La verdadera riqueza (parte 1 de 2)

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Descripción: La realidad de la vida en este mundo.

  • Por Yasir Al Qadhi
  • Publicado 08 Jun 2015
  • Última modificación 27 Jul 2015
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spa_The_True_Richness_(part_1_of_2)_001.jpgMuchas personas asumen erróneamente que la verdadera riqueza y el verdadero tesoro es el dinero. En efecto, es verdad que la riqueza es una gran bendición de Dios que otorga a Sus siervos; y quien la obtiene de manera pura y la gasta de manera apropiada, sin duda obtiene una gran recompensa de Dios.

Pero, al mismo tiempo, la riqueza no es la mayor bendición que se le puede otorgar a la humanidad. Además, no importa cuán rica sea una persona, eventualmente perderá su riqueza y pasará a manos de otros. El Profeta (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) nos recordó esto cuando les preguntó a los compañeros:

"¿Quién de ustedes ama el dinero de sus herederos más que su propio dinero?"[1]

Ellos contestaron: "¡Mensajero de Dios! No hay nadie entre nosotros que no ame más su propio dinero que el dinero de sus herederos".

Entonces, el Profeta les dijo: "Pero su dinero es solo lo que ya ha gastado, y el dinero de sus herederos es lo que dejará tras de sí". (Sahih Al Bujari)

Así que, en realidad, la mayor parte del dinero que una persona posee terminará en manos de sus herederos, y solo aquella parte que sea gastada por la causa de Dios beneficiará a la persona en el Más Allá.

Dios subraya este punto en el Corán con la enseñanza de que:

"Los bienes materiales y los hijos son parte de los encantos de la vida mundanal, [que estos no los hagan olvidar de lo que Dios ha ordenado. Utilicen bien sus riquezas y eduquen correctamente a sus hijos,] pues las obras que a Dios Lo complacen son las que perduran y tienen gran recompensa". (Corán 18:46)

De modo que el dinero y los hijos pueden ser una comodidad y un placer en esta vida, pero las buenas obras son las que permanecerán, no la familia ni la riqueza que se posea. Son estas buenas obras las que le darán a una persona la complacencia de Dios, y es a través de ellas que la persona puede esperar una recompensa eterna en el Más Allá. El Corán afirma con claridad:

"Sepan que no son ni sus bienes materiales ni sus hijos los que los acercan a Mí, sino que quienes crean y obren rectamente recibirán una recompensa multiplicada por sus obras, y morarán seguros en habitaciones elevadas [del Paraíso]". (Corán 34:37)

En una parábola famosa y a menudo repetida, el Corán compara la vida de este mundo con una cosecha que prospera después de la lluvia solo para marchitarse en un corto período de tiempo. El Corán afirma:

"Sepan que la vida mundanal es juego, diversión, encanto, ostentación y rivalidad en riqueza e hijos. Es como la lluvia que genera plantas que alegran a los sembradores con su verdor, pero luego las ven amarillearse hasta convertirse en heno. En la otra vida, ustedes recibirán un castigo severo o el perdón de Dios y Su complacencia. La vida mundanal no es más que un disfrute ilusorio". (Corán 57:20)

El Imam As-Sa’adi resumió el comentario de esta aleya cuando escribió en un hermoso pasaje:

En este versículo, Dios nos informa la verdadera naturaleza de este mundo y en qué está basado, y nos explica su final y el final de la gente en él. Nos informa que es mero juego y diversión, de modo que nuestros cuerpos juegan en él y nuestros corazones se divierten con él. Y vemos que eso es exactamente lo que hace la gente que sigue este mundo, así que los hallarás desperdiciando sus vidas para entretener a sus corazones. Están en completa ignorancia del recuerdo de Dios y de lo que tendrán que enfrentar en cuanto a recompensas y castigos (en el Más Allá). Los ves tomar su religión como una diversión y un pasatiempo. Y esto está en contraste con la gente consciente, y con aquellos que se esfuerzan por el Más Allá. Sus corazones están vivos con el recuerdo de Dios, Su conocimiento y Su amor. Y se mantienen ocupados con actos que los acerquen a Dios, y esos actos no solo los benefician a ellos sino también a los demás. Y la frase "entretenimiento y diversión" significa que ellos tratan de embellecerse en sus ropas, comidas, bebidas, medios de transporte, casas y palacios, su prestigio y similares. La frase "ostentación y rivalidad en riqueza e hijos" implica que todos estamos atados (a este mundo) tratando de tener éxito sobre los demás y lograr la victoria en todos estos asuntos. La persona ve que puede satisfacer todos sus deseos a través de ello, y cada quien quiere ser aquel que tiene más que los demás, en términos de dinero y de hijos. Eso es lo que ocurre entre quienes aman este mundo y están complacidos con él.

