La cohesión social en el Islam (parte 1 de 3): Lazos de fe
Descripción: Estableciendo las bases para la cohesión dentro de la sociedad.
- Por Jamaal ad-Din Zarabozo (© 2011 IslamReligion.com)
- Publicado 11 Apr 2011
- Última modificación 05 Feb 2017
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Las sociedades están constituidas por individuos diferentes que varían en raza, etnia y religión. Hoy día se habla mucho de sociedades pluralistas y cómo promover la cohesión social en tales sociedades. La forma en que el Islam aborda esta cuestión es única. En el proceso, crea la unión más fuerte posible.
Antes de llegar a una descripción de la unión más fuerte, es importante notar que el Islam trata directamente con la raíz misma de la desunión social: el racismo y el prejuicio. Uno puede pasar tantas leyes como desee, pero mientras esta enfermedad esté enraizada en el corazón, nunca podrá haber verdadera cohesión social.
El Islam ha eliminado esta enfermedad con un versículo que indica dónde descansa el verdadero valor. Dios ha dicho:
“¡Oh, humanos! Os hemos creado a partir de un hombre [Adán] y una mujer [Eva], y [de su descendencia] os congregamos en pueblos y tribus para que os conozcáis unos a otros. En verdad, el más honrado de vosotros ante Dios es el más piadoso. Ciertamente Dios es Omnisciente y está bien informado de lo que hacéis”. (Corán 49:13)
Por lo tanto, la raza y la etnia no deberían tener efecto en lo absoluto con respecto a la cohesión social ante los ojos de un musulmán. Hay, sin embargo, una diferencia que el Islam toma en consideración: la diferencia de fe y religión. En consecuencia, esta discusión sobre la cohesión social enfocará el tema en el contexto de una sociedad pluralista con respecto a la religión.
La unión de la fe
Si uno preguntara hoy día sobre cuál es la unión más fuerte que puede haber entre la gente, muchos probablemente responderían algo como las relaciones consanguíneas, el origen étnico, la nacionalidad, y así. En realidad, el Corán muestra que esos tipos de unión no son tan fuertes si el fundamento tras ellos es débil. En el Corán Dios nos da como ejemplo el de Caín y Abel, que a pesar de ser hermanos, uno mató al otro, así como el ejemplo de los hermanos de José, que lo tiraron a un pozo. Todos ellos eran parientes consanguíneos, sin embargo pusieron la vida mundanal por encima de sus relaciones con los otros. Eso mismo ocurre hoy día por todo el mundo. Los lazos entre la gente están subordinados a sus deseos, metas y búsquedas mundanales. Muchos individuos están dispuestos rápida y fácilmente a vender a sus amigos y hasta a la propia madre para tener éxito en este mundo o para alcanzar algo que desean del mismo.
Todo esto demuestra una cosa: cuando los lazos entre la gente están basados en consideraciones mundanales, aún si se trata de lazos originalmente consanguíneos, estos ceden cuando las consideraciones mundanales demandan que se prescinda de ellos. Por tanto, aquellos no son los lazos más fuertes que se pueden constituir entre las personas. Los lazos más fuertes que pueden alcanzarse entre la gente son los lazos del Islam y la fe verdadera. Estas son uniones entre la gente que son el resultado de su creencia en Dios y su amor por Dios. Esto fue señalado claramente por Dios en el Corán cuando declaró:
“Él es Quien unió vuestros corazones, y tú no habrías podido hacerlo aunque hubieras gastado todo lo que hay en la Tierra, pero Dios los unió [y reconcilió a los grupos divididos]. Ciertamente Él es Poderoso, Sabio”. (Corán 8:63)
Dios también dice:
“Aferraos todos a la religión de Dios y no os dividáis. Recordad la gracia de Dios al hermanaros uniendo vuestros corazones después de haber sido enemigos unos de otros, y cuando os encontrasteis al borde de un abismo de fuego, os salvó de caer en él. Así os explica Dios Sus signos para que sigáis la guía”. (Corán 3:103)
El Corán y la Sunna muestran que la unión de fe es la más fuerte de todas las uniones. Representa humanos de todas partes del mundo uniéndose por un solo propósito: establecer la adoración al Único Dios. Para lograr tal objetivo, los musulmanes trabajan unidos y se ayudan unos a otros con compasión, misericordia y amor.
