El Primer Pilar del Islam: La Declaración de Fe
Descripción: Una introducción al primer pilar del Islam: la declaración islámica de Fe, o la shahada: nadie merece ser adorado excepto Dios y Muhámmad es el Mensajero de Dios, y los variados significados que contiene.
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- Publicado 31 Mar 2008
- Última modificación 31 Mar 2008
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Todos los musulmanes practicantes aceptan la creencia de los ‘Seis Artículos de Fe’ y los ‘Cinco Pilares’. Que son:
1. La declaración islámica de fe o shahada.
2. La oraci`ón o Salat.
3. La Caridad Obligatoria o Zakat.
4. El Ayuno o Sawm.
5. La Peregrinación o Hayy.
El Primer Pilar
Declaración de Fe
La Shahada es la declaración musulmana de fe y el primero de los ‘Cinco Pilares’ del Islam. La palabra shahada en árabe significa ‘testimonio-atestiguación’. Shahada es testificar dos cosas:
(a) Nada merece ser adorado excepto Dios (Allah).
(b) Muhámmad es Mensajero de Dios (Allah).
Un musulmán es quien atestigua que ‘nadie merece ser adorado excepto Dios y que Muhámmad es mensajero de Dios’ quien hace esta simple declaración se convierte en musulmán.
Debe ser pronunciado por cada musulmán al menos una vez en la vida comprendiendo completamente su significado y sinceramente de corazón. Los musulmanes pronuncian esta frase cuando se levantan por la mañana, y antes de acostarse por la noche. Se repite cinco veces al día cuando se llama a rezar en la mezquita. Aquella persona cuyas últimas palabras sean la Shahada; Dios le ha prometido el Paraíso.
Algunas personas ignorantes del Islam y la lengua árabe han malinterpretado el vocablo Allah, utilizado por los musulmanes para hablar de Dios. Allah es el nombre de Dios en árabe, así como "Elah", o también "Elohim", es el nombre de Dios en arameo, como se menciona en el Antiguo Testamento. Allah es Su nombre en el Islam, como "YHWH" es Su nombre en el judaísmo. Sin embargo, aparte de la especificación hebrea de "YHWH" como "Él Que es", en árabe Allah denota el aspecto de ser “La Verdadera Deidad, quien merece ser adorada”. Los judíos y cristianos árabes también se refieren al Ser Supremo como Allah.
(a) Nada merece ser adorado excepto Dios (Allah)
La primera parte de este testimonio declara que Dios tiene el derecho exclusivo de ser adorado interna y externamente, por nuestro corazón y nuestro cuerpo. En la doctrina islámica, no sólo nadie debe ser adorado aparte de Él, sino que absolutamente nadie más puede ser adorado junto a Él. Él no tiene compañeros o socios. La adoración, en su sentido más profundo, en todos sus aspectos y acepciones, es algo que sólo corresponde a Él. El derecho de Dios a ser adorado es el significado esencial del testimonio de fe del Islam: Lā ilāha illā llāh. Una persona se convierte en musulmana al atestiguar el derecho absoluto de Dios a ser adorado. Es el punto clave de la creencia islámica, la piedra fundamental del Islam. Se considera el mensaje central de todos los profetas y mensajeros enviados por Dios – el mensaje de Abraham, Isaac, Ismael, Moisés, Jesús, y Muhámmad, que Dios se complazca de todos ellos. Por ejemplo, Moisés declaró:
“Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es un Dios Único.” (Deuteronomio 6:4)
Jesús repitió el mismo mensaje 1500 años más tarde cuando dijo:
“Jesús le contestó: «El primer mandamiento es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es un Dios único.” (Marco 12:29)
…y recordó a Satanás:
“Aléjate, Satanás, porque dice la Escritura: Adorarás al Señor tu Dios, y a Él solo servirás.” (Mateo 4:10)
Finalmente, la llamada de Muhámmad, unos 600 años después de Jesús, se expandió por las colinas de la Meca: ‘Tu Dios es un solo dios: no hay otro Dios excepto Él.’ (Corán 2:163). Dice el Corán:
“¡Adora a Dios! No tienes otro mas que Él.” (Corán 7:59, 60, 73, 85; 11: 50, 61, 84; 23, 32)
Pero sólo por una declaración verbal, uno no se convierte completamente en musulmán. Para convertirse en musulmán se debe llevar a cabo las instrucciones dadas por el Profeta Muhámmad, como Dios lo ordenó. Esto nos lleva a la segunda parte del testimonio de fe.
