Jenny, excristiana, Australia (parte 1 de 2)

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Descripción: Una adolescente australiana, confundida por el concepto de Trinidad, que abrazó el Islam después de un año en la secundaria budista, en Japón.

  • Por Jenny
  • Publicado 20 Mar 2017
  • Última modificación 20 Mar 2017
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A menudo, cuando la gente me pregunta "¿cómo entraste al Islam?", respiro profundo y trato de contar la "versión resumida". No creo que el Islam sea algo que llegue de repente, a pesar de que así lo sentí en ese momento, sino que es algo hacia lo que fui guiada gradualmente a través de diversas experiencias. Al escribir este texto, espero que alguien pueda leerlo, identificarse con algunas cosas, y sentirse motivado a aprender más sobre el verdadero Islam.

Nací en 1978 en Australia, fui bautizada y criada como cristiana. De niña solía esperar a asistir a la iglesia e ir a la escuela dominical. A pesar de que aún puedo recordar estar a la espera de ello, no puedo recordar mucho más. Quizás estaba poniéndome mis mejores vestidos, quizás viendo a los demás niños, quizás las historias, o quizás simplemente esperaba el famoso almuerzo dominical de la abuela cuando volvía a casa. Mi familia nunca fue estricta en cuanto a la religión, jamás leíamos la Biblia fuera de la iglesia, y nunca bendecíamos los alimentos antes de comer. En resumen, creo que la religión no era un tema importante en nuestras vidas. Puedo recordar que asistía a la iglesia con mi familia a veces, y que, al hacerme mayor, me molestó que los demás miembros de mi familia decidieran no volver a ir. Así que el último par de años asistí a la iglesia yo sola.

Durante el tiempo que asistí a la escuela primaria, "educación religiosa" era una materia que recibía semanalmente. Aprendimos los "verdaderos valores cristianos" y recibimos copias de la Biblia, aunque en ese momento no lo hubiera admitido, también esperaba con interés esa clase. Era algo interesante de aprender, algo que creía tenía algún tipo de importancia, solo que no sabía cuál.

En mis años de secundaria asistí a un colegio femenino. No recibíamos ningún tipo de clases religiosas allí, y creo que, hasta cierto punto, me perdí eso porque comencé a leer la Biblia en mi propio tiempo. Para entonces, la leía solo "por no dejar". Creía en la existencia de Dios, pero no en la forma que a menudo era descrita en la iglesia. En cuanto a la Trinidad, esperaba llegar a entenderla al crecer. Había muchas cosas que me confundían, de modo que parecía haber tiempos "religiosos" en mi vida en los que leía la Biblia y me esforzaba por seguirla, y luego me confundía y pensaba que era demasiado para mi entendimiento. Recuerdo haber hablado con una muchacha cristiana en mi clase de matemáticas, creo que eso me dio una razón para fijarme en las matemáticas. Le pregunté sobre cosas que no entendía, y aunque algunas explicaciones que me dio me hicieron entender, otras no parecían lo suficientemente lógicas como para que yo confiara en el cristianismo al 100%.

No puedo decir que alguna vez haya estado cómoda viviendo con muchos aspectos de la cultura australiana. Jamás entendí, por ejemplo, el beber alcohol o tener muchos novios. Siempre sentí que había mucha presión y algunas veces lloré al pensar en crecer, debido a lo que "crecer" significa en esa cultura. Mi familia viajó con frecuencia al extranjero y siempre pensé que podría encontrar un país donde llevar una vida cómoda, sin sentirme presionada como me sentía en el mío. Después de pasar tres semanas en Japón en un intercambio estudiantil, decidí que quería irme nuevamente, esta vez en un intercambio de largo plazo. En mi último año de secundaria fui aceptada para asistir a un colegio japonés durante el siguiente año.

Antes de salir de Australia para pasar el año en el extranjero, estaba pasando por una de mis "etapas religiosas". A menudo trataba de ocultarles esas etapas a mis padres, por alguna razón creía que ellos se reirían de mí por leer la Biblia. La noche antes de volar hacia el Japón, mi maleta estaba ya empacada, sin embargo, me quedé hasta que mis padres se durmieron para poder empacar también mi Biblia, no quería que mis padres supieran que me la estaba llevando.

Mi año en Japón no terminó siendo una experiencia muy agradable en realidad. Encontré problema tras problema, y esa época fue muy difícil. Yo tenía 17 años cuando fui y creo que aprendí muchas lecciones valiosas en ese año, una de ellas fue que "las cosas no siempre son lo que parecen". En un momento me sentí como si lo hubiera perdido todo: mis amigos de la escuela japonesa (los amigos siempre fueron muy importantes para mí, incluso en Australia), mi familia japonesa, y recibí una llamada telefónica donde se me decía que sería devuelta a casa en Australia un par de meses antes de lo previsto.

