Sura 20, Ta Ha
Descripción: Este capítulo se compone de 135 versículos y trata sobre la historia de Moisés y de Adán, exhorta al Profeta Muhammad a la paciencia y la oración, y nos recuerda las consecuencias de la incredulidad.
- Por Imam Mufti (© 2017 IslamReligion.com)
- Publicado 27 Nov 2017
- Última modificación 25 Jun 2019
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Aleyas 1 a 8 La misión del Corán y los atributos de Aquel que lo envió
Dios le informa al Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) que Él no hizo descender el Corán para causarle angustia, sino como un recordatorio para quienes tienen temor de Dios, una revelación de Aquel que creó la Tierra y los cielos, el Señor de la misericordia, Quien está por sobre el Trono. Todo en los cielos y en la Tierra, y lo que hay entre ellos, Le pertenece solo a Él. Y Él sabe lo que la gente oculta.
Aleyas 9 a 99: Historia del Profeta Moisés
Lo que sigue a continuación es la historia más vívidamente descrita de Moisés. Él es el Profeta de quien Dios más habla en el Corán, y Él ha narrado los eventos de su vida desde diferentes ángulos, de modo que su personalidad se presenta cada vez en una perspectiva distinta. Se hace referencia al viaje de Moisés y su familia desde Madián hasta Egipto. Cuando fue hacia la luz, escuchando la voz de Dios que lo llamaba. Moisés sostuvo una conversación con su Señor en el Valle Sagrado. Dios le dijo que estableciera la oración en recuerdo Suyo, y luego le otorgó dos milagros. Uno, que su cayado se convertiría en una serpiente cuando lo arrojara al suelo; y el otro, que cuando presionara su mano derecha contra su costado izquierdo, esta saldría blanca y brillante. Después de esto, Dios le dijo que había sido elegido para una misión: invitar al Faraón al camino de Dios. Moisés le suplicó a Dios que le diera Su apoyo y que le permitiera a su hermano, Aaron, ayudarlo. Dios aceptó sus súplicas y le concedió su deseo, y le recordó las bendiciones que le habían sido concedidas desde su nacimiento, cuando el Faraón de aquella época mató a los hijos varones de los israelitas. Dios también le recordó a Moisés cómo Él lo hizo pasar por diversos giros de la vida antes de llegar a ese momento maravilloso en el que lo había elegido como Profeta.
Cuando el Faraón vio las señales de Dios, se sintió amenazado y reunió a sus hechiceros para un duelo. Los brujos del Faraón retaron a Moisés, y finalmente reconocieron la verdad de su Señor. Luego, Dios le ordenó a Moisés llevar a la gente de Bani Isra’il fuera de la esclavitud del Faraón. Pero, cuando Moisés fue al monte At-Tur para recibir la Torá, su pueblo comenzó a adorar la estatua de un becerro, siendo desviado por Samiri. Moisés lo desterró y quemó el ídolo. El propósito de todas estas historias del pasado es que podamos aprender de ellas.
Aleyas 100 a 114: El castigo de aquellos que se alejan del Corán y algunos espectáculos del Día de la Resurrección
Quien se aleje del Corán soportará una carga pesada y terrible en el Día de la Resurrección. Cuando la trompeta suene y Dios reúna a los pecadores, ellos se murmurarán unos a otros que solo estuvieron diez días en la Tierra, pero los más perceptivos de ellos dirán que permanecieron en la Tierra solo un día.
En ese día, Dios derribará las montañas hasta hacerlas polvo y dejará una llanura plana, y la gente seguirá el llamado de Aquel de Quien no hay escape. Toda voz será silenciada por el Señor de la misericordia, solo se escucharán murmullos. En el Día del Juicio, la intercesión será inútil, excepto la de aquellos a quien el Señor les dé permiso y cuyas palabras Él apruebe. Todos los rostros se humillarán ante el Siempre Vivo, el Siempre Vigilante. Aquellos agobiados por sus malas acciones se desesperarán, pero quienes hayan hecho actos justos y hayan creído, no tendrán miedo de injusticia ni de privación.
Aleyas 115 a 127: La historia de los ángeles prosternándose ante Adán y advirtiéndole sobre Satanás
Dios les ordenó a los ángeles que se prosternaran ante Adán y ellos lo hicieron, pero Satanás se negó, así que Dios le dijo a Adán que Satanás era su enemigo y de su esposa, y que él procuraría hacerlos expulsar del Paraíso, y que mientras permanezcan allí, no tendrán hambre, no sentirán desnudez, no padecerán sed ni sufrirán calor.
Pero Satanás le susurró a Adán, lo tentó llevándolo al "árbol de la inmortalidad y el reino eterno". Adán desobedeció a su Señor, y tanto él como Eva sucumbieron ante sus susurros, y comieron del árbol. Se hicieron conscientes de su desnudez y comenzaron a cubrirse con hojas.
Más tarde, su Señor los acercó, aceptó su arrepentimiento y los guio. Dios los expulsó del Paraíso, y les dijo que quien siga Su guía no se desviará ni caerá en miseria, pero quien se aleje de ella, tendrá una vida de mucha dificultad. Dios promete que quien se aleje de la guía será levantado ciego en el Día de la Resurrección, entonces le preguntará a Dios por qué ha sido resucitado ciego si en vida tenía vista. Dios le responderá que, así como ignoró las revelaciones de Dios cuando le llegaron, es justo que sea ignorado en ese Día. Así es como Dios retribuye a quienes se exceden y no creen en Sus revelaciones. Dios dice que el castigo más grande y duradero será en el Más Allá.
Aleyas 128 a 129: Aprender lecciones de naciones anteriores
¿No aprenden una lección de las muchas generaciones que Dios destruyó antes de ellos, a través de cuyas moradas pueden ahora caminar? Hay señales verdaderas en esto para cualquiera que tenga entendimiento. Si no fuera por una Palabra predeterminada de su Señor, ellos ya habrían sido destruidos. Su tiempo ha sido fijado.
Aleyas 130 a 132: Instrucciones para el Profeta
Se le dice al Profeta Muhammad que sea paciente con lo que ellos dicen, y que celebre la alabanza del Señor antes del amanecer y del ocaso, durante la noche, y al comienzo y al final del día, para que pueda hallar sosiego y felicidad. Dios le instruye no mirar con deseo lo que Dios les ha concedido a algunos de ellos para que disfruten en esta vida mundana. Dios los pone a prueba con ello, pero la provisión del Señor en la vida por venir es mejor y más duradera.
Se le dice al Profeta Muhammad que ordene a la gente rezar y ser firme en sus oraciones. Dios no le pide a nadie que Le dé provisión, Él provee a todo y a todos, y las recompensas del Más Allá pertenecen a los devotos.
Aleyas 133 a 135: La terquedad de los politeístas y sus consecuencias
Los incrédulos preguntan por qué el Profeta Muhammad no trae una señal de su Señor. Dios les dice que les fue dada una señal clara en las escrituras anteriores con respecto a la llegada del Profeta Muhammad. Si Dios los hubiera destruido con un castigo antes de que llegara su Mensajero, se hubieran quejado y hubieran dicho que, si Dios les hubiera enviado un Mensajero, habrían seguido Sus revelaciones antes de sufrir la humillación y la desgracia. Se le dice al Profeta Muhammad que les diga que todos estamos esperando, así que mantengan la espera, en última instancia, ellos aprenderán quién ha seguido el camino recto, quién ha sido guiado correctamente.
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