Las grandes mujeres detrás de los grandes hombres (parte 3 de 4): La esposa
Descripción: Jadiya, la esposa del Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él).
- Por Aisha Stacey (© 2016 IslamReligion.com)
- Publicado 31 Oct 2016
- Última modificación 31 Oct 2016
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"Entre Sus signos está haber creado cónyuges de entre ustedes para que encuentren sosiego, y dispuso entre ustedes amor y misericordia. En ello hay signos para quienes reflexionan". (Corán 30:21)
El amor y la misericordia en sus corazones es una bella forma de describir una relación tranquila entre un hombre y una mujer. El matrimonio es un contrato sagrado, uno que no se hace entre un hombre y una mujer sino entre una pareja y Dios. Es una relacion en la que los derechos y los deberes están claros y el propósito es agradar a Dios, esforzándose por asegurar un lugar en el Paraíso. Así como las madres son capaces de ejercer una gran influencia sobre sus hijos, las esposas son capaces de influenciar a sus esposos. Grandes mujeres, mujeres que aman a Dios y sobre todas las cosas son una misericordia, y sus esposos a menudo son grandes hombres debido al apoyo incondicional que reciben de sus esposas.
El Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: "Los mejores de ustedes son los que mejor tratan a sus esposas"[1]. ¿Por qué dejó esto claro en numerosas ocasiones? Quizás porque una sociedad construida sobre el amor y la misericordia no puede dejar de tener éxito, mientras que una relación basada en la dominación y la desconfianza raras veces tiene éxito, excepto en la angustia y la tristeza. Otra razón puede ser el hecho de que en la Arabia preislámica las mujeres eran tan subvaloradas, que las niñas eran enterradas vivas y las mujeres eran consideradas una propiedad igual que el ganado.
Uno de los grandes modelos a seguir para las mujeres nació en esta época de ignorancia, sin embargo, fue capaz de elevarse por encima de la discriminación que la rodeaba, y de tener uno de los matrimonios más exitosos de la historia. Ella era Jadiya, la primera, y durante 25 años la única, esposa del Profeta Muhammad. ¿Qué sabemos de Jadiya que la hizo una esposa tan fantástica y un modelo a seguir tan increíble? ¿Por qué consideramos a Jadiya, la hija de Juwailid, como una gran mujer al lado de un gran hombre?
"María, la hija de Imrán, fue la mejor de las mujeres (del mundo en su época) y Jadiya es la mejor de las mujeres (de esta nación)"[2].
Jadiya tenía 40 años de edad y era dos veces viuda cuando se casó con Muhammad, que entonces contaba con 25 años y aún no se le había concedido la profecía. Ella era una mujer de negocios consumada, rica por derecho propio, con una reputación de tratar a personas discapacitadas, huérfanos, viudas y pobres con bondad y compasión. Así como el Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) era conocido como Al Amín (el confiable), Jadiya era conocida como At Tahira (la pura). Jadiya quedó impresionada con la honestidad de Muhammad cuando lo contrató para que comerciara por ella en Siria, y a su regreso a La Meca ella desafió las convenciones de su época y le propuso matrimonio. Muhammad aceptó con entusiasmo y prontitud.
El Islam enseña que una mujer siempre debe mostrar ternura y cuidado hacia su esposo. Jadiya amó y apoyó al Profeta Muhammad en los difíciles años del establecimiento del Islam. En el espíritu de colaboración y compañerismo, inherente a un matrimonio verdaderamente islámico, los grandes hombres y mujeres no tienen dificultad en ayudarse mutuamente. El Profeta Muhammad era conocido por realizar muchas tareas domésticas, como lavar y remendar sus ropas. Está registrado que él "solía mantenerse ocupado con las labores domésticas, y salir cuando llegaba la hora de la oración"[3].
Jadiya, por su parte, mantenía el hogar, que era donde Muhammad se refugiaba de los problemas y retos que enfrentaba a diario. Ella también compartía con él su tiempo y conocimiento. Ella apoyaba a su esposo con consejos y opiniones, y generalmente le ayudaba en formas prácticas. El Profeta Muhammad dijo: "Todo en este mundo es pasajero, y lo más valioso en él es una mujer virtuosa"[4] (esposa, madre, hija).