(b) Muhammad es el Mensajero de Dios (Allah)
Muhámmad nació en La Meca, Arabia en el año 570 DC. Sus ancestros llegan hasta Ismael, hijo del Profeta Abraham. La segunda parte del testimonio de fe afirma que él no sólo es un Profeta, sino también un Mensajero de Dios, un rol más elevado que también obtuvieron Moisés y Jesús anteriormente. Como todos los profetas que le precedieron, era un ser humano, pero elegido por Dios para transmitir Su mensaje a toda la humanidad, en lugar de a una tribu o nación en particular. Para los musulmanes, Muhámmad trajo la última revelación. Al aceptar a Muhámmad como el último de los profetas, los musulmanes creemos que su profecía confirma y completa todos los mensajes revelados anteriores, comenzando por el de Adán. Además, Muhámmad, sirve como modelo a través de su ejemplo de vida. El esfuerzo del creyente por seguir el ejemplo de Muhámmad refleja el énfasis del Islam en la práctica y la acción.
El Segundo Pilar del Islam: La Oración
Descripción: Una introducción al Segundo Pilar del Islam: La Oración, sus dimensiones espirituales, el Adhan (la llamada a la Oración), y la Oración del Viernes (Yumuah).
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El Salah es el ritual diario de la oración que realizamos los musulmanes como uno de los cinco Pilares del Islam. Se realiza cinco veces al día por todos los musulmanes. El Salah es una veneración especial, diferente del rezo inspirado en el momento. Los musulmanes rezamos, o para ser más correctos, veneramos cinco veces al día:
·Entre la primera luz del día y la salida del sol.
·Después de que el sol haya pasado el cenit.
·Entre la media tarde y la puesta del sol.
·Entre la puesta del sol y la última luz del día.
·Entre la oscuridad y la medianoche.
Cada oración toma alrededor de 5 minutos, pero puede alargarse si la persona lo desea. Los musulmanes podemos rezar en cualquier lugar limpio, solos o en comunidad, en la mezquita o en el hogar, en el trabajo o en el camino, adentro o afuera del hogar. Bajo circunstancias especiales, como en una enfermedad, viaje o guerra, la oración se facilita.
Tener tiempos específicos cada día para estar cerca de Dios ayuda a los musulmanes a tomar conciencia de la importancia de su fe, y el rol que juega en cada momento de la vida. Los musulmanes comenzamos nuestro día aseándonos, y luego parándonos ante nuestro Señor en la oración. Las oraciones consisten en recitaciones del Corán en árabe y una secuencia de movimientos: pararse, inclinarse, postrarse y sentarse. Todas las recitaciones y movimientos expresan sumisión, humildad, y homenaje a Dios. Las varias posturas que los musulmanes adquirimos durante las oraciones capturan el espíritu de sumisión; las palabras nos recuerdan nuestro compromiso con Dios. La oración también nos recuerda la creencia en el Día del Juicio en el que tendremos que dar cuenta de nuestras obras. Es así como los musulmanes comenzamos nuestro día. Durante el curso del día, los musulmanes nos apartamos de nuestras preocupaciones y los asuntos materiales por unos momentos y nos presentamos ante Dios. Esto hace que recordemos los propósitos reales de la vida.