Ello contrasta con aquellos que son conscientes de este mundo y su realidad, de modo que lo toman como algo pasajero y no un objetivo. Así que rivalizan en acercarse a Dios y utilizan los medios necesarios para asegurarse de llegar al destino prometido. Y cuando ven a alguien que trata de competir en dinero e hijos, en lugar de eso compiten con él en buenas obras.

Entonces, Dios nos ha dado una parábola de este mundo. Es como una lluvia que cae a la tierra y se mezcla con la vegetación que es devorada por hombres y animales, hasta que, cuando la tierra extiende su belleza y los incrédulos —aquellos que no pueden ver más allá de esta vida— estén sorprendidos con sus frutos, la orden de Dios le llega. Así que es destruida, todo se marchita y se seca, y regresa a su estado anterior, como si jamás hubiera dado vegetación alguna, como si jamás se hubiera visto belleza sobre la tierra.

¡Y es así como es el mundo! Mientras está florecido brota de él la belleza y el ser humano puede tomar los tesoros que desee y todo lo que quiera obtener de él, encuentra abiertas las puertas para lograrlo; pero, de repente, Dios decreta que todo se derrumbe, entonces toda la ganancia material obtenida del mundo es retirada de sus manos y su control desaparece, incluso él mismo desaparece del mundo y lo deja sin llevarse nada. Al final, no habrá obtenido nada más que una mortaja con la que se cubrirá su cadáver. Entonces, llega el infortunio a quien hace del mundo su objetivo y lo sacrifica todo por él, y se esfuerza y dedica su vida entera a él.

Y en cuanto a los actos para el Más Allá, esos son los que realmente benefician. Quedarán almacenados para su dueño (los frutos de su trabajo) y lo acompañarán para siempre. Es por ello que Dios afirma:

"Los que rechazan el Mensaje recibirán un castigo severo, mientras que los creyentes que obren rectamente obtendrán el perdón y una gran recompensa". (Corán 35:7)

De modo que en el Más Allá solo se pertenecerá a uno de estos dos grupos. En cuanto al castigo, este será en el fuego del Infierno, con sus llagas, sus cadenas y todos sus horrores, y esto será para aquel que hizo del mundo su objetivo, el final de su viaje, por lo que desobedeció a Dios, rechazó Sus señales y no agradeció Sus bendiciones.

Y en cuanto al perdón de Dios para los pecados, la absolución de todo castigo y la complacencia de Dios, esto será para quien se esforzó por la Residencia del Disfrute (el Paraíso), aquel que se dio cuenta de la real naturaleza de este mundo y, por eso, se esforzó de verdad por el Más Allá.

De modo que todo esto debería disminuir nuestro deseo por este mundo y aumentar nuestro deseo por el Más Allá, y es por esto que Dios dice: "Sepan que la vida mundanal es juego, diversión". Así que esta (vida) es un entretenimiento del que una persona puede beneficiarse y suplir sus necesidades. Nadie, excepto alguien de mente débil, será engañado por ella ni se sentirá complacido con ella, y esos son aquellos a quienes Dios les permitirá ser engañados por el Embustero (Shaitan)[2].



Pie de página:

[1] En otras palabras: "¿Quién de ustedes ama el dinero que está en manos de la gente que lo heredará de las suyas cuando muera (como sus hijos e hijas) más que el dinero propio?".

[2] TafsiraS-Sa’adi.

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La verdadera riqueza (parte 2 de 2)

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Descripción: Cómo puede vivir uno contento con este mundo.

