Omar, el Criterio (parte 1 de 3): “Fortalecer el Islam con Omar”
Descripción: Cómo el segundo sucesor del Profeta Muhammad abrazó el Islam.
- Por Aisha Stacey (© 2015 IslamReligion.com)
- Publicado 18 May 2015
- Última modificación 18 May 2015
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Cuando los enemigos del Islam oían el nombre de Omar, sus rodillas temblaban. Cuando Satanás escuchaba a Omar caminando calle abajo, tomaba otro camino. Incluso los amigos de Omar hallaban a veces su presencia intimidante, y temían también su ira. Sin embargo, este hombre de fuerza y poder, que gritaba con facilidad, tenía un corazón suave y compasivo. Omar era humilde sin ser débil, combinaba dos rasgos de carácter opuestos que lo hacían único entre los hombres que rodeaban al Profeta Muhammad. El camino de Omar hacia la verdad comenzó con un odio vehemente hacia Muhammad y la religión del Islam, pero ese odio pronto se transformó en amor intenso. Omar ibn Al Jattab fortaleció al Islam.
Omar pertenecía a una familia de clase media, ni rica ni pobre, del clan Adi, parte de la tribu de Quraish. Él fue educado con severidad, su padre era conocido por ser un hombre áspero, que hacía trabajar a su hijo hasta el agotamiento y lo golpeaba cuando consideraba que era necesario. A pesar de ello, se cree que Omar era letrado, lo que era una habilidad poco común en la Arabia preislámica. Nacido aproximadamente 11 años después que el Profeta Muhammad, Omar era un muchacho relativamente pálido que se convirtió en un hombre alto, musculoso y de buena constitución, conocido por sus modales fieros y sus habilidades para la lucha.
Omar inició su vida laboral como pastor para su padre y sus tías que le pagaban un salario muy bajo: a menudo era de solo un puñado de dátiles por un día completo de trabajo. Él obtenía ingresos adicionales participando en competencias de lucha, pero cuando se hizo adulto se convirtió en un comerciante exitoso y respetado hombre de negocios. Omar era conocido como un hombre fuerte, su postura y porte denotaban fortaleza, y su voz era potente e imponente. Cuando las enseñanzas de Muhammad se volvieron un problema para los hombres de La Meca, Omar hizo público su odio por el Islam y tomó parte en el abuso y la tortura de muchos de los conversos al Islam más débiles.
Los dos Omar
Aunque no es conocido por su nombre de pila, Omar, había otro hombre fuerte que decididamente se oponía al Islam. Este hombre originalmente era conocido como Abu Hakim (el padre de la sabiduría), pero la historia lo recuerda como Abu Yahl (el padre de la ignorancia), el enemigo declarado del Islam. El Profeta Muhammad (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) le dio el nombre de Abu Yahl para resaltar su total ignorancia al no reconocer la verdad del Islam. Está registrado que el Profeta Muhammad en una ocasión elevó sus manos en súplica y le rogó a Dios que fortaleciera al Islam con aquel de los dos Omar que Él amara más. Tanto para los enemigos del Islam como para los compañeros del Profeta Muhammad, que Omar ibn Al Jattab abrazara el Islam era algo impensable.
El odio de Omar hacia el Islam era tan fuerte, que él se ofreció como voluntario para asesinar al Profeta Muhammad. Sin vacilar un instante, bajó a grandes zancadas por las calles de La Meca dispuesto a cegar con su espada la vida del Mensajero de Dios. Uno de los hombres de La Meca, que era musulmán en secreto, supo de inmediato que su amado Profeta estaba en peligro. Sin temer por su propia vida, le cortó el paso a Omar y le preguntó hacia dónde se dirigía con tanta prisa. Omar le respondió que iba buscando "al hombre que ha dividido a nuestro pueblo, blasfemado contra nuestros dioses y se ha burlado de todos nosotros", y dijo: "Voy a matarlo".
El joven musulmán, de nombre Nu’aim, se aterró y trató de enredar a Omar en una discusión para distraerlo, pero Omar estaba decidido a continuar su misión y siguió dando zancadas a lo largo de la calle. Nu’aim dijo entonces, de mala gana, las palabras que llevaron a Omar hacia el Islam. Dijo: "¿Por qué no te preocupas primero del incendio en tu propia casa?" Omar paró en seco y le preguntó qué quería decir con esas palabras. La amada hermana de Omar y su esposo habían abrazado el Islam en secreto, y Nu’aim reveló su secreto a fin de salvar la vida del Profeta Muhammad.
