La Biografía de Muhammad (parte 4 de 12): Persecución en la Meca
Descripción: Los primeros días de la misión del Islam del Profeta y la persecución de seguidores del Islam.
- Por IslamReligion.com
- Publicado 15 Dec 2008
- Última modificación 21 Dec 2008
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Primeras Conversiones
Los primeros años de su Misión, el Profeta divulgó el mensaje a su familia y a sus amigos íntimos. La primera mujer en convertirse fue su esposa Jadiya, el primer niño fue su sobrino Ali, a quien él cuidaba, y el primer joven fue su sirviente Said, un antiguo esclavo. Su viejo amigo Abu Bakr fue el primer hombre adulto en convertirse. Muchos años después el Profeta le dijo: ‘Nunca he llamado a nadie al Islam quien no haya dudado al principio con la excepción de Abu Bakr.’
Luego, se le ordenó que divulgara abiertamente y que condenara la idolatría. Al principio, los ancianos de Quraish ignoraban a este extraño pequeño grupo, tratando a Muhammad como un caso de auto decepción, pero luego comenzaron a percatarse de que sus oraciones, a las cuales se adherían los pobres y los desposeídos (que podían ser vistos entonces como subversivos), representaban una amenaza a su religión y a sus intereses. Su poder dependía de su unidad, y con el ejemplo de Yazrib, partido en dos por el conflicto tribal, como una nefasta advertencia de lo que podría suceder en su propia ciudad, estaban obligados a esperar su propio tiempo. Además, el clan Hashim, lo que sea que pensara de su miembro, por costumbre lo defendía si era atacado. Se confinaron a si mismos por el momento a la burla, tal vez el arma mas efectiva en la defensa del hombre común contra la verdad, ya que no recurrían al grado de compromiso inherente de violencia. Su antiguo guardián Abu Talib le pidió que abandonara la divulgación de su mensaje para no arriesgar su seguridad y la del clan. ‘Oh tío mío’, le respondió: ‘incluso si colocaran en mi palma derecha el sol y la luna en mi izquierda, no abandonaría mi propósito hasta que Dios me garantice el éxito o hasta que muera en el intento’. La respuesta de Abu Talib fue una mirada: ‘Sobrino mío, no te abandonaré.’
La tensión se incrementaba gradualmente en la ciudad, mes a mes, al expandirse la influencia espiritual de Muhammad, quitando la hegemonía de los mayores de Quraish y dividiendo a sus familias. Esta influencia se transformó en algo incluso mas peligroso para el orden establecido cuando el contenido de las sucesivas revelaciones se fue ampliado para incluir la denuncia de la celosía de la plutocracia de los mecanos, codiciaban ‘mas y mas’ y su avaricia. La oposición ahora la llevaba un tal Abu Yahl, junto a Abu Lahab y el más tarde cuñado, un hombre más joven que era más sutil y más talentoso que cualquiera de ellos, Abu Sufian. Regresando un día de caza, el tío de Muhammad, Hamza, quien hasta ese entonces se mantenía neutral, estaba tan enojado por los insultos hacia su sobrino que buscó a Abu Yahl, le pegó en la cabeza y anunció su conversión al Islam.
Comienzo de la Persecución
Al fines del tercer año, el profeta recibió la orden de “Levántate y advierte”, con lo cual comenzó a divulgar su mensaje en público, apuntando a la despreciable locura de idolatrar frente a las maravillosas leyes del día y la noche, de la vida y la muerte, del crecimiento y la decadencia de los seres, que manifiestan el poder de Dios y atestiguan Su Unicidad. Fue en ese entonces, cuando comenzó a hablar en contra de sus dioses, que Quraish fue activamente hostil, persiguiendo a sus discípulos pobres con burlas e insultos. La única consideración que lo previno de matarlos fue el miedo de la venganza de sangre del clan al cual pertenecía la familia. Fuerte en su inspiración, el profeta siguió advirtiendo y albriciando, mientras que Quraish hacia todo lo posible para ridiculizar sus enseñanzas y a sus seguidores.
Huir a Abisinia
Las conversiones de los primeros cuatro años eran en su mayoría personas humildes incapaces de defenderse frente a la opresión. Tan cruel fue la persecución que soportaron que el Profeta les aconsejó a todos los que pudiesen que emigraran, al menos temporalmente, a Abisinia (Etiopia en la actualidad), donde serían bien recibidos por el cristiano, ‘un Rey justo.’ Cerca de ochenta convertidos huyeron en el año 614 DC al país cristiano.
Esta aparente alianza con el poder extranjero enfureció más a los mecanos, y enviaron enviados al Negus demandando la extradición de los musulmanes. Un gran debate se mantuvo en la Corte y los musulmanes ganaron el primer día, primero al demostrar que adoraban al mismo Dios que los cristianos, y luego recitando uno de los pasajes coránicos que hablaban de la Virgen María, ante los cuales el Negus lloró y dijo: ‘Verdaderamente esto viene de la misma fuente que descendió sobre Jesús’.