Hay en verdad numerosos textos del Corán y el hadiz que demuestran más allá de toda duda que los musulmanes forman una hermandad internacional, universal, de hombres y mujeres[1]. En aras de la brevedad, presentaremos aquí sólo unos pocos ejemplos de esos textos:
Dios dice:
“Los creyentes y las creyentes son aliados unos de otros, ordenan el bien y prohíben el mal, cumplen con la oración prescrita, pagan el Zakat y obedecen a Dios y a Su Mensajero. Dios tendrá misericordia de ellos; y Él es Dios, Poderoso, Sabio”. (Corán 9:71)
Otro versículo dice:
“Ciertamente los creyentes son todos hermanos entre sí…”. (Corán 49:10)
Dios también dice:
“Muhammad es el Mensajero de Dios. [Los creyentes] Quienes están con él son severos con los incrédulos, pero misericordiosos entre ellos…”. (Corán 48:29)
El Profeta, la paz y las bendiciones de Dios sean con él, dijo:
“El creyente con respecto a otro creyente es como un edificio, una porción fortalece a otra”. (Sahih Al-Bujari y Sahih Muslim)
Otro hadiz declara:
“La parábola de los creyentes con relación a su amor, misericordia y compasión el uno por el otro, es como aquella del cuerpo: si una de sus extremidades sufre, el resto del cuerpo es afligido por el desvelo y la fiebre”. (Sahih Muslim)
Pero esta gran hermandad del Islam no es algo simplemente teórico. Es, de hecho, bien definida y apoyada por la guía práctica[2]. Tiene ciertos componentes básicos para ello, y derechos y obligaciones específicos que están registrados en el Corán y la Sunnah. Estos derechos y obligaciones le corresponden a cada musulmán de toda época y lugar.
Footnotes:
[1] Es importante observar que esta hermandad está fundada en una fe común. De hecho, las relaciones de sangre acaban por diferencias en la religión. Dios dice sobre Noé y su hijo: “Noé invocó a su Señor diciendo: ¡Oh, Señor mío! Por cierto que mi hijo era parte de mi familia [y pensé que no sería destruido]; Tu promesa es verdadera, y Tú eres el mejor de los jueces. Dijo Dios a Noé: ¡Oh, Noé! Ciertamente él no era de tu familia, pues obró en forma impía [e incrédula]” (Corán 11:45-46). Por lo tanto, quienes no son musulmanes caen fuera de esta hermandad. Ellos están más que bienvenidos a unirse a esta hermandad abrazando el Islam, en tanto esta hermandad no se basa en la raza, la etnia ni la nacionalidad. Sin embargo, por su elección de religión y creencia han optado por mantenerse fuera de esta hermandad. Como se discutirá más adelante, los musulmanes incluso tienen obligaciones hacia quienes no son musulmanes.
[2] Es una gran bendición que en el Islam uno encuentre enseñanzas detalladas que resultan en sus objetivos deseados a la vez que son en extremo prácticas y consistentes con la naturaleza humana. La falta de tales enseñanzas es uno de los grandes dilemas enfrentados por el cristianismo. Con respecto a la cohesión social, las mayores enseñanzas halladas en el Nuevo Testamento son conocidas como los “dichos duros” de Jesús. Son los siguientes: “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede. Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. (Mateo 5:38-48) (Nótese que los musulmanes son conscientes del hecho de que las palabras de Jesús no fueron preservadas apropiadamente, y por ello uno no puede en verdad sostener la opinión de que esas fueron sus palabras.) Los propios eruditos cristianos están perplejos. ¿Cómo pueden ser aplicadas esas enseñanzas obviamente imposibles y nada prácticas? Sólo un ejemplo de una discusión sobre estas palabras será suficiente para mostrar qué tan perplejos están: “[Para interpretar estas palabras] el modelo propuesto por Joachim Jeremías es simple, representativo y de influencia continua. De acuerdo a este modelo, el Sermón (las supuestas palabras de Jesús antes mencionadas) usualmente es visto en una de tres maneras: (1) como un código perfeccionista, completamente alineado con el legalismo del judaísmo rabínico; (2) como un ideal imposible, que pretende llevar al creyente primero a la desesperación, y luego a la confianza en la misericordia de Dios; o (3) como una “ética temporal” que refleja lo que se esperaba fuera un periodo corto de espera en el tiempo final, y que ahora es obsoleta. Jeremías agrega su cuarta tesis: El Sermón es un esbozo indicativo de vida incipiente en el reino de Dios, que presupone como su condición de posibilidad la experiencia de la conversión. Esquematizaciones más complicadas o globales han sido ofrecidas, pero la mayoría de los intérpretes pueden ser entendidos en relación a las opiniones propuestas por Jeremías”. [Lisa Sowle Cahill, Ama a Tus Enemigos: Discipulado, Pacifismo y la Teoría de la Guerra Justa (Minneapolis, MN: Fortress Press, 1994), p. 27.]
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