Omar se volvió de inmediato y caminó determinado hacia la casa de su hermana. Mientras se aproximaba, pudo escuchar el Corán siendo recitado. Omar llamó a la puerta. Dentro de la casa, sus habitantes se apresuraron a esconder sus copias de algunos versos del Corán, pero Omar entró y exigió saber qué era ese sonido "tarareado" que había escuchado. La hermana de Omar le contestó que no era nada, solo el sonido de ellos charlando, pero Omar conocía el sonido del Corán, y preguntó amenazante: "¿Acaso te has hecho musulmán?" El cuñado de Omar respondió afirmativamente, con lo que Omar se abalanzó sobre él, y cayeron luchando al piso. La hermana de Omar trató de defender a su esposo y, en la riña, Omar la golpeó en la cara haciendo brotar la sangre.
El Corán entra en su corazón
La hermana de Omar al parecer tenía la fuerza por la que era tan famoso su hermano. Se levantó y, encarando a su hermano iracundo, le dijo: "¡Eres enemigo de Dios! ¡Eres capaz de golpearme solo porque creo en Dios! Te guste o no, yo atestiguo que no existe divinidad alguna sino solo Al‑lah y que Muhammad es Su siervo y Mensajero. ¡Haz lo que te venga en gana!".
Omar vio la sangre correr por el rostro de su hermana, mientras las palabras de ella hacían eco en sus oídos, y se levantó. Exigió que le fueran recitadas las palabras del Corán que había escuchado mientras se acercaba a la casa.
"No te he revelado el Corán para que te agobie, sino que es una exhortación para quienes tienen temor [de Dios]. [El Corán] fue revelado por Quien creó la Tierra y los altos cielos; el Compasivo, que se estableció sobre el Trono. A Él pertenece cuanto hay en los cielos y en la Tierra, lo que existe entre ellos y lo que hay bajo la tierra. Dios conoce lo que pronuncias en voz alta, las confidencias que dices en voz baja y lo que está aún más oculto [los pensamientos]. ¡Dios! No hay más divinidad que Él. A Él pertenecen los nombres [y los atributos] más sublimes". (Corán 20:2-8)
Los ojos de Omar se llenaron de lágrimas. "¿Es esto lo que hemos estado combatiendo?", preguntó. "Aquel que ha dicho estas palabras tiene que ser adorado". Omar dejó la casa de su hermana y corrió a encontrarse con Muhammad. Quienes estaban con el Profeta Muhammad tenían miedo, pero recibieron a Omar y lo retuvieron hasta que estuvo en presencia de Muhammad. El Profeta lo tomó y le dijo: "¿A qué vienes, hijo de Jattab?".
Omar encaró con humildad y alegría al Profeta, y le dijo: "¡Oh, Mensajero de Dios! No he venido con más razón que decir que creo en Dios y en Su Mensajero". El Profeta Muhammad quedó embargado de alegría y gritó: "¡Dios es grande!". Pocos días después, Omar lideró una procesión de musulmanes hacia la casa de Dios donde rezaron en público. Fue en esta ocasión que el Profeta Muhammad le dio el sobrenombre de Al Faruq (el criterio)[1], es decir, aquel que es capaz de distinguir la verdad de la falsedad. El Islam fue fortalecido con Omar, su odio feroz se derritió convirtiéndose en un amor que no conocía límites. Su vida y su muerte ahora eran por la causa de Dios y de Su Mensajero.
Pie de página:
[1] Tomado de las obras históricas de At-Tabari, y de The Life and times of Omar Ibn Al Khattab, del Sheij Ali Muhammad Sallabi.
Omar, el Criterio (parte 2 de 3): Un hombre que era como una nación
Descripción: El amor de Omar por sus hermanos y hermanas en el Islam.