  • Por La verdaderariqueza (parte 2 de 2)
  • Publicado 08 Jun 2015
  • Última modificación 08 Jun 2015
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No importa cuánto dinero gane una persona, en realidad solo utiliza una parte muy pequeña de él. Reflexiona sobre el sabio recordatorio del Profeta (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) que Abdul-lah ibn Ash-Shagir reportó:

"Entré cuando el Profeta estaba recitando Alhakumu takazur: ‘El afán de tener más y más los domina’ (Corán 102:1).

Y dijo: ‘El hijo de Adán dirá: ¡Mi dinero! ¡Mi dinero! Pero tú no tienes, hijo de Adán, ningún dinero, más que el que te has comido, el que has desperdiciado o el que has vestido antes que tus ropas se desgastaran, o el que has dado en caridad, que es el que has puesto delante de ti (para ganar sus recompensas en el Más Allá)’". (Sahih Muslim)

En este hadiz, el Profeta nos recuerda que, en realidad, todo nuestro dinero solo es utilizado de tres maneras: Primero, la comida que ingerimos, y esto eventualmente se transforma en desperdicio. Segundo, las ropas que vestimos, y esto eventualmente se desgasta hasta ser inservible. Tercero, el dinero que es dado por la causa de Dios, y esa es la única parte cuyos beneficios se mantienen y regresan a nosotros. Por lo tanto, ¿de qué le sirve a una persona regocijarse en "su dinero" y jactarse de él, y vivir ansiosa por él cuando en realidad tan poco de él es utilizado de modo que le proporcione un beneficio eterno?

Debido a estos factores, el Profeta Muhammad le recuerda a la humanidad que las riquezas no son proporcionales a la cantidad de posesiones materiales que tenga una persona. La verdadera riqueza es estar satisfecho con lo que uno tiene y utilizarlo en el esfuerzo por la recompensa eterna en el Más Allá. El Profeta dijo:

"La riqueza no es la cantidad de posesiones (que uno tiene); al contrario, la verdadera riqueza es estar satisfecho". (Sahih Al Bujari)

También afirmó:

"Aquello que es poco pero suficiente, es mejor que lo que es mucho pero distrae"[1].

Y en un tercer hadiz:

"Es verdaderamente exitoso aquel que ha sido guiado al Islam y cuyo sustento le es suficiente y está satisfecho con ello". (Sahih Muslim)

Y por último:

"El mejor sustento que recibes es el que es suficiente"[2].

Podemos ver claramente, en consecuencia, que el éxito y la riqueza se hallan en la paz y la satisfacción que resultan de la sinceridad en la fe y su práctica. La satisfacción en el corazón es lo que hace que una persona se dé cuenta de cuál es la verdadera riqueza y la aprecie. El Profeta describió esta riqueza en otro hadiz donde dijo:

"Aquel de ustedes que se despierte seguro en su casa, con salud en su cuerpo, teniendo la cantidad justa de comida que necesita para ese día, ¡es como si todo el mundo le hubiera sido otorgado con todo lo que hay en él!"[3].

Podemos obtener muchos beneficios de este hadiz. "Aquel de ustedes…" se refiere a los musulmanes, indicando la primera y mayor de las bendiciones, a saber, el Islam; "…despierte…" significa que uno ha sido bendecido con la vida; "…seguro en su casa…" quiere decir sin miedo a ser atacado o a que la seguridad de su familia peligre; "...con salud en su cuerpo...", es decir, que Dios lo ha librado de enfermedades y dolencias; "...teniendo la cantidad justa de comida que necesita para ese día..." indica que incluso la cantidad mínima de sustento es una gran bendición de Dios, pues eso es lo que el cuerpo y la salud requieren, y mucha gente no tiene ni siquiera esa cantidad; y, finalmente, "...es como si todo el mundo le hubiera sido otorgado con todo lo que hay en él" se refiere que eso es todo lo que una persona necesita en esta vida, y todo lo que esté por encima de este mínimo es lujo innecesario. Estar satisfecho con la provisión de Dios, sea esta pequeña o grande, es estar satisfecho con la vida y, por ello, es la mayor riqueza que una persona puede tener. El Profeta afirmó:

"Dios prueba a Sus siervos con aquello que les otorga. A aquel que está contento con lo que sea que le ha sido asignado, Dios lo bendice con ello y le da más. Pero quien no se satisface (con lo que se le ha dado) no es bendecido con ello"[4].