Estas oraciones sirven como un constante recordatorio a través del día para ayudar a que los creyentes tengamos presente a Dios en el estrés diario del trabajo, la familia y las distracciones de la vida. La oración fortalece la fe, nos recuerda nuestra dependencia de Dios, y pone a la cotidianidad en la perspectiva de la vida después de la muerte y el Juicio Final. Cuando nos preparamos para rezar, los musulmanes miramos hacia la Meca, la Ciudad Sagrada, que aloja la Ka’abah (el antiguo lugar de veneración construido por Abraham y su hijo Ismael). Al final de la oración se recita la shahada (testimonio de fe) y la salutación: “Que la paz, la misericordia y las bendiciones de Dios sean para todos”.
La oración puede realizarse de manera individual, pero la oración colectiva en la mezquita tiene un mérito especial. Con los rostros orientados hacia la Ka’abah en la Meca, los orantes se colocan en línea tras el Imam, o líder de la oración, quien los dirige al ejecutar las posturas físicas que acompañan las recitaciones del Corán. En muchos países musulmanes, la llamada a la oración, o Adhan, se repite en los minaretes, y ayudado por altoparlantes el almuédano (muecín) dice:
Allahu Ákbar (Dios es Supremo),
Allahu Ákbar (Dios es Supremo),
Allahu Ákbar (Dios es Supremo),
Allahu Ákbar (Dios es Supremo),
Ash-hadu an-laa ilaaha íll-Allah (Atestiguo que nadie merece ser adorado excepto Dios).
Ash-hadu an-laa ilaaha íll-Allah (Atestiguo que nadie merece ser adorado excepto Dios).
Ash-hadu ánna Muhámmadan Rasul-ullah (Atestiguo que Muhámmad es el Mensajero de Dios).
Ash-hadu ánna Muhámmadan Rasul-ullah (Atestiguo que Muhámmad es el Mensajero de Dios).
Háiya ‘alas-Salah (¡Venid a la oración!)
Háiya ‘alas-Salah (¡Venid a la oración!)
Háiya ‘alal-Falah (¡Venid a la prosperidad!)
Háiya ‘alal-Falah (¡Venid a la prosperidad!)
Allahu Ákbar (Dios es Supremo),
Allahu Ákbar (Dios es Supremo),
La ilaaha íll-Allah (Nadie merece ser adorado excepto Dios).
El viernes es el día de la adoración comunitaria en el Islam. La oración semanal del viernes es el servicio religioso más importante. La oración del viernes se desarrolla de la siguiente manera:
·Se realiza en el mismo momento en que se realiza la oración del mediodía.
·Debe ser realizada en una congregación guiada por un líder de oración, un Imam. No se puede ofrecer individualmente. Los musulmanes en Occidente tratamos de arreglar nuestras tareas para poder estar presentes en esta oración.
·Más que un día de descanso como el domingo para los cristianos o el sábado para los judíos, el viernes es un día de devoción y de reflexión. El musulmán tiene permitido trabajar el viernes como cualquier día normal de la semana. Pueden proceder con sus actividades normales, pero deben detenerlas para la oración del viernes. Después de que termina la oración, podemos proseguir con nuestras actividades.
·Normalmente la oración del viernes se realiza en la mezquita, si es posible. En ocasiones, si no es posible, puede ofrecerse en un complejo, parque, etc.
·Cuando llega el momento de la oración, se pronuncia el Adhan, el Imam se para frente a la los presentes y da su sermón (conocido como Jutbah en Árabe), una parte esencial del rito al cual es necesario atender. Mientras el Imam habla, todos los presentes escuchan el sermón atentamente hasta el final. Algunos Imames en Occidente dan el sermón en el idioma local, otros lo hacen en árabe. Los que lo hacen en árabe generalmente facilitan una traducción.
·Hay dos sermones, uno se distingue del otro por el descanso breve del Imam. El sermón comienza con palabras de alabanzas a Dios y salutaciones sobre el Profeta Muhámmad, que la paz de Dios sea con él.