- Por Aisha Stacey (© 2015 IslamReligion.com)
- Publicado 18 May 2015
- Última modificación 24 May 2015
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Omar ibn Al Jattab era un hombre fuerte y asertivo, y su corazón estaba lleno de un odio ardiente hacia el Islam. Las súplicas del Profeta Muhammad (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) y la belleza sublime del Corán cambiaron su mente, su corazón y su vida. Cuando Omar aceptó el Islam se convirtió en un hombre devoto de la Ummah de Muhammad y, como musulmán, estaba complacido cuando la Ummah estaba complacida, y disgustado cuando la Ummah estaba disgustada.
Ummah es una palabra árabe, traducida aproximadamente como nación; pero, como muchas otras palabras árabes, no tiene una traducción exacta al español. La raíz de la palabra Ummah es amma, que significa "ir" o "salir a ver". La palabra imama significa "liderar el camino", por ejemplo, quien lidera la oración es el Imam. También se deriva de esta raíz la palabra umm que significa "madre", "fuente" u "origen".
En países occidentales hispanoparlantes, la palabra nación suele definir al Estado-nación, cuyos miembros viven entre un conjunto de límites predefinidos, a menudo establecidos por diferencias religiosas, raciales o étnicas. Esta no es la definición de Ummah.
Ummah se refiere a la comunidad de creyentes unidos con un propósito: adorar a Dios. Juntos son fuertes, divididos son débiles. Cada miembro está unido con todos los demás de una manera espiritual que puede tener manifestaciones físicas. Cuando una parte de la Ummah está herida, la Ummah entera siente el dolor[1].
"Esta es la comunidad a la que pertenecen [la de los Profetas], que es una única comunidad, y Yo soy su Señor; tengan temor de Mí". (Corán 23:52)
Para ilustrar esto podemos referirnos a las imágenes que pasan por la televisión de musulmanes que denuncian el abuso y el maltrato sufrido por sus hermanos en países lejanos. En la Ummah de Muhammad, cuando un miembro sufre, el dolor en los corazones de los demás miembros es real. Los musulmanes defienden lo que es moralmente correcto, y lo inhumano no tiene cabida en la religión del Islam. Omar ibn Al Jattab reconoció esta característica única de forma inmediata y se autodeclaró un hombre de la Ummah. Cuando Omar ibn al Jattab aceptó el Islam, quiso ser parte de su comunidad y quiso proclamar su membresía a esta nación única. Omar quiso unirse a la Ummah en su felicidad y en su dolor. Al momento de su conversión, los miembros más débiles de la Ummah sufrían abuso y opresión de manera sistemática, a menudo a manos del propio Omar, pero su corazón ahora sentía dolor y él quería experimentar dicho dolor. Omar no quería que su Islam pasara desapercibido, al contrario, informó de inmediato a los enemigos del Islam que él era musulmán. Al principio, los hombres de La Meca que no habían abrazado el Islam quedaron conmocionados y no reaccionaron a la conversión de Omar, pero a medida que la noticia se divulgó, ellos se reunieron en la Casa de Dios y atacaron a Omar. Finalmente, Omar, el luchador fuerte y musculoso, se sentó en medio de sus atacantes y ellos lo golpearon. Omar se recuperó de la golpiza y, gracias a él, el Islam se hizo fuerte. El corazón de Omar estaba lleno de amor por sus hermanos y hermanas en el Islam. El Profeta Muhammad dijo: "Si fuera a haber un Profeta después de mí, ese habría sido Omar ibn Al Jattab".
Más que fuerza
Abu Bakr As-Siddiq y Omar fueron los dos compañeros más cercanos del Profeta Muhammad. Está reportado que Ali ibn Abu Talib decía que el Profeta Muhammad salía por las mañanas con Abu Bakr y Omar y regresaba por las noches con Abu Bakr Omar. El propio Profeta llamó a Abu Bakr y a Omar sus ojos y oídos, y dijo que ellos eran sus consejeros de entre los habitantes de la Tierra[2]. Omar estuvo al lado del Profeta Muhammad en todas las dificultades y tribulaciones que enfrentó la Ummah islámica.
Cuando los musulmanes de La Meca emigraron a la ciudad de Medina, todos salieron en un éxodo secreto y bien planificado, excepto Omar. Él fue el único musulmán que emigró abiertamente; de hecho, proclamó que se estaba yendo y desafió a cualquier hombre que se sintiera lo suficientemente fuerte a que lo detuviera. Omar se echó su espada al cuello y salió dando grandes zancadas por las calles de La Meca con su cabeza en alto y su corazón, que ya no estaba lleno de odio, encendido con un amor intenso por Dios, Su Profeta Muhammad y sus compañeros creyentes. Mientras el Profeta Muhammad creaba su Ummah, Omar se mantenía firme a su lado.
