La historia de Moisés (parte 12 de 12): Lecciones de la Vida del Profeta Moisés
Descripción: ¡Pon tu confianza en Dios!
- Por Aisha Stacey (© 2012 IslamReligion.com)
- Publicado 18 Jun 2012
- Última modificación 17 Jun 2012
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La condición humana está llena de pruebas, preocupaciones y curvas de aprendizaje tremendas. La vida está llena de sorpresas. Sin embargo, recordar a Dios y esforzarse en complacerlo, es la línea vital de la humanidad. El Corán contiene historias inspiradoras de la vida de los profetas y de hombres y mujeres rectos. La vida de Moisés se discute con frecuencia y su historia nos enseña que Dios es misericordioso, confiable y cariñoso. Allah, El Más Clemente, no nos ha dejado solos, nos ha proporcionado Su guía y Su luz.
Por cierto que en las historias [de los Profetas] hay un motivo de reflexión para los dotados de sano juicio. No es [el Corán] un relato inventado sino una confirmación de lo revelado anteriormente, y es una explicación detallada de todas las cosas, guía y misericordia para los creyentes. (Corán 12: 111)
A lo largo de esta serie de artículos, hemos aprendido sobre la tremenda fortaleza de carácter de Moisés, y su habilidad para perseverar incluso en circunstancias extremas. Moisés siguió los mandamientos de Dios con valor y determinación, y más allá de todo, poseía un carácter de gran importancia, el carácter de la sinceridad. Moisés era sincero en todos sus esfuerzos. Sin importar lo que hiciera, actuaba siempre con el propósito expreso de agradar a Dios. Cuando la determinación es acompañada con sinceridad, el carácter de una persona puede llegar a ser extraordinario.
Durante los años en que los hijos de Israel vagaron por el desierto sin poder entrar a la tierra prometida, Moisés encontró a Jidr y pasó un tiempo con él. Un hombre que la mayoría de los eruditos cree era un profeta.
Ibn Kazir narró que un día alguien le preguntó a Moisés: “¡Oh Mensajero de Dios, ¿hay en la tierra alguien con más conocimiento que tú?” Moisés le contestó: “¡No!”, creyendo que ya que Dios le había permitido hacer milagros y le había entregado la Tora, él debía ser el hombre vivo más sabio. Esto, sin embargo, no era cierto. El encuentro de Moisés con Jidr le enseña a la humanidad que ninguna persona puede tener toda la información disponible y que aunque pensemos que somos inteligentes y sabios, la necesidad de buscar el conocimiento nunca termina. Cuando Moisés se dio cuenta de la existencia de Jidr, pidió reunirse con él.
Dios le dijo a Moisés que pusiera un pez vivo en un recipiente. Cuando el pez desapareciera, él se encontraría con el hombre que buscaba. Moisés inició su viaje acompañado por un joven que llevaba el recipiente con el pescado. Llegaron a un lugar donde se encontraban dos ríos y decidieron descansar allí. Moisés se durmió al instante. Mientras dormía, su compañero vio cómo el pez se escapaba hacia el río y se iba nadando, pero olvidó informar de ello a Moisés.
Cuando Moisés despertó, continuó su viaje hasta que estaban exhaustos y hambrientos. Moisés pidió comida. Sólo cuando hizo esto, su compañero recordó que el pescado se había escapado. Al oír esto, Moisés exclamó: “¡Eso es exactamente lo que buscábamos!” Volvieron rápidamente sobre sus pasos para encontrar el lugar donde los ríos se encontraban y donde el pez había saltado.
Cuando Moisés se dio cuenta que habían tomado la dirección equivocada, de inmediato volvió atrás. No siguió adelante con la esperanza de proteger su reputación o ahorrar tiempo, él sabía que el camino era errado y lo corrigió. En esta vida, muchos de nosotros elegimos el camino incorrecto, pero nos da miedo o vergüenza volver atrás y tomar una dirección distinta. Hay grandes lecciones a aprender de los actos del profeta Moisés. Una vez una persona se da cuenta que va en la dirección equivocada en la vida, debe de inmediato dar la vuelta y volver al camino correcto. Uno no debe considerar esto como una derrota, sino como una victoria.
Cuando Moisés regresó al camino correcto, conoció a Jidr. Fue un encuentro diseñado para darle la luz del conocimiento. Este momento histórico de la reunión de Moisés con Jidr se narra en el Corán en el capítulo 18, La Cueva.
Moisés le dijo: ¿Puedo seguirte para que me instruyas sobre aquello que se te ha enseñado? Respondió: Tú no podrás soportarlo. ¿Cómo podrías soportar algo que desconoces? Dijo: Verás, si Allah quiere, que lo resistiré y no te desobedeceré. Dijo: Si me sigues, no me preguntes sobre nada hasta que yo no te haga mención de ello. Y partieron hasta que abordaron una embarcación a la que dañó. Dijo [Moisés]: ¿La has dañado para que se ahoguen quienes la abordaron? Has cometido algo asombroso y grave. Dijo: ¿No te había dicho que no lo soportarías? Disculpa mi olvido, y no me impongas una carga muy difícil. Y partieron hasta que se encontraron con un niño al que mató. Dijo [Moisés]: ¿Has matado a una persona inocente sin que él haya matado a nadie? Por cierto que has cometido algo terrible. Dijo: ¿No te había dicho que no lo soportarías? Dijo [Moisés]: Si vuelvo a preguntarte por algo no consientas en que te acompañe. Ya me has disculpado varias veces. Y partieron hasta que llegaron a un pueblo y pidieron a sus habitantes que los alimentaran, pero ellos se negaron a ser hospitalarios. Luego encontraron en el pueblo un muro que estaba a punto de derrumbarse, y lo reconstruyó. Dijo [Moisés]: Si hubieras querido, podrías haber pedido una paga por ello. Dijo: Aquí nos separamos. Pero te informaré acerca de aquello que no pudiste soportar.
En cuanto a la embarcación, pertenecía a unos pobres que trabajaban en el mar y quise averiarla porque detrás de ellos venía un rey que se apoderaba por la fuerza de todas las naves que estuvieran en perfectas condiciones. En cuanto al niño, sus padres eran creyentes y supimos que él les induciría al desvío y la incredulidad. Quiso su Señor concederles en su lugar otro hijo más puro y benevolente. En cuanto al muro, pertenecía a dos jóvenes huérfanos del pueblo. Había debajo de él un tesoro que les pertenecía. Su padre había sido un hombre piadoso y tu Señor quiso que cuando alcanzaran la madurez encontrasen el tesoro, como una misericordia de tu Señor. Yo no lo hice por propia iniciativa. Ésta es la razón de aquello que no pudiste soportar. (Corán 18:66-82)
La historia de Moisés y Jidr nos recuerda que Dios es el Más Sabio. La frágil vida del ser humano puede contener mucha alegría y risas, pero a veces nos vemos acosados por las pruebas, las tragedias y las calamidades que aparentemente no tienen sentido. Como creyentes, debemos creer que todo lo que Dios decreta, surge de Su Sabiduría Suprema y Absoluta.