Visitar a los enfermos (parte 2 de 2)
Descripción: La recompensa, la etiqueta y los modales de visitar al enfermo.
- Por Abdur-Rahman Mahdi (© 2011 IslamReligion.com)
- Publicado 28 Nov 2011
- Última modificación 28 Nov 2011
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Las recompensas por visitar al enfermo son grandes, tanto en número como en magnitud. El Profeta Muhammad dijo:
“Si un hombre visita a su hermano musulmán enfermo, es como si caminara recogiendo los frutos del Paraíso hasta que se siente, y cuando se sienta es bañado en misericordia; y si esto fue por la mañana, setenta mil ángeles rezan por él hasta la noche; y si fue por la noche, setenta mil ángeles rezan por él hasta la mañana”. (At-Tirmidhi)
Y él, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él, también dijo:
“Quienquiera que visite a una persona enferma está rodeado de misericordia hasta que se sienta, y cuando se sienta se sumerge completamente en ella”. (Silsilah As-Sahihah)
Y el Profeta también dijo:
“Cualquiera que visite a una persona enferma o visite a un hermano en el Islam, un pregonero le grita: ‘Que seas feliz, que tus pasos sean bendecidos, y que ocupes una posición digna en el Paraíso’”[1].
La felicidad y el optimismo son virtudes islámicas cuando surgen de la confianza y la esperanza en Dios. Del mismo modo, la tristeza y el pesimismo son pecados cuando reflejan un estado de desesperación en el Todopoderoso. Por lo tanto, independientemente de qué tan grave o “incurable” sea la enfermedad, quien visita al enfermo debe animarlo con la esperanza en Dios, Quien tiene el poder sobre todas las cosas, incluyendo la enfermedad crónica y hasta la terminal.
“¿Acaso Quien tiene poder sobre todas las cosas no es capaz de resucitar a los muertos?” (Corán 75:40)
“Es a Allah que los creyentes deben encomendarse”. (Corán 3:122)
Además de tratar de ayudar al enfermo a olvidar su dolor, sufrimiento, incomodidad y dificultad –aunque sea sólo por un momento–, el visitante debería servir también para levantarle el ánimo, animar su espíritu y fortalecer su determinación. Abdullah bin Abbas, el primo y Compañero del Profeta, relató que cuando visitaban a una persona, el Mensajero de Dios decía:
“Sé firme, que Dios te purifica”. (Sahih Al Bujari)
Es más, el visitante debe aprovechar la ocasión de su visita para recordarse a sí mismo y al que visita sobre su dependencia total y absoluta de Dios, que es mejor sufrir en esta vida en lugar de la próxima; y que Él, el Altísimo, recompensará al creyente que es paciente y firme cuando es puesto a prueba.
“La piedad no consiste en orientarse hacia el oriente o el occidente, sino que consiste en creer […] ser paciente en la pobreza, la desgracia y en el momento del enfrentamiento con el enemigo”. (Corán 2:177)
Hablar con tacto es aconsejable durante los mejores tiempos. El que visita al enfermo debe ser especialmente sensible y cuidadoso con sus palabras mientras está en presencia del que sufre. Después de todo, agravar la angustia del paciente puede llevarlo a que empeore su condición física. Y el hecho de que una persona esté incapacitada por su enfermedad no significa que pierda su derecho a ser obedecido en su propia casa, ni que su privacidad pueda ser irrespetada. El erudito del Islam, Imam Ibn Abdul-Barr, escribió en su libro de jurisprudencia islámica, Al Kafi:
“Si visitas a una persona sana o enferma, debes sentarte donde te digan. Los anfitriones saben mejor cómo asegurar la privacidad de su hogar. Visitar a una persona enferma es una Sunnah confirmada. La mejor visita es la más corta. El visitante no debe pasar mucho tiempo con la persona enferma, a menos que sean amigos cercanos y la persona enferma disfrute de su compañía”.
En cuanto a la duración de la visita, si el visitante es sincero en su intención, una vez ha logrado el objetivo de su visita, no tendría ninguna razón para agobiar al enfermo con una estadía prolongada y molestias innecesarias. El erudito sirio Shaij Abdul-Fatah Abu Ghuddah, escribió en su libro de modales islámicos:
“La duración de la visita no debe ser mayor que el tiempo entre los dos sermones del viernes. A este respecto, se dijo que la visita debería ser suficiente como para transmitir saludos y deseos, para preguntar al enfermo cómo está, para rezar por su recuperación y para salir inmediatamente después de ofrecerle la despedida”.
El punto es que el visitante debe mostrar compasión en todo momento y oportunidad: compasión a través de lo apropiado de sus palabras, compasión a través de lo correcto de su conducta, y compasión a través de la brevedad de su estadía; todo con la certeza de que haciendo esto lo hará merecedor de la compasión de Dios, como dijo Su Amado Profeta:
“Muestra misericordia a aquellos en la tierra, y Aquel sobre los cielos tendrá misericordia de ti”.
Y de los actos más compasivos está emular la Sunnah del Profeta Muhammad al visitar al enfermo. Esto es porque decir y hacer lo que él hizo es la forma más segura de lograr el éxito en esta vida y en la otra, tanto para el visitante como para el que es visitado. De las muchas narraciones proféticas que nos han llegado a este respecto, está la narración de A’isha, la esposa del Profeta, cuando dijo:
“Si alguien se enfermaba, el Profeta pasaba su mano derecha sobre él mientras decía la siguiente oración: ‘¡Oh Señor de la humanidad!, quita el sufrimiento, brinda recuperación, no hay cura sino Tu cura que no deja lugar a enfermedad’”. (Sahih Al-Bujari, Sahih Muslim)
También, es parte de la práctica del Profeta cuando visitaba a los enfermos, decir:
“No te preocupes. Es una limpieza y una purificación (de los pecados), si Dios quiere”. (Sahih Al Bujari)
Deseemos y recemos porque cada aflicción que experimentemos sea una bendición, una limpieza y una purificación tanto de nuestro cuerpo como de nuestra alma de todo daño e impureza. Y que nuestra visita a otros durante su enfermedad nos dé a nosotros y a ellos recompensas de Él, Quien es el Altísimo. Y en Dios nos refugiamos.
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