Aunque es recordado por su fuerza, Omar también era conocido por ser un hombre piadoso y generoso. Él pasaba las noches en oración, y a menudo despertaba a su familia en la última parte de la noche para que se uniera a él en sus devociones. Era un creyente fiel que confiaba en la promesa de Dios sobre el Paraíso, y gastó sin demora su riqueza por la causa de Dios para beneficio de los creyentes. Uno de los compañeros del Profeta Muhammad narró[3] que Omar distribuyó una vez 22.000 dirhams entre los necesitados, y tenía el hábito de distribuir bolsas de azúcar. Cuando le preguntaron a Omar por qué regalaba azúcar, dijo: "Porque amo el azúcar y Dios dijo en el Corán:
"[Los creyentes] no alcanzarán la piedad auténtica hasta que den [en caridad] lo que más aman. Todo lo que den en caridad, Dios lo sabe". (Corán 3:92)
Omar fue uno de los diez hombres a quienes el Profeta Muhammad les dio la buena noticia de que serían admitidos en el Paraíso[4]. Sin embargo, esto no lo detuvo de trabajar incansablemente toda su vida para complacer a Dios. Él fue un hombre de conocimiento, famoso por su generosidad y su dedicación incansable a la adoración de Dios y un devoto de la Ummah de Muhammad. El Profeta Muhammad nos aconsejó diciendo: "Una persona no es un verdadero creyente a menos que desee para su hermano lo que desea para sí mismo"[5]. Omar quería el Paraíso, pero también lo quería para todo hombre, mujer y niño que alguna vez hubiera creído que no existe divinidad excepto Dios y que Muhammad es Su Mensajero. Este era Omar, quien distinguió entre la verdad y la falsedad, un hombre de la Ummah.
Omar, el Criterio (parte 3 de 3): El Emir de los creyentes
Descripción: Omar fue un modelo de justicia, generosidad y piedad.
- Por Aisha Stacey (© 2015 IslamReligion.com)
- Publicado 25 May 2015
- Última modificación 25 May 2015
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Omar ibn Al Jattab fue el segundo Califa de la Ummah (nación) musulmana, y el primer líder musulmán en ser llamado "Emir de los creyentes". Después de la muerte del Profeta Muhammad, su amigo más cercano, Abu Bakr, se convirtió en su sucesor y lideró a los musulmanes por alrededor de dos años. Cuando Abu Bakr sintió que se acercaba su muerte, reunió a sus amigos más cercanos y a sus consejeros y les informó que su lealtad hacia él finalizaba. Abu Bakr esperaba que estos hombres eligieran a su sucesor de entre ellos mismos. Sin embargo, después de mucha discusión, los compañeros de Abu Bakr regresaron con él y le pidieron que eligiera por ellos, ya que confiaban en su opinión sin dudar. Abu Bakr eligió a Omar.
Algunos de los hombres alrededor de Abu Bakr expresaron sus reservas con respecto a Omar, a sabiendas de que era un hombre muy recio y áspero, y creían que sería muy duro con la gente. Abu Bakr les respondió diciéndoles que consideraba a Omar el mejor de ellos. A pesar de estas reservas iniciales entre algunos hombres de Medina, Omar fue designado como el segundo Califa de los musulmanes. Él comenzó su gobierno dirigiéndose a la gente y explicando de inmediato sus expectativas por sí mismo. Omar sabía que a la gente le preocupaba su reputación de rudeza y abordó este tema. Dijo:
"Gentes, sepan que he sido designado para gobernar sus asuntos, así que sepan que mi rudeza se verá reducida, pero seguiré siendo áspero y severo con los opresores y los transgresores, y pondré sus rostros en la tierra[1]. Sepan también que yo mismo pondré mi rostro en la tierra para defender a la gente piadosa".
Omar pasó entonces a explicarle a la gente que él no tomaría de lo que sus tierras produjeran ni de los botines de guerra más que lo que Dios ordena, y que ese dinero lo invertiría únicamente en aquello que complace a Dios. Omar era muy consciente de la importancia de la justicia financiera, y de que él sería responsable de cada moneda que perteneciera a la Ummah musulmana. Omar también le informó al pueblo que aumentaría los salarios de todos y sus provisiones, y que protegería sus fronteras.
