Rituales fúnebres en el Islam (parte 1 de 3): Todos probaremos la muerte
Descripción: Preparándonos para morir.
- Por Aisha Stacey (© 2014 IslamReligion.com)
- Publicado 19 May 2014
- Última modificación 21 Mar 2021
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En este luminoso, brillante siglo XXI, muchos de nosotros nos hemos olvidado de la muerte. Es una extraña que nos asusta. Una en la que no nos atrevemos a pensar por temor a que se arrastre tras nosotros y nos lleve de esta vida que conocemos. En el pasado, sin embargo, la muerte era una amiga siempre presente. La gente nacía y moría en casa, rodeada de familiares o amigos. La muere era aceptada como una parte inevitable de la vida. La muerte se ha convertido en una extraña confinada a las frías morgues y a las funerarias tranquilas y silenciosas. Los derechos de los moribundos y los muertos ya no son una preocupación primordial.
La muerte nos llegará a todos y cada uno de nosotros. El Profeta Muhammad (Dios lo bendiga) dijo: “Recuerden a menudo a la destructora de placeres (es decir, la muerte)”[1].La religión del Islam no ha olvidado la muerte ni ha abandonado los derechos de los moribundos. El Islam nos proporciona un conjunto completo de instrucciones para quien está muriendo, quienes están presentes al momento de la muerte, y quienes son responsables de enterrar a la persona fallecida.
“Todo ser probará el sabor de la muerte”. (Corán 3:185)
Cómo debe comportarse quien enfrenta la muerte
La muerte es inevitable, sin embargo, hay ciertas cosas que un creyente puede hacer a manera de prepararse para su partida hacia la vida eterna.
La primera es mantener la calma de cara a un evento sobre el que no tenemos control alguno, y las personas que sufren enfermedad o lesiones deben abstenerse de acusar o maldecir a Dios por su infortunio. Hay muchos dichos y tradiciones auténticas del Profeta Muhammad que explican cómo y por qué la enfermedad y las lesiones expían pecados y malas obras. En este sitio web encontrarás artículos que explican con detalle los beneficios de la paciencia y de aceptar la voluntad de Dios[2]. El Profeta Muhammad dijo:
“Qué maravilloso es el caso del creyente, pues sus asuntos son todos buenos, y esto se aplica solamente al creyente. Si le sucede algo bueno, agradece por ello y eso es bueno para él. Si le sucede algo malo, lo tolera con paciencia y eso es bueno para él”.
Cuando uno enfrenta cualquier grado de dolor y sufrimiento, en general no le está permitido quejarse ni llorar sobre el decreto de Dios. Sin embargo, el Islam nos dice que está permitido llorarle directamente a Dios y poner frente a Él todos nuestros temores, dolor y sufrimiento. El Profeta Jacob clamó a Dios cuando temió la pérdida de sus dos hijos, José y Benjamín.
“Solo me quejo a Dios en mi lamento y mi dolor”. (Corán 12:86)
Saber que Dios es el único que tiene control sobre nuestras vidas, significa que el creyente es capaz de oscilar entre los estados de miedo y esperanza: temeroso debido a la naturaleza y cantidad de pecados que ha acumulado; pero esperanzado de que Dios lo perdonará y le proporcionará refugio de todo lo que teme. Un creyente, al enfrentar la muerte, debe poner su confianza en Dios, sabiendo que el decreto divino es, sin duda, la mejor y más justa de las decisiones.
Antes de que la muerte lo alcance, el creyente debe asegurarse de que sus asuntos estén en orden. Debe escribir su testamento y tratar de saldar todas sus deudas. El Profeta Muhammad comentó respecto a estos dos temas: Es deber de un musulmán que tenga algo qué legar, no dejar que pasen dos noches sin escribir un testamento al respecto[3]. El alma de un creyente permanece en suspenso hasta que todas sus deudas son pagadas[4].
Cómo debe comportarse quien trata con un moribundo
A la persona enferma se le debe recordar con amabilidad que incluso la enfermedad tiene un lado positivo, que es la expiación de negligencias o errores pasados. Es también fuente de grandes recompensas para aquel que confía en Dios y sobrelleva la prueba con paciencia. Cuando visitas a una persona enferma o moribunda, debes rezar y hacer súplicas. Según la esposa amada del Profeta, Aisha (que Dios esté complacido con ella), siempre que él visitaba a una persona enferma, rezaba utilizando estas palabras:
“Señor de la humanidad, elimina la aflicción de este paciente, porque solo Tú eres el Sanador, nadie puede ser curado a menos que Tú lo sanes: Cúralo de forma tan perfecta que su aflicción le sea eliminada por completo”[5].
Si un creyente visita a un enfermo no musulmán, debe pedirle ayuda a Dios e invitar al enfermo a aceptar el Islam.
Una de las cosas más importantes a recordar acerca del creyente enfermo o lesionado, es que los ángeles se reúnen a su alrededor. Las palabras que se dicen a su lado deben ser cordiales, suaves, llenas de súplicas, puesto que los ángeles reunidos responden diciendo Amín (es decir, “¡Oh, Dios!, responde”) a todo lo que se pronuncia. Al enfermo también se le debe preguntar qué desea, y el creyente debe hacer lo posible para satisfacerlo. Quizás sea comida o bebida, o enviar un mensaje o ver a algún amigo o miembro de la familia en particular.
Cuando la muerte resulta inevitable
Una persona que está muriendo ve cosas que nosotros no. Puede entrar y salir de la conciencia. Puede volverse muy débil, puede que escuche pero sea incapaz de responder. Esto es lo que se conoce como “lucha entre la vida y la muerte” y está llena de agonías que no podemos imaginar. Cuando Aisha habló sobre la muerte del Profeta Muhammad, dijo:
“En el momento de su muerte, él (el Profeta Muhammad) metió su mano en un recipiente con agua y se la pasó por toda su cara diciendo: ‘¡No hay dios verdadero sino solo Al-lah! En verdad, la muerte está llena de agonías’”.
Hay una serie de cosas que se pueden hacer para aliviar la mente del moribundo y ayudarle a hacerle frente a las agonías. Si no se va a causar ninguna incomodidad, el enfermo debería estar mirando hacia la quibla, ya sea sobre su lado derecho o sobre su espalda. Se le puede pedir muy amablemente y sin insistencia, que diga las palabras: “No hay divinidad verdadera excepto Al-lah”. Si es posible, estas deben ser sus últimas palabras antes de morir. Un moribundo nunca debe ser dejado solo, y mojar sus labios o poner unas gotas de agua en su boca puede que alivie un poco su sufrimiento
En la segunda parte, mostraremos qué se debe hacer después de la muerte y en el funeral.
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