·Después del sermón, en la oración se recita el pasaje del Corán llamado al- Fátiha, y otro pasaje coránico a elección del Imam en una voz audible. Esto completa la oración.
Las oraciones especiales en congregación, que incluyen un sermón, normalmente se ofrecen a media mañana en los dos días de festividad. Uno de ellos es inmediatamente después del mes del ayuno, Ramadán, y el otro después de la peregrinación anual.
Aunque no es una obligación religiosa, las oraciones voluntarias individuales, especialmente durante la noche, se enfatizan y son una práctica común entre los musulmanes piadosos.
El Tercer Pilar del Islam: Caridad Obligatoria
Descripción: Una introducción al tercer pilar del Islam, la caridad obligatoria o zakat, las dimensiones espirituales del zakat y la caridad, y cómo el Islam considera los bienes en general.
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- Publicado 31 Mar 2008
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La caridad no sólo se recomienda en el Islam, es una obligación de cada musulmán económicamente estable. Dar caridad a aquellos que lo merecen forma parte del carácter del musulmán y es uno de los Cinco Pilares de la práctica islámica. El Zakat puede traducirse como “caridad obligatoria”; responder a las necesidades de aquellos miembros de la sociedad que lo necesitan es una obligación para aquellos que han sido bendecidos por Dios con riquezas. Algunas personas desprovistas de sentimientos de amor, sólo saben acumular riqueza y multiplicarla con la usura e intereses bancarios. Las enseñanzas del Islam son la antítesis de esta actitud. El Islam alienta a una repartición de la riqueza ayudando a que las personas se valgan por sí mismas y se conviertan en miembros productivos de la sociedad.
En árabe es conocido como zakat, que significa literalmente “purificación”, porque el zakat purifica al corazón de la codicia. El amor por la fortuna es natural en el ser humano, pero la creencia en Dios conlleva a compartir con el prójimo. El Zakat debe ser pagado en diferentes categorías de propiedad – oro, plata, dinero, ganado, producción agropecuaria y materia prima – y se paga cada año luego del balance anual. Se debe entregar el 2,5 % anual de los ahorros y los activos individuales.
Como la oración es una responsabilidad individual y comunitaria, el zakat expresa la adoración del musulmán y el agradecimiento a Dios ayudando a los más necesitados. En el Islam, el verdadero dueño de las cosas no es el hombre, sino Dios. La adquisición de la riqueza para su exclusivo beneficio o vivir solamente para incrementar la riqueza es una maldición. La mera adquisición de riqueza no cuenta a los ojos de Dios. No le da al hombre ningún mérito en esta vida ni en el mas allá. El Islam enseña que las personas deben adquirir riquezas con la intención de gastarla en sus propias necesidades y en las del prójimo.
“Dijo el Profeta –la paz sea con él- : “El hombre dice: ‘¡Mi fortuna! ¡Mi fortuna!’ Pero ¿acaso tienes otra fortuna excepto por la que gastas en caridad, y de esa manera se eterniza, lo que vistes y se desgasta, y lo que comes?”
El concepto de riqueza en el Islam se considera como un regalo de Dios. Es Dios quien le provee a la persona, Quien ha destinado una porción de ello para el pobre, por lo que el pobre tiene derecho sobre la fortuna de los más agraciados. El Zakat le recuerda al musulmán que todo lo que posee le pertenece a Dios. La gente recibe la riqueza como una confianza de Dios, el Zakat libera a la persona del amor por el dinero. El Zakat no es algo que Dios necesita. Él esta por encima de cualquier tipo de necesidad o dependencia. Dios, en Su infinita misericordia, promete recompensas por ayudar a los necesitados con la condición de que el Zakat se pague en nombre de Dios, sinceramente de corazón, sin esperar retribución alguna de los beneficiarios, ni esperar que su nombre aparezca en una lista de filántropos. Los sentimientos de quien recibe el Zakat no deben ser heridos haciéndolo sentir inferior o recordarle lo que ha recibido.
