Sophie Jenkins, Excatólica y Exprotestante, Reino Unido
Descripción: Alimentada con muchas ideas erróneas sobre el Islam, Sophie decide finalmente verlo por sí misma.
- Por Sophie Jenkins
- Publicado 21 Jan 2013
- Última modificación 21 Jan 2013
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Nací en una familia inglesa de clase media baja; mi madre era (y es) ama de casa y mi padre trabajó en una firma electrónica (es un reconocido conferencista en ingeniería electrónica). Mi padre proviene de un entorno católico y mi madre de uno protestante. Habían compartido una breve temporada en la iglesia cuáquera a comienzos de la década de 1970, pero por la época en que nací, eran ateos radicales y la religión nunca fue mencionada en nuestra casa, mucho menos practicada. Mis padres habían decidido que si queríamos ser religiosos cuando creciéramos, ellos lo apoyarían.
Desde temprana edad creí en Dios, a pesar no haber sido criada con esta creencia, pero tenía el presentimiento de lo que me enseñaban en la escuela cristiana a la que asistía no era lo correcto, de algún modo. Nunca creí en Jesús ni en el Espíritu Santo, que me parecían falsos, pero en la escuela nos dijeron que esa era la única verdad, y que todas las demás religiones estaban equivocadas, de modo que yo estaba MUY confundida. Cuando era una niña pequeña, asumí que los adultos siempre tenían la razón sin excepciones: lo que decían, así era. Aun así, no podía aceptar esto, de modo que, quizás sabiamente, decidí mantener mi creencia en un solo Dios privada. Me sentía culpable por creer en algo que estaba ‘errado’. Me sentí avergonzada y desee y recé para dejar de ser hereje. Cuando era joven, estuve muy expuesta al temor hacia el ‘Fundamentalismo Islámico’, en especial con el asunto de Salman Rushdie fresco en las mentes de la gente, así que les tenía mucho miedo a los musulmanes en general. Habían dos niños musulmanes en mi escuela primaria, pero ellos mantuvieron sus creencias para sí mismos, excepto por el hecho de que el niño menor, Alí, se rehusó a rezar en la Asamblea.
Siempre le había rezado a Dios para que me mostrara el camino correcto, siempre busqué la ayuda de Dios. No había duda en mi mente de que Dios existía, cuando tenía 11 o 12 años de edad, ya en la secundaria comencé a darme cuenta de que quizás mi creencia en un solo Dios era incorrecta. En ese momento, no había escuchado del Islam, todo lo que ‘sabía’ al respecto era que se trataba de una religión violenta que trataba a las mujeres como basura. De hecho nos enseñaron en la ESCUELA que el Islam se expandió por la espada (es decir, de manera violenta y forzada), que las mujeres en el Islam eran muebles simbolizados por sus vestimentas, y que los musulmanes adoraban a Muhámmad (salalahu alaihi was sal lam). Yo estaba en verdad indignada, cada vez que veía a una mujer musulmana cuando iba de comparas a Manchester (hay algunos musulmanes en mi área) pensaba: “¿cómo puedes hacerte eso a ti misma?” Estaba indignada en verdad. Ellos nos habían enseñado, sin embargo, una cosa verdadera, que los musulmanes creen en un solo Dios, que era algo que yo honestamente no sabía antes.
Miré en todo tipo de otras religiones, Judaísmo, Hinduismo y Budismo, pero todas ellas parecían muy humanas y contradictorias. Sin embargo, un día no sé qué me golpeó, pero sentí que tenía que comprobar si lo que me habían enseñado era verdadero. Tenía curiosidad porque se me había dicho que los musulmanes creen en un solo Dios, y quería ver si esto era verdad o no. Vi un libro llamado ‘Elementos del Islam’ en la biblioteca local y lo tomé en secreto. Fui directamente a la sección sobre las mujeres musulmanas y quedé completamente atónica cuando la leí. Era todo lo contrario a lo que me habían enseñado sobre el Islam y las mujeres, y mejor que cualquier otra cosa que jamás hubiera escuchado. No tenía duda de lo que leí, sabía que era verdad, sabía en lo profundo de mi corazón que mis súplicas habían sido respondidas. ¡El Islam era la verdad que había estado buscando toda mi vida! Sin embargo me sentí mal por sentir esto, la vieja culpa de los días de mi escuela primaria regresó sigilosamente; ¿cómo podía creer en esta religión ‘equivocada’? Traté de hallar evidencia que me ‘probara’ que el Islam no era la verdad, pero me fue imposible: todos los libros que decían cosas negativas sobre el Islam, yo sabía que mentían. Todos los libros que decían cosas positivas del Islam, yo sabía que decían la verdad.
Decidí que debía ser musulmana, aunque no pude llegar a un acuerdo con ello, y no se lo dije a nadie. Leí cada libro que llegó a mis manos, tenía una copia traducida del Corán de la biblioteca, pero no pude entenderlo, estaba en inglés antiguo. Esto no me desanimó, sabía que era sólo una traducción, y lo que logré captar de ella me gustó mucho. Sabía que el Islam es para toda la vida, que no había marcha atrás, de modo que quería estar realmente segura. Terminé estudiándolo durante dos años y medio antes de ingresar a una sala de chat en enero de 1997 que cambió mi vida. Era la sala de chat de un sitio web islámico, y la gente allí me ayudó mucho. La segunda vez que fui allí hice mi Shahadah (declaración de fe que lo hace a uno musulmán) en frente de personas de todo el mundo.
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