Aquellos que están satisfechos con su propia provisión y su destino en la vida, no se preocupan por la riqueza ni el estatus de los demás, son personas que no se preocupan por cuánto dinero tienen los otros, qué tipo de autos conducen ni el tamaño de las casas en las que viven. Son aquellos con corazones puros que respetan a Dios y Le agradecen, a sabiendas de que los bienes de esta vida no pueden comprar la felicidad ni las bendiciones de la fe y la alegría. En recompensa, ellos son amados por Dios y por quienes los rodean. Este principio está claramente descrito en la noble tradición profética:

"Abandona (toda esperanza en) este mundo y Dios te amará. Y abandona (toda esperanza en) lo que esté en posesión de la gente y la gente te amará"[5].

En otra narración, una persona fue con el Profeta y le preguntó: "¡Mensajero de Dios! ¡Nárrame un hadiz, y hazlo corto!". Entonces, le dijo:

"Ofrece tu oración como si fuera la última, como si Lo estuvieras viendo (a Dios); pues aunque no Lo veas, Él te ve a ti. Abandona todo deseo de (obtener) lo que poseen los demás y tendrás una vida sana. Y evita cualquier cosa por la que (después) tengas que inventar una excusa"[6].

De modo que quien se ponga como objetivo principal en su vida complacer a Dios y obtener las recompensas del Más Allá, será amado por Dios; y quien evite competir con sus compañeros musulmanes por asuntos mundanales, será amado por la gente. Y esta riqueza —el amor de Dios y el de la humanidad— es de lejos mayor que cualquier riqueza que el dinero pueda comprar.

Los predecesores piadosos de esta nación también se dieron cuenta de este principio. Awn ibn Abdil-lah[7] dijo: "La mayor bendición es aquella que, cuando las cosas se ponen difíciles, aprecias lo que se te ha otorgado de las bendiciones del Islam"[8].

Así que, la próxima vez que estés en graves problemas financieros, en lugar de mirar los placeres materiales y temporales que no estás en capacidad de adquirir, reflexiona más bien sobre el "tesoro del Iman (fe)" con el que Dios te ha bendecido, y aprecia la gran fortuna de ser musulmán. Del mismo modo, cuando estés feliz o preocupado por alguna ganancia o pérdida monetaria, recuerda la declaración de Muhammad ibn Suqah, quien dijo:

"Hay dos características que, aunque Dios no nos castigue por ellas, son razones suficientes para nuestro castigo: regocijarnos por alguna pequeña ganancia que recibamos en este mundo y que Dios nunca nos vea tan felices por una buena obra que hagamos; y preocuparnos por un pequeño asunto que hayamos perdido respecto de este mundo, y que Dios nunca nos vea tan preocupados por un pecado que cometamos"[9].

Concluiré este artículo citando una aleya en la que Dios le recuerda al Profeta y a los creyentes que no codicien las riquezas de este mundo —riquezas que han sido otorgadas a quienes han rechazado someterse a Dios—, sino que se esfuercen por la riqueza en el Más Allá:

"No codicies [¡oh, Muhammad!] aquello con que he agraciado a algunos de los ricos [de los incrédulos], pues son solo placeres de esta vida mundanal con los que los ponemos a prueba. La recompensa que tu Señor tiene reservada es mejor y más duradera". (Corán 20:131)



Pie de página:

[1] Abu Ya’la, Ibn Adi y Al Albani lo autenticó en As-Sahihaih.

[2] Ibn Hibban. Véase As-Silsilah As-Sahihaih.

[3] At-Tirmidhi, Sahih Al Bujari, Ibn Hibban. Al-Albani estuvo de acuerdo con At-Tirmidhi en su Silsilah.

[4] Reportado por Ahmad como se menciona en As-Sahihaih.

[5] Ibn Mayah, Al Hakim. Al-Albani también lo declaró auténtico en As-Silsilah.

[6] Sahih Al Bujari, At-Tabarani.

[7] Abdul-lah ibn Masud. Cuando narraba este hadiz, su barba se mojaba en lágrimas. Murió hacia 115 d. H.

[8] Ibn Abi Ad-Dunia, Al Qana’ah wa At-Ta’afuf.

[9]Ibíd.

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