Sura 5, Al Maida (La mesa servida) (Parte 3 de 3)
Descripción: Breve comentario del capítulo 5 del Corán, que habla de los alimentos, la cacería, los juramentos hechos por judíos y cristianos, la vida después de la muerte y el banquete de Jesús.
- Por Imam Mufti (© 2018 IslamReligion.com)
- Publicado 16 Apr 2018
- Última modificación 25 Jun 2019
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Aleyas 87 a 108: Las cosas buenas que Dios ha hecho lícitas, normas que rigen los juramentos, el vino, las apuestas y algunas otras prácticas prohibidas, la caza, instrucciones para los creyentes, el testimonio en el momento del legado
Prohibir las cosas buenas que Dios ha hecho lícitas no es una señal de piedad. Ser excesivo es algo desagradable para Dios, mientras que consumir buena comida con moderación está muy bien. Dios no nos castigará si rompemos juramentos hechos de forma irreflexiva.
Dios les prohíbe a los creyentes las bebidas alcohólicas, el juego (apuestas) y la adivinación, y llama a estas cosas actos de Satanás.
Dios pide que Lo obedezcamos a Él y a Su Mensajero, y que estemos en guardia, pero si las personas elijen no prestar atención, entonces el Mensajero solo debe entregar el mensaje con claridad. Aquellos que creen y hacen buenas obras no pueden ser culpados por lo que consumieron en el pasado, siempre y cuando sean conscientes de Dios, tengan la creencia apropiada y la sigan con buenas obras. Después de todo, Dios ama a quienes hacen el bien.
Nadie puede cazar mientras esté realizando el peregrinaje a La Meca. Quien cace intencionalmente debe expiar su acto. No obstante, se permite capturar y comer pescado y mariscos. Dios es misericordioso y, a la vez, severo en Su castigo.
El deber del Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) es divulgar el mensaje, no obligar a la gente a aceptarlo. El bien y el mal no son lo mismo. Cuestionar demasiado dificulta las cosas, el silencio de Dios en ciertos contextos es una muestra de su indulgencia y tolerancia.
Cuando se les pide someterse a la revelación de Dios, se les dice a las personas que utilicen el raciocinio, pero ellas tienden a seguir el camino de sus ancestros. Si eres creyente, debes tomar tus propias decisiones y realizar tus propias acciones.
Deja un testamento antes de morir.
Aleyas 109 a 120: Interrogar a los mensajeros en el Día del Juicio acerca de las respuestas de la gente, recordatorio de los milagros de Jesús y la historia de la mesa, el diálogo entre Jesús y su Señor en el Día de la Resurrección, las buenas consecuencias de la veracidad
Como tal, este pasaje tiene como objetivo establecer la verdad sobre Dios y la sumisión a Él en la forma en que es concebida en el Islam. Esta verdad se presenta a través de una gran escena retratada aquí, en la que Jesús habla frente a todos los mensajeros de Dios y el resto de la humanidad. La sura presenta esta verdad en una escena vívida tomada del Día del Juicio, de la misma forma en que el Corán presenta varias escenas de ese gran día. En todas esas presentaciones, la imagen es retratada de manera tan inspiradora, vívida y efectiva, que prácticamente podemos verla frente a nuestros ojos. Escuchamos lo que se dice y sentimos cada reacción y respuesta.
Dios les preguntará a los profetas que envió a la gente acerca de la respuesta que obtuvieron. Jesús recordará los favores y milagros de Dios que él realizó con el permiso de Dios: hablar a la gente desde la cuna, conocer la Escritura, la Torá, el Evangelio y la sabiduría, hacer pájaros de arcilla que cobraban vida cuando Jesús los soplaba, sanar al ciego y al leproso, volver muertos a la vida; la protección que Dios le brindó, cuando la gente trató de lastimarlo y él les mostró sus señales, y los discípulos creían en él y se entregaron a Dios.
Los discípulos le pidieron a Jesús que le pidiera a Dios que hiciera descender una mesa desde el cielo con un banquete para ellos. Jesús les advirtió, a lo que respondieron que solo querían comer y que sus corazones estuvieran tranquilos, y que él les había dicho la verdad y serían testigos de ella. Jesús entonces oró al Señor para que hiciera descender el banquete del cielo. Dios aceptó la súplica de Jesús, pero advirtió que cualquiera que no crea después de ver la señal, recibirá un castigo ejemplar.
En el Día Final, Dios le preguntará a Jesús si él le pidió a la gente, durante su ministerio terrenal, que lo adoraran a él y a su madre, María. Dios sabe muy bien qué le dijo Jesús a la gente; pero este preocupante interrogatorio en ese temible día estará destinado a personas distintas a aquel a quien es dirigido.
Jesús alegará inocencia y declarará que jamás le pidió a la gente que lo adoraran. Si lo hubiera hecho, Dios lo habría sabido, pues él conoce todo lo que no se ve. La respuesta de Jesús está teñida de asombro y temor. Él comienza glorificando a Dios y sigue de inmediato con una negación absoluta de tales pensamientos y afirmaciones. Jesús declarará que él no hizo más que llamar a su comunidad a adorar solo a Dios y que, como ellos, él no es más que un siervo de Dios. Luego afirmará no tener responsabilidad sobre lo que ellos hicieron después de su tiempo en la Tierra. Jesús concluirá dejando el destino de su pueblo enteramente a Dios, declarando a la vez que son Sus siervos y están a Su disposición. Dios puede perdonarlos o castigarlos, lo que sea que él decida, será con base en Su sabiduría.
"Este es el Día en que los veraces se beneficiarán de su veracidad". Esta es la palabra final de Dios al terminar ese interrogatorio contemplado por todas las criaturas. Es la palabra final y decisiva. Se combina con la recompensa que corresponde a la veracidad y a quienes son veraces.
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