Lo había "perdido todo", incluyendo el sueño que había tenido tan cerca por tantos años. La noche que recibí esa llamada tomé mi Biblia, creí que allí podría encontrar algún consuelo y sabía que, sin importar lo que pasara, Dios sabía la verdad sobre todo lo que todos hacen, y que ninguna cantidad de chismes y mentiras cambiaría eso. Siempre creí que los tiempos difíciles nunca nos son dados para "detenernos", sino para ayudarnos a crecer. Con eso en mente, estaba determinada a quedarme en Japón hasta terminar el año entero, y de alguna manera detener los rumores ridículos. Alhamdu lil-lah, pude hacerlo.

A partir de ese año, llegué a entender que no solo cada cultura es distinta, sino que ambas tienen sus puntos positivos y negativos. Entendí que lo que buscaba no era una cultura, sino algo más.

Asistí a una escuela budista femenina en Japón. Teníamos una reunión todas las semanas donde rezábamos, cantábamos y escuchábamos al director que nos daba largas charlas. Al principio, no me sentía cómoda asistiendo a esas reuniones. Me dieron una copia del cancionero junto con un collar de cuentas que uno usa para contabilizar las oraciones con la mano. Traté de alejarme de esas reuniones en un comienzo, pero luego decidí que no tenía que darle el mismo significado a las cosas que le daban los demás. Cuando oraba, le oraba al mismo Dios al que siempre le había rezado, el Uno y Único Dios. No puedo decir que llegué a entender el budismo, siempre que trataba de averiguar más al respecto, encontraba callejones sin salida. Incluso le pregunté a un japonés que enseñaba inglés, él había estado en Estados Unidos varias veces y decía que en Japón era budista y en Estados Unidos era cristiano. Había cosas sobre el budismo que me parecieron interesantes, pero no era algo que yo pudiera considerar una religión.

De muchas maneras, escogí lo que me gustaba de religiones y filosofías espirituales, y formé lo que consideré que era mi "religión personal". Recogí citas filosóficas en la secundaria, leí cosas como la Profecía Celestina y los Ángeles cuando regresé a Australia, y todavía mantenía creencias cristianas que tenían sentido para mí. Me sentía en una búsqueda continua de la verdad.

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Jenny, excristiana, Australia (parte 2 de 2)

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Descripción: Una adolescente australiana, confundida por el concepto de Trinidad, que abrazó el Islam después de un año en la secundaria budista, en Japón.

  • Por Jenny
  • Publicado 27 Mar 2017
  • Última modificación 27 Mar 2017
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Cuando retorne a Australia me hice más amiga de una muchacha con la que asistíamos a la misma secundaria, a ella siempre la consideré una buena amiga, pero no estaba en el "grupo de mis amigos" con quienes me sentaba en clases o durante el almuerzo. A algunas personas de dicho grupo no las había visto ni escuchado desde que había regresado de Japón. Me di cuenta de que esta otra chica y yo teníamos mucho más en común de lo que yo había pensado, quizás eso se debía a que yo había cambiado mucho en Japón, o quizás porque aprendí que ser "socialmente aceptable" y popular no era importante, porque la gente que hace esos juicios no siempre es moralmente correcta. Realmente no me importaba quiénes eran mis amigos y quiénes no, pero sí me importaba ser fiel a mí misma y me negaba a cambiar para darle gusto a los demás. Sentía que había encontrado quién era yo realmente al perder todo lo que antes había considerado importante.

La chica con la que yo había crecido era musulmana, aunque yo no pensaba en eso en ese momento. Una noche ella me invitó a un café y nos sentamos a hablar de religión, principalmente en el concepto que cada una tenía de Dios. Ella fue la que más estuvo haciendo preguntas acerca de lo que yo creía que era dios. Disfruté la conversación y sentí que de alguna manera le estaba dando sentido a ella respecto a mi "religión personal". Cuando regresamos a casa, ella sacó un libro de Los 40 hadices y me leyó algunos de ellos, que por supuesto me resultaron interesantes. Le pedí que me prestara algunos de sus libros para poder leerlos todos, cosa que en efecto hice. Leer esos libros fue, en cierto modo, atemorizante. Para mí, también se podían encontrar ejemplos del Islam en las noticias y en libros como Princesa y No sin mi hija. Sin duda, pensé, los hadices solo eran la parte buena de esa religión, pero también había una parte mala.