Cuando una institución recauda el Zakat de los musulmanes, el dinero recaudado como Zakat sólo puede ser utilizado para cosas especificas encomendadas por Dios. La legislación islámica estipula que la caridad se utiliza para alimentar a los pobres, los huérfanos y las viudas, para liberar esclavos o prisioneros, o para pagar deudas como se menciona en el Corán (9:60). El Zakat, que se estableció 14 siglos atrás, funciona como la seguridad social en la sociedad musulmana.
Ni las escrituras judías ni las cristianas aprecian la liberación de los esclavos como un acto de adoración. De hecho, el Islam es la única religión del mundo que requiere que los creyentes ayuden a los esclavos a ganarse su libertad y que ha elevado a los que manumiten a los esclavos reconociéndoselos como un acto de adoración.
Durante los califatos la recolección y la entrega del Zakat era una función del estado. En el mundo musulmán contemporáneo, se ha dejado para los individuos, excepto por algunos países en los cuales el estado tiene ese rol hasta cierto punto. La mayoría de los musulmanes en occidente comparten el zakat con las caridades islámicas, las mezquitas, o entregándolas directamente a los pobres. El dinero no se recolecta durante los servicios religiosos, pero algunas mezquitas tienen una caja para los que deseen contribuir con el zakat. De modo diferente al zakat, otras formas de caridad, hechas en secreto, son superiores, porque la intención es que solamente Dios lo sepa.
Aparte del Zakat, el Corán y la tradición del Profeta Muhámmad (la Sunnah), también acentúan la sadaqah o caridad voluntaria para los más necesitados. El Corán enfatiza la importancia de alimentar a los pobres, la vestimenta para los que carecen de ella, la ayuda a los deudores; cuanto más una persona ayuda, más Dios ayuda a esa persona. Quien cuida de las necesidades de las personas, Dios cuida de sus necesidades.
El Cuarto Pilar del Islam: El Ayuno de Ramadán
Descripción: Una introducción al cuarto pilar del Islam, el ayuno de Ramadán, su beneficio espiritual y el concepto del ayuno en las religiones del mundo.
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- Publicado 31 Mar 2008
- Última modificación 20 Mar 2022
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El ayuno no fue realizado únicamente por los musulmanes. Ha sido practicado por siglos en distintas ceremonias religiosas por cristianos, judíos, confucionistas, hindúes, taoístas, etc. Dios menciona este hecho en el Sagrado Corán:
“¡Oh, creyentes! Se os prescribió el ayuno al igual que a quienes os precedieron, para que alcancéis la piedad.” (Corán 2:183)
Algunas sociedades ayunan para prevenir catástrofes o para cumplir una penitencia. Algunas tribus de México y los incas del Perú hacían ayunos de penitencia para apaciguar a sus dioses. Antiguas naciones del Viejo Mundo, como los asirios y los babilonios, ayunaban como penitencia. Los judíos realizan el ayuno como una manera de penitencia y de purificación anualmente en el Día de Expiación o Yom Kippur. En este día no se permiten ni la bebida ni la comida.
Los primeros cristianos asociaban el ayuno con la penitencia y la purificación. Durante los primeros dos siglos de su existencia, la iglesia cristiana estableció el ayuno como una preparación voluntaria para recibir los sacramentos de la comunión y el bautismo, así como para el ordenamiento de los sacerdotes. Más tarde, estos ayunos se volvieron obligatorios, y otros días fueron agregados. En el siglo 6, el ayuno fue expandido a 40 días, en el cual una comida era permitida. Después de la reforma, el ayuno se realizó en casi todas las iglesias protestantes y fue declarado de carácter opcional en algunos casos. Los protestantes más estrictos, sin embargo, declararon no sólo los festivales de la iglesia, sino sus fiestas tradicionales también.
