Sura 3, aleyas 144 y 145: Verdades fundamentales sobre la vida y la muerte
Descripción: Dos versículos esenciales que explican que el Profeta Muhammad era un Mensajero y un ser humano. La duración de su vida fue fijada, al igual que para todos los seres humanos, antes de su nacimiento.
- Por Aisha Stacey (© 2019 IslamReligion.com)
- Publicado 04 Mar 2019
- Última modificación 04 Mar 2019
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"Muhammad es un Mensajero a quien precedieron otros. ¿Si muriera o le dieran muerte, volverían al paganismo? Quien regrese al paganismo no perjudica a Dios. Dios retribuirá generosamente a los agradecidos. Ningún ser puede morir excepto por el designio de Dios, lo que se encuentra escrito con anterioridad. A quien desee el provecho de esta vida mundanal, le concederé parte de ello, pero a quien quiera la recompensa de la otra vida, se la otorgaré. Así recompensaré a los agradecidos" (Corán 3:144-145).
El tercer capítulo del Corán, "La familia de Imrán" (Ali Imrán), fue revelado en Medina. Todas las suras reveladas en Medina se relacionan principalmente con la construcción y el mantenimiento de una comunidad musulmana sana y funcional. "La familia de Imrán" contiene 200 aleyas que pueden ser divididas en cuatro discursos, todos ellos interconectados, y la sura completa está dirigida a la Gente del Libro y a la nueva nación musulmana. Las aleyas 144 y 145 se encuentran en el último discurso, hacia el final de la sura. Se cree que esta sección fue revelada después de la desafortunada batalla de Uhud. Las aleyas que nos conciernen en este artículo están contenidas en una sección de la sura que repasa la batalla de Uhud a fin de enseñarles una lección a los musulmanes. Se los anima a superar las debilidades mundanas y alimentar las virtudes que les permiten cumplir con sus obligaciones.
Durante la batalla de Uhud corrió entre las filas el rumor de que el Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) había muerto. Esto tuvo un efecto devastador sobre la mayoría de los musulmanes. Una serie de eventos llevó a la derrota, y Dios permitió que los musulmanes experimentaran las consecuencias de su debilidad. El Profeta Muhammad había puesto un destacamento de arqueros en una colina, con la orden de no abandonar su posición bajo ninguna circunstancia. Desde la cima de la colina, los arqueros presumieron erróneamente que los musulmanes ya habían obtenido la victoria y decidieron unirse a sus hermanos en el campo de batalla. Eso le dio una apertura al enemigo[1].
Durante la caótica escaramuza que siguió, el Profeta Muhammad fue herido y esto provocó que alguien gritara que había caído muerto. Muchos de los musulmanes huyeron de regreso a Medina y otros corrieron hacia la colina, donde se derrumbaron desesperados. Entre tanto, un pequeño grupo de seguidores rodeó al Profeta y protegió su vida con una habilidad consumada y osada. Al mismo tiempo, algunos musulmanes fueron lo suficientemente imprudentes como para plantear que si el Profeta Muhammad realmente hubiera sido un profeta no habría sido asesinado.
Esta secuencia de eventos es utilizada por Dios en el Corán para explicar algunos principios fundamentales acerca de la vida y la muerte. Dios dice que Muhammad solo es un Mensajero, y que todos los mensajeros anteriores a él murieron o fueron asesinados. Dios reprende a quienes perdieron la fe diciendoles que Muhammad es un ser humano con un tiempo de vida prefijado como cualquier otro ser humano. Dios continúa diciendo que si su apego al Islam es, en realidad, un apego al Profeta Muhammad, entonces están parados sobre terreno muy inestable. Si alguno de los musulmanes tenía la intención de regresar a la incredulidad al morir el Profeta, entonces el Islam no los necesita en lo absoluto. Todos los mensajeros predicaron el mismo mensaje, que se remota al principio de los tiempos. El mensaje es mayor que aquel que lo enseña y durará hasta el final de los tiempos, mientras que los mensajeros, todos ellos seres humanos, tienen un tiempo de vida normal.
Esta no fue la única vez que a la nueva nación musulmana se le tuvo que recordar la mortalidad del Profeta Muhammad y la continuidad del mensaje. De acuerdo con los dichos y tradiciones de los más cercanos al Profeta Muhammad, la mañana después de que él muriera, Abu Báker entró a la mezquita y encontró a la gente distraída y desesperada. Omar Ibn Al Jattab les estaba diciendo que era pecado decir que el Profeta había muerto. Abu Báker tomó el control de la situación, diciendo: "Aquel que adoró a Muhammad, sepa que Muhammad está muerto; pero quien adora a Dios, sabe que Dios está vivo y no muere". Luego citó esta aleya coránica que confirmó sus palabras y les recordó las lecciones previamente aprendidas[2].
La segunda aleya que estamos tratando aquí, la 145, les enseña a los musulmanes que huir de la muerte no les servirá de nada. Nadie muere excepto en el momento señalado por Dios. Por lo tanto, una persona no debe perder el tiempo huyendo de la muerte, sino que debe hacer uso de su tiempo preparándose para su vida futura. El esfuerzo de una persona debe dirigirse a su bienestar en la otra vida, porque Dios afirma claramente que quien desea una recompensa en esta vida la obtendrá, pero quien desea una recompensa en el Más Allá alcanzará una felicidad indescriptible. Un musulmán debería enfocarse en los resultados mundanos solo en la medida en que estos acumulen recompensas en la próxima vida.
Ambas aleyas concluyen con Dios recordándoles a los musulmanes que Él recompensará a los agradecidos. Aquellos que aprecian Su generosidad y demuestran su gratitud siguiéndolo y glorificándolo serán recompensados en esta vida y aún más en la próxima. Sin embargo, los musulmanes deben recordar que no siempre obtendrán exactamente lo que quieran, no importa cuánto se esfuercen por ello ni cuán agradecidos estén. Una persona agradecida es agradecida por lo que sea que Dios le decrete. Algunas veces, la justicia conlleva sufrimiento en este mundo. Aquellos que son agradecidos aprecian los favores de Dios hacia ellos, Él ha puesto a su disposición la verdadera religión y les ha dado el conocimiento de un lugar más vasto y duradero que este pequeño planeta.