Incluso a pesar de la persecución y la emigración, la pequeña comunidad de musulmanes creció en cantidad. Quraish estaba seriamente alarmado. La adoración de ídolos en la Kaaba, el lugar sagrado donde peregrinaban todos los árabes, anclaban allí como guardianes, como primeros por sus intereses personales. En la temporada de la peregrinación, enviaban hombres en todas las carreteras para advertir a las tribus en contra de los hombres locos que predicaban entre ellos. Trataron de llevar al Profeta a un compromiso, ofreciéndole aceptar su religión si la modificaba para hacerles lugar a sus dioses como intermediarios con Dios. A cambio, ofrecían hacerlo rey si dejaba de atacar a la idolatría. El rechazo constante del profeta Muhammad frustró sus esfuerzos de negociación.
La Conversión de Umar
Más importante aun fue la conversión de uno de los hombres más formidables de la ciudad, Umar ibn al-Jattab. Enfurecido por el creciente éxito de la nueva religión, contrario a todo lo que el creía, juró matar a Muhammad, que la paz y la bendición de Dios lo acompañe, sin importar las consecuencias. Le dijeron que antes de hacerlo, observara a su familia, ya que su hermana y su cuñado se habían convertido en musulmanes. Al dirigirse a su hogar los encontró leyendo un capítulo Coránico llamado ‘Ta-Ha’, y cuando supo que su hermana de hecho había abrazado el Islam, la golpeo. Al sentirse avergonzado de sí mismo, pidió ver lo que estaba leyendo. Ella le dio el texto después de pedirle que realizara la ablución antes de tocarlo, y al leer los versos del Corán, realizó una repentina y total transformación. ¡La dulce potencia de las palabras del Corán lo cambiaron para siempre! Fue directo a Muhammad y aceptó el Islam.
Hombres como este eran muy importantes en la sociedad jerárquica como para ser atacados, pero la mayoría de los musulmanes era o pobre o esclavos. Los pobres eran derrotados y los esclavos torturados para hacerlos renunciar de su fe, y era muy poco lo que Muhammad podía hacer para protegerlos.
Un esclavo negro llamado Bilal colgado boca abajo desnudo bajo el sol con piedras pesadas en su pecho y dejado morir de sed. Fue provocado por los paganos para renunciar de su religión a cambio de la remisión de la tortura, pero su respuesta fue ‘Ahad! Ahad!’ (‘¡Dios es Uno! ¡Dios es Uno!’). Fue en este estado, en el borde de la muerte, que Abu Bakr lo encontró y pagó una fianza exorbitante.
Fue cuidado en el hogar de Muhammad y se convirtió en uno de los amigos mas queridos de los musulmanes. Cuando, mucho mas tarde, surgió el cuestionamiento de cómo los creyentes deberían ser llamados a rezar, Bilal se convirtió en el primer mu’ezzin (la llamada a la oración anunciada en voz alta desde el lugar de adoración de los musulmanes, llamado masyid) del Islam: un hombre alto, flaco y negro con una ponderosa voz, y se dice, cara de cuervo con el cabello gris; un hombre para el cual el sol se había quemado, durante su tormenta, todo menos el amor del Único y el Mensajero del Uno.
Destrucción de la Sahifah
Frustrado, la oligarquía mecana, bajo el liderazgo de Abu Yahl, realizaron ahora un documento formal declarando la prohibición o boicot en contra del clan Hashim en su totalidad; no podía haber tratos comerciales con ellos hasta que declararan ilegal a Muhammad, y nadie podía casarse con una mujer de Hashim o entregar a su hija a un hombre del clan. Entonces, por tres años, el profeta fue obligado junto a sus compañeros a vivir en las afueras de la Meca.
Con el paso del tiempo, las personas bondadosas de Quraish comenzaron a preocuparse por sus viejos amigos y vecinos. Logrando que el documento, que había sido colocado en la Kaaba, fuese reconsiderado. Cuando fueron a buscarlas encontraron que todas las escrituras habían sido destruidas por hormigas blancas, excepto por las palabras Bismika Allahumma (“En tu nombre, Oh Dios”). Cuando los mayores vieron esa maravilla, se removió la prohibición, y el profeta fue libre nuevamente para volver a la ciudad. Mientras tanto, la oposición a su llamada era cada vez más rígida. Tenía poco éxito entre los mecanos, y un intento de divulgar el Islam en la ciudad de Taif fue un fracaso. Su misión no era lo que él esperaba, cuando, en la época de la peregrinación anual, reunió un pequeño grupo que lo escucho armoniosamente.
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