La joven nación musulmana que el Profeta Muhammad (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) y sus compañeros habían establecido con tanto esfuerzo, era una Ummah como ninguna otra. Los beneficios eran repartidos entre todos los miembros de la Ummah, tomados del tesoro musulmán; no era necesario ser un funcionario público, la riqueza de la nación en permanente expansión se repartía con equidad. Omar no instituyó esto, él solo siguió el camino ya establecido por sus predecesores, pero prometió aumentar los salarios.
Omar también prometió no enviar a los ejércitos musulmanes "a la destrucción", es decir, que no enviaría ejércitos a menos que se evaluaran los riesgos y fueran estimados como aceptables. Prometió que los soldados no serían alejados de sus familias durante largos períodos de tiempo, y les aseguró a los hombres que mientras estuvieran lejos, luchando por la Ummah musulmana, y si no regresaban, él mismo, el Califa, sería el padre de sus hijos y el defensor de sus mujeres. Omar creía que el papel de líder era proteger al pueblo.
Este concepto parece muy inusual hoy día, cuando vemos que los presidentes y primeros ministros están rodeados de guardaespaldas, dispuestos a pisotear a cualquiera con tal de protegerse sí mismos y a su poder. Omar ibn Al Jattab, a pesar de ser el líder de un imperio, nunca sintió necesario tener un guardaespaldas. Él caminaba por las calles de Medina como cualquier ciudadano ordinario, incluso en la noche. De hecho, era en las noches que recorría las calles inspeccionando a quienes estaban bajo su protección y distribuyendo caridad de forma anónima.
Uno de los años del gobierno de Omar fue conocido como "Año de Cenizas". Esa año fue una gran prueba para la Ummah musulmana. Fue una época de sequía y hambruna, en la que el viento era tan caliente que quemaba la piel como si llevara cenizas ardientes. La carne, la mantequilla y la leche escasearon, y la gente subsistía con poco más que pan seco, a veces mojado en aceite. Omar juró que no comería ni bebería nada que no estuviera disponible para el pueblo. Incluso cuando los productos alimenticios volvieron a estar disponibles en los mercados, Omar se negó a comprarlos debido a los precios elevados. Se le oyó decir: "¿Cómo puedo entender a mis súbditos y preocuparme por ellos si no paso por las mismas dificultades que están atravesando?".
Más de mil cuatrocientos años después de su gobierno, Omar aún es recordado como un hombre justo. Usando los principios de justicia, misericordia y compasión inherentes al Islam, Omar trató a todos aquellos bajo su cuidado con equidad, sin importar que fueran ricos o pobres, negros o blancos, fuertes o débiles. Temía constantemente que Dios le preguntara sobre sus actos. Le preocupaba que hubiera gente enferma o pobre entre los creyentes por culpa de que él no cuidara de ellos correctamente. Omar ibn Al Jattab nunca nombró como jueces o gobernadores a quienes le expresaban su deseo de realizar dichos trabajos, sino que elegía sabiamente entre los miembros más piadosos de la Ummah.
Omar se consideraba a sí mismo un musulmán común y corriente, pero la historia ha registrado que él no tenía nada de ordinario. Omar era fuerte, tanto física como espiritualmente, era generoso, noble, y llevaba una vida humilde. Omar siguió los pasos de su amado Profeta Muhammad (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) siguió su ejemplo y mantuvo sus tradiciones. Todo el ser de Omar estaba enfocado en complacer a Dios, temiendo Su castigo y esperando el Paraíso. Omar fue capaz de distinguir la verdad de la falsedad, sentía dolor cuando la Ummah o cualquiera de sus miembros eran lastimados, y sentía alegría cuando aquellos bajo su cuidado estaban contentos y felices, adorando a su Señor. Omar fue uno de los cuatro califas correctamente guiados. Aún hoy en día él sigue siendo un modelo a seguir de fortaleza, justicia, amor y misericordia.
Pie de página:
[1] Esta era una expresión utilizada por los árabes de esa época para denotar una respuesta severa, una que no dejaría dudas respecto a que la opresión sobre los demás y la transgresión de los derechos de los demás no serían toleradas.
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