Cuando el Profeta Muhammad recibió por primera vez la revelación por parte del ángel Gabriel, fue una experiencia aterradora. A pesar de que tenía la costumbre de pasar tiempo en soledad en una cueva, meditando y reflexionando sobre las maravillas del universo, no esperaba ser visitado por un ángel que le exigiera a él, un analfabeto, que leyera. Él corrió a casa a encontrarse con su amada esposa tan pronto como fue capaz, diciéndole: "¡Cúbreme, cúbreme!". El Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) le dijo lo que le había ocurrido y le manifestó su miedo. Jadiya no lo menospreció ni dudó de él, sino que respondió a su pedido de cubrirlo y lo tranquilizó con palabras amorosas.
"Dios nunca te abandonaría. Tú mantienes los lazos de parentesco, dices la verdad, das dinero a los necesitados y los pobres, honras a tus invitados y ayudas a quienes se ven acosados por las dificultades"[5].
En consecuencia, Jadiya fue la primera persona en aceptar el mensaje del Islam y se mantuvo junto a su esposo cuando la familia y amigos se volvieron en su contra y complotaron para asesinarlo. A medida que el grupo incipiente de los musulmanes crecía, Jadiya apoyó el ascenso del Islam con su riqueza y su salud. Ella proporcionó comida, agua y medicinas a la comunidad aislada y boicoteada. A pesar de que no estaba acostumbrada a las privaciones, Jadiya nunca se quejó de las condiciones de pobreza que se vio obligada a soportar, ni le dolía que todo su dinero se gastara en apoyar a su esposo en su misión.
Jadiya fue el perfecto modelo a seguir para las esposas en cualquier situación y en cualquier época. Un matrimonio a los ojos de Dios hace que dos personas sean una. Ellos se aman y se protegen uno al otro y nunca pierden de vista el panorama general. Jadiya entendió que su vida real y eterna con Muhammad estaría en el Paraíso, donde no se necesita dinero para obtener comodidad ni refugio.
Un día, el ángel Gabriel fue con el Profeta Muhammad y le dijo: "¡Oh, Mensajero de Al-lah! Jadiya viene hacia ti con recipientes que contienen bebida y comida. Cuando llegue, dale el saludo de paz de parte de Dios, el Sustentador, y de parte mía, y albríciala con una casa de perlas en el Paraíso, en la que no hay ruido ni trabajo duro"[6].
Jadiya murió poco después de que terminó el destierro, casi con seguridad debido a las duras condiciones que tuvo que soportar. Sin embargo, el amor y la misericordia entre el Mensajero de Dios y Jadiya había seguido creciendo a través de las pruebas y tribulaciones, y ni siquiera la muerte pudo romper los lazos que los unían. Aisha[7] le preguntó al Profeta Muhammad si ella había alcanzado lo mismo que Jadiya en términos del amor del Profeta. Él le contestó: "Ella creyó en mí cuando nadie más lo hizo, aceptó el Islam cuando la gente me rechazó, y me ayudó y consoló cuando no hubo nadie más que me tendiera una mano"[8]. Las palabras de Aisha revelan también la profundidad del amor que es posible entre un hombre y una mujer cuyo matrimonio está basado en buscar la complacencia de Dios.
"Nunca me sentí celosa de ninguna mujer como me sentía celosa de Jadiya. Ella había muerto tres años antes de que él se casara conmigo, y a menudo lo escuchaba alabarla; y su Señor, el Exaltado y Glorioso, le había ordenado que la albriciara con un palacio de joyas en el Paraíso; y cada vez que él sacrificaba una oveja, les enviaba (su carne) a sus conocidas"[9].
Se dice que el matrimonio es la mitad de la religión de uno[10], y eso se hace evidente cuando somos capaces de observar un matrimonio como el del Profeta Muhammad y Jadiya. Esta gran mujer estuvo al lado de un gran hombre cuando él se sentía perdido, solo y preocupado.
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