Después me mudé de regreso a mi universidad para el comienzo del nuevo semestre, y realmente no podía conseguir los libros de mi amiga, así que comencé a buscar en Internet. Ya había "conocido" a algunos musulmanes en el chat IRC, pero los consideraba también mis amigos y creía que no me dirían la "verdad" sobre el Islam, creía que ellos solo me contaban las partes buenas. Sin embargo, les hice varias preguntas, y ma sha Al-lah, fueron de mucha ayuda. Todavía recuerdo que le pregunté a un musulmán si creía en los ángeles. Los ángeles eran parte de mi "religión personal" y no creí que un musulmán admitiera su existencia. Mi entendimiento limitado e ignorante sobre el hombre musulmán era que golpeaba a su esposa, mataba a niñas bebés, y era terrorista en su tiempo libre. Este tipo de persona no podía creer en los ángeles. Quedé anonadada cuando me dijo: "¡Por supuesto que creo en los ángeles!". A partir de entonces, me interesó saber en qué creían los musulmanes.

A menudo pienso que inicialmente continué leyendo sobre el Islam en Internet solo para probar que estaba equivocado. Siempre estaba buscando la "parte mala". No era posible que todo el mundo tuviera tan mala imagen del Islam si no había una buena razón para ello. Siempre había encontrado una parte mala o ilógica en todas las religiones sobre las que había leído, ¿por qué el Islam iba a ser distinto? Recuerdo haber encontrado un sitio en Internet con un chat islámico, y esperaba ver mujeres oprimidas leyendo lo que los varones estaban diciendo. Creí que ellas no tenían opinión, esperaba la típica "muchacha musulmana" que siempre se disculpa por todo. Me impactó ver chicas musulmanas chateando felizmente, con opiniones que siempre podían expresar con libertad. Estas chicas musulmanas estaban incluso más liberadas que yo.

Mi aprendizaje sobre el Islam en Internet continuó a través de salas de chat en las que hablé con mucha gente. Cuanto más aprendía, más miedo sentía. No le dije a ninguna de mis amistades que estaba leyendo sobre el Islam, ni siquiera a mi mejor amiga. Al principio era porque no quería que me dijeran solo las "partes buenas"; y luego, cuando me di cuenta de que no iba a encontrar las "partes malas", mantuve mi silencio porque no quería darles esperanzas de que me fuera a convertir al Islam. Quería que esa "decisión" fuera tomada por mí misma, sin ninguna presión.

Esta "decisión" de la que hablo, no era realmente una decisión, en lo absoluto. A menudo me preguntan: "¿Qué hizo que te decidieras a hacerte musulmana?". Pero cuando se te presenta algo tan claro y lógico como el Islam, no hay elección. Eso no significa que sea fácil tomar la decisión de decir la Shahada (declaración de fe), muchas cosas me detuvieron al comienzo. En primer lugar, creía que todavía no sabía lo suficiente sobre el Islam, pero eso luego ya no importó más, porque sabía que jamás encontraría en él algo malo o ilógico. Me di cuenta de que decir la Shahada no es el último paso, sino el primero. In sha Al-lah (si Dios quiere) seguiré aprendiendo. Lo otro que me hizo dudar fue separar la palabra "Islam" de todas las cosas malas que había asociado con ella. Siempre creí que yo no podía ser musulmana. Descubrir después que mi "religión personal" y mi creencia de que Dios es Uno, en realidad era Islam, fue duro para mí al comienzo. El Islam reunió todo y le dio sentido. Para mí, encontrar el Islam fue como un gran viaje en autobús, me había detenido y había visto todas las paradas en el camino, tomando un poco de cada una de ellas, y seguí con el viaje. Cuando encontré el Islam, esa fue la última parada de mi largo trayecto.

En octubre de 1997, mi mejor amiga me acompañó a un Centro Islámico en Melbourne (Jeffcott St.), donde hice mi Shahada. Todavía tenía miedo en ese momento, pero después de que una de las hermanas me habló de los artículos de fe, puse una señal mental en cada uno de ellos y supe que no había nada más qué decir con mi boca. Todavía lloro cuando recuerdo el momento en que dije: "Sí, lo haré". Finalmente, derribé el muro mental que me había detenido. Repetí las palabras en árabe que me dijo la hermana, con la primera palabra, lloré. Es un sentimiento que no puedo explicar. Mi amiga estaba sentada a mi lado, un poco atrás, y no se dio cuenta de que yo estaba llorando. Sentía mucho poder a mi alrededor y en las palabras, pero yo me sentía muy frágil.

A veces pienso que mi familia se pregunta si esto solo es una fase por la que estoy atravesando, igual que mis otras fases. Incluso fui vegetariana hasta una noche en que mi madre me dijo que la cena era un asado. Todavía tengo mucho que aprender, pero algo que quisiera que la gente entendiera es que sé, Alhamdu lil-lah (todas las alabanzas son para Dios), que el Islam es una bendición para la humanidad. Cuanto más aprendas, in sha Al-lah, más verás la belleza del Islam.

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