En la Iglesia Católica Apostólica Romana, el ayuno puede incluir abstinencia parcial de comida y bebida o abstinencia total. Los días de ayuno de los católicos apostólicos romanos son miércoles de ceniza y viernes santo.
El ayuno tomó otra forma en Occidente: la huelga de hambre, una manera de ayuno, que en los tiempos modernos se ha vuelto un recurso político después de haber sido popularizado por Mahatma Gandhi, líder de la lucha por la libertad en la India, que ayunaba para presionar a que sus seguidores obedecieran sus preceptos de no violencia.
El Islam es la única religión que ha retenido las dimensiones exteriores y espirituales del ayuno a través de los siglos. Los motivos y deseos egoístas distancian al hombre de su Creador. Las emociones humanas negativas son el orgullo, la avaricia, la gula, la lujuria, la envidia y la ira. Estas emociones naturales son difíciles de controlar, por eso la persona debe luchar por controlarlas. Los musulmanes ayunamos para purificar nuestra alma, y poner un freno a las emociones humanas más incontrolables y salvajes. La gente toma dos extremos con respecto a ellas. Algunos dejan que estas emociones controlen sus vidas, lo que llevó al barbarismo entre los antiguos y al materialismo de la cultura del consumismo en los tiempos modernos. Otros intentan negar y suprimir completamente toda necesidad física, lo cual los llevó al monasticismo.
El Cuarto Pilar del Islam, el ayuno, ocurre una vez al año durante el noveno mes lunar, el mes de Ramadán, el noveno mes del calendario islámico, en el cual:
“…el Corán fue enviado como guía para las personas” (Corán 2:185)
Dios en Su infinita misericordia ha eximido a los enfermos, viajantes y todos aquellos que no puedan soportar el ayuno por impedimentos médicos.
El ayuno ayuda a los musulmanes a desarrollar su auto control, ganar un mejor conocimiento de las gracias de Dios y una mayor compasión por los despojados. Ayunar en el Islam incluye abstenerse de los placeres del cuerpo entre el amanecer y la puesta del sol. No sólo la comida está prohibida, sino también cualquier actividad sexual. Todas las cosas que se consideran prohibidas, lo son más aún en este mes, por su santidad. En todos y cada uno de los momentos del ayuno, la persona suprime sus pasiones y deseos, por amor a Dios. Esta conciencia del deber y espíritu de paciencia ayuda a reforzar la fe. El ayuno ayuda a la persona a ganar auto control. Aquel que se abstiene de las cosas permitidas como la comida y la bebida es muy probable que se sienta consciente de sus pecados. La espiritualidad ayuda a romper los hábitos de la mentira, la lujuria en el sexo, el chisme y la pérdida de tiempo. Estar hambriento y sediento parte del día nos hace sentir en carne propia la situación de los 800 millones de personas hambrientas en el mundo. Después de todo, ¿Cómo podría alguien interesarse por el hambre del prójimo si nunca la ha sentido en carne propia? Por eso Ramadán es también un mes de caridad y bondad.
Al atardecer, se rompe el ayuno con una comida ligera conocida como iftâr. Las familias y los amigos comparten una comida especial por la noche, que incluye platos especiales y dulces servidos solamente en esta época del año. Muchos concurren a las mezquitas para la oración de la noche, seguida por oraciones especiales recitadas sólo durante Ramadán. Algunos recitan el Corán completo como un acto especial de adoración, y las recitaciones públicas del Corán se escuchan a lo largo de toda la noche. Las familias se levantan antes del amanecer para comer su primera comida del día, que los sostiene hasta el atardecer. Cerca del final de Ramadán los musulmanes conmemoramos la ‘Noche del Decreto’, cuando fue revelado el Sagrado Corán. El mes de Ramadán termina con una de las dos mayores celebraciones islámicas, la Fiesta de la Finalización del ayuno, llamada Eid al-Fitr. En este día, los musulmanes alegremente celebramos la finalización del mes de Ramadán y como de costumbre se distribuyen regalos a los niños. Los musulmanes debemos ayudar a los pobres a poder disfrutar de esta fiesta distribuyendo el zakat-ul-fitr, una caridad especial de carácter obligatoria para que todos puedan disfrutar la alegría de ese día.
