano está en su corazón y en su alma. No puede prosperar excepto a través de su relación con Dios, junto a quien no hay otra divinidad. Por ejemplo, no hay paz en este mundo excepto en la remembranza de Dios.
Ciertamente, cada ser humano se encontrará irremediablemente con Él, sin duda debe encontrarse con Él. No hay verdadera bondad para él si no se reúne con Dios[4]. Si el ser humano experimenta alguna otra alegría, placer o felicidad que no es Dios, eso no durará por mucho tiempo. La persona sólo la disfrutará en un momento determinado y durante un tiempo determinado. De hecho, a veces aquello que disfruta y de lo cual obtiene placer, no le complacerá ni le traerá verdadera felicidad. A menudo estas cosas lo hieren y le perjudican. Pero Dios está definitivamente con él bajo toda circunstancia y en todo momento. Donde sea que él esté, Dios está con él…
Si alguien adora a cualquier otra cosa que no sea Dios, aún si ama eso y obtiene en este mundo algún placer de ello, eso lo destruirá de la misma forma que quien ingiere veneno que tiene un sabor dulce y agradable.
Debes saber que si alguien ama alguna cosa no por la causa de Dios –es decir, no para complacer a Dios– sino por una razón diferente; entonces, definitivamente la cosa amada será causa sufrimiento… Debes saber que si alguien ama alguna otra cosa ajena a la causa de Dios, entonces la cosa amada causará su condenación y su castigo… Si alguien ama algo por una razón diferente a la complacencia de Dios, tal cosa lo perjudicará ya sea que la obtenga o no…”[5].
Toda la riqueza y los bienes de este mundo no serán capaces de traerle al ser humano tal sosiego interior. Abu Hurairah narró que el Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo:
“La verdadera riqueza no se alcanza acumulando propiedades y bienes, sino que reside en la paz interior”[6].
Otro reporte afirma:
“La verdadera riqueza es la riqueza del corazón. La verdadera pobreza es la pobreza del corazón”[7].
Una vez que el individuo está en paz consigo mismo, libre de la ansiedad y la insatisfacción interior, puede entablar relaciones pacíficas con su entorno y con su prójimo. No tendrá razones para sentir resentimientos hacia el resto del mundo ni podrá culpar a los demás por su propia falta de paz interior. De hecho, teniendo en cuenta que su meta está en el Más Allá, no tiene razón aún para sentir ira o envidia hacia su prójimo por aquello que han recibido en este mundo, cierto es que la ira y la envidia golpean las raíces mismas de la relación pacífica con otros.
Footnotes:
[1] E. W. Lane, Arabic-English Lexicon (Cambridge, England: The Islamic Texts Society, 1984), vol.1, p. 1413.
[2] Sobre este punto, se puede leer a Sayyed Qutb, Islam and Universal Peace (Indianapolis, IN: American Trust Publications, 1977).
[3] La palabra usada por Ibn Taimiah es ‘abd (siervo o esclavo); en todo caso, es inherente a todo ser humano.
[4] Esto es debido a que la naturaleza misma del alma añora el encuentro con su Creador.
[5] Ibn Taimiah, Maymu, vol. 1, pp. 24-29.
[6] Registrado por al-Bujari y Muslim.
[7] Registrado por Ibn Hibbaan. De acuerdo con al-Albaani, es auténtico. Ver al-Albaani, Sahih al-Yaami al-Saghir, #7816.
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