Descubriendo al verdadero Jesús (parte 2 de 6): El Evangelio de Juan
Descripción: La transformación de Jesús en el Evangelio de Juan.
- Por I. Damiel
- Publicado 26 Dec 2011
- Última modificación 26 Dec 2011
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Al comienzo, cada evangelio circulaba de manera independiente en la comunidad en la que había sido escrito. Marcos probablemente fue compuesto en Roma, Mateo en Antioquía, Lucas en Cesárea y Juan en Éfeso. Ninguno de los escritores de los evangelios vio a Jesús en vida, y sabemos poco o nada de ellos.
Ahora que los evangelios han sido reunidos en la Biblia, pueden ser estudiados todos juntos. Sin embargo, la mayoría de los lectores actuales a menudo olvidan o ignoran lo que está en Marcos y se concentran sólo en la versión “mejorada” de Mateo, Lucas, y más específicamente, de Juan.
Cuando ponemos nuestra atención en Juan, el último evangelio escrito, no es de sorprender que notemos que allí Jesús es magnificado y transformado en alguien muy diferente a la persona que encontramos en Marcos. El Jesús de Juan es un ser poderoso, que ocupa alguna posición intermedia entre Dios y los hombres. Él es el logos, la Palabra de Dios a través de la cual Dios lo creó todo. Él ya no es sólo un Profeta y Mensajero de Dios, sino que es el Hijo unigénito de Dios.
Aunque ninguno de los evangelios enseña explícitamente que Jesús es Dios, algunas de las declaraciones encontradas en el cuarto evangelio ponen a Jesús tan por encima de la humanidad que muchos lectores ven en ellas evidencias del alegato cristiano tardío acerca de la divinidad de Jesús.
Por ejemplo, sólo en el evangelio de Juan se encuentran estas declaraciones:
·“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. (Juan 3:16)
·“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. (Juan 1:1)
·“Yo y el Padre uno somos”. (Juan 10:30)
·“El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”. (Juan 14:9)
·“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. (Juan 14:6)
·“… Antes que Abraham fuese, yo soy”. (Juan 8:58)
Otro hecho sorprendente es que, mientras en los evangelios anteriores se ve a Jesús predicando el Reino de Dios, en Juan vemos a Jesús ocupado predicando acerca de sí mismo.
En Marcos la palabra “reino” aparece en los labios de Jesús 18 veces, mientras que en Juan se reduce drásticamente a 5. Más aún, en Marcos Jesús utiliza “yo” refiriéndose a sí mismo 9 veces, mientras que en Juan lo hace nada menos que ¡118 veces!
Cuando leemos los evangelios tempranos, la impresión es que el “Reino de Dios” fue la principal prédica y enseñanza de Jesús, mientras que en el evangelio de Juan, raramente se escucha a Jesús predicar el “Reino de Dios”. Su evangelio está sustituido con declaraciones profundas y asombrosas de Jesús sobre sí mismo.
·“Yo soy el pan de vida”. (Juan 6:35)
·“Yo soy la luz del mundo”. (Juan 8:12)
·“Yo soy la puerta de las ovejas”. (Juan 10:7)
·“Yo soy el buen pastor”. (Juan 10:11)
·“Yo soy la resurrección y la vida”. (Juan 11:25)
·“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida”. (Juan 14:6)
·“Yo soy la vid verdadera”. (Juan 15:1)
No es de extrañar que cuando se les pregunta a los evangelistas y apologistas cristianos sobre las pruebas textuales de la divinidad de Jesús, rápidamente se vuelcan hacia el evangelio de Juan, ya que ninguno de los arriba mencionados autotestimonios poderosos se encuentra en ninguno de los otros evangelios. De seguro, si estas palabras hubieran sido parte de las palabras originales de Jesús, cada evangelista las habría mencionado. Es inverosímil creer que los evangelistas fueron todos descuidados respecto a estas enseñanzas centrales y fundamentales, y se ocuparon con detalles menos importantes de la vida de Jesús.
Por otra parte, ¿por qué el término “padre” o “el padre”, refiriéndose a Dios, sólo es utilizado 4 veces en Marcos mientras que aparece unas 173 veces en Juan? La conclusión más obvia que se deduce de estas estadísticas es que durante el período de tiempo entre Marcos y Juan hubo una evolución y un desarrollo de las tradiciones. En el evangelio de Marcos, Jesús habla de Dios como “Dios”; mientras que 30 años después, cuando Juan escribió su evangelio, Jesús en los mismos episodios llama a “Dios” su “Padre”.
En los evangelios más tempranos de los cuatro, Jesús aparece muy humano y mucho más como profeta. En el último evangelio, sin embargo, aparece mucho más divino, y mucho más como un ícono.
Es por esta razón que el evangelio de Marcos fue dejado de lado por la iglesia primitiva. Fue copiado con menos frecuencia por los escribas, los predicadores rara vez se referían a él, y fue leído sólo ocasionalmente en congregaciones y servicios de la iglesia.
Como se afirmó antes, el autor del evangelio de Juan no fue el único culpable de cambiar las palabras de Jesús; Mateo y Lucas tampoco estuvieron satisfechos con la descripción de Jesús en Marcos, y se propusieron magnificar la posición de Jesús en varias formas. Cuando alineamos los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas (evangelios sinópticos) juntos, y los comparamos uno con otro, notamos que los eventos y discursos están modificados a medida que pasamos de un evangelio a otro.
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