El Quinto Pilar del Islam: La Peregrinación (Hayy)
Descripción: Los méritos y ritos realizados en el Hayy, la quinta de las cinco prácticas musulmanas fundamentales.
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- Publicado 31 Mar 2008
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El Hayy (peregrinación a La Meca) es la quinta de las prácticas e instituciones fundamentales musulmanas conocidas como Los Cinco Pilares del Islam. La peregrinación en el Islam no se emprende a los santuarios de los santos, a los monasterios para pedir ayuda a los hombres sagrados o a lugares donde se supone que ocurrieron milagros, aunque podamos ver que algunos musulmanes lo hagan en la actualidad. La peregrinación se hace al templo de la Ka’abah, que se encuentra en la Sagrada Cuidad de La Meca, en el Reino de Arabia Saudita, la Casa de Dios, bajo cuyos cimientos se encuentran los restos del antiguo templo que el Profeta Abraham construyó para adorar a Dios. Dios lo recompensó atribuyéndose La Casa a sí mismo, en esencia honrándola, al convertirla en el epicentro de devoción al que todos los musulmanes nos orientamos cuando ofrecemos nuestras oraciones (salah). Los ritos de la peregrinación se realizan en la actualidad exactamente como los hizo el Profeta Abraham, y después de él, el Profeta Muhámmad, que la paz de Dios sea con ambos.
La Peregrinación se ve como una actividad particularmente misteriosa. Sirve como penitencia, perdón de los pecados, devoción e intensa espiritualidad. La peregrinación a La Meca, la cuidad más sagrada del Islam, es obligatoria al menos una vez en la vida para todos los musulmanes que tengan la capacidad física y económica para realizarla. El rito de la peregrinación comienza unos pocos meses después de Ramadán, el octavo día del último mes del año lunar, Dhul-Híyyah, y termina el día 13 del mismo mes. La Meca es el centro al cual los musulmanes convergemos una vez al año para encontrar y refrescar en nosotros mismos la fe de que todos los seres humanos somos iguales y merecemos el amor y el buen trato de nuestro prójimo, sin importar la raza u origen étnico. La armonía racial que fomenta el Hayy fue expresada de la mejor manera quizá, por Malcolm X en su peregrinación:
‘Cada uno de los cientos que estaban en el aeropuerto por partir a Jéddah, estábamos vestidos de la misma forma. Podías ser un rey o un campesino y nadie lo sabría. Algunas personas poderosas, que eran discretamente destacadas, tenían las mismas cosas que yo tenía. Ya vestidos de este modo, todos comenzamos a decir “Labbayka! Allahumma Labbayk!” (¡A Tu servicio, Oh Señor!) ¡En el avión había personas blancas, negras, trigeñas, coloradas y amarillas, ojos azules y cabello rubio, y mi pelo enrulado – todos juntos, como hermanos! Todos honrando al mismo Dios, todos honrándonos del mismo modo a nosotros mismos…
Aquí fue cuando comencé a apreciar al ‘hombre blanco’. Fue cuando comencé a percibir que en el ‘hombre blanco’ el aspecto era secundario, que lo que importaban eran sus acciones y actitudes. En Norte América, ‘hombre blanco’ significaba actitudes y acciones contra el hombre negro y hacia todo hombre no blanco. Pero en el mundo musulmán, he visto que los hombres blancos eran tan genuinamente hermanos como los demás. Esa mañana fue el comienzo de una alteración radical en mi punto de vista hacia el ‘hombre blanco’.
Había diez mil peregrinos, de todas partes del mundo. Eran de todos los colores, desde ojos azules y rubios hasta de piel negra y africanos. Pero todos estábamos participando del mismo ritual con un espíritu de unidad y hermandad que mis experiencias en Norte América me habían llevado a creer que nunca existiría entre los blancos y los no blancos… Norte América necesita entender el Islam, porque es la única religión que borra de la sociedad los problemas raciales. A lo largo de mis viajes por el mundo musulmán, he conocido, hablado, y hasta comido con gente, que en Norte América hubiese considerado ‘blanca’ – pero esa actitud de los ‘blancos’ fue removida de sus mentes por la religión del Islam. Nunca antes había visto la verdadera y sincera hermandad practicada por todas las personas juntas, sin importar su color.”
De ahí que la peregrinación une a los musulmanes del mundo en una fraternidad internacional. Más de un millón de personas realizan el Hayy cada año, y los ritos sirven como fuerza unificadora en el Islam al juntar a los seguidores en la adoración. En algunas sociedades musulmanas, una vez que el creyente realizó la peregrinación es a menudo llamado como ‘hayyii’ ; esto, sin embargo, se realiza más que nada por una costumbre cultural que por un concepto religioso. Finalmente, el Hayy es una manifestación de la creencia en la unidad de Dios - todos los peregrinos adoran y obedecen las ordenes del único Dios.
Al llegar a ciertas estaciones en las rutas de las caravanas hacia Meca, el peregrino ingresa en un estado de pureza conocido como ihram. En este estado, las acciones ‘normales’ del día y de la noche se vuelven impermisibles para los peregrinos, como cubrirse la cabeza, cortarse las uñas y llevar ropa con costuras. Los hombres visten dos ropas especiales para el estado de ihram, dos telas blancas sin costuras que se atan alrededor del cuerpo. Todo esto incrementa la reverencia y la santidad de la peregrinación, de la ciudad de La Meca, y del mes de Dhul-Híyyah. Hay 5 lugares donde vestir las ropas del ihram, una en las costas de las planicies del noroeste de Meca cerca de Egipto y una al sur del Yemen, mientras que tres yacen al noreste de Medina, Irak y an-Nayd. La simple vestidura significa la igualdad de toda la humanidad a la vista de Dios, y la eliminación de las diferenciaciones mundanas. Después de ingresar al estado de ihram, el peregrino sigue camino hacia La Meca y espera el comienzo de la peregrinación. En el día 7 de Dhu al-Híyyah al peregrino se le recuerdan sus deberes, y al comienzo del ritual, que se lleva a cabo entre el día 8 y el día 12 del mes, el peregrino visita los lugares sagrados de La Meca - ‘Arafat, Muzdalifah y Mina’a – y ofrece un animal en conmemoración al sacrificio del Profeta Abraham. El peregrino se rapa la cabeza, luego tira siete guijarros a los monolitos en Mina’a por tres días consecutivos, se dirige a la mezquita a hacer la circunvalación de la Ka’bah, y realiza el recorrido entre los montes de Safaa y Marwah.
Mencionar el significado histórico y el alcance espiritual de cada rito esta más allá del alcance de este artículo introductorio.
Además del Hayy, está la peregrinación menor, o ‘umrah, que se lleva a cabo cualquier día del año. Realizando la ‘umrah no se cumple con la obligación del Hayy. Es similar a la peregrinación mayor (Hayy), y los peregrinos tienen la opción de realizar la ‘umrah por separado o junto al Hayy. Como en el Hayy, el peregrino comienza la ‘umrah asumiendo el estado de pureza o ihram. Ingresan a La Meca y circunvalan la sagrada Ka’bah siete veces. Puede entonces, tocar la Piedra Negra, rezar tras el Maqam Ibrahim, y tomar agua del pozo de Zámzam. Luego realiza el recorrido entre los montes de Safaa y Marwah siete veces y finalmente se recorta el cabello para completar la ‘umrah.
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