Sura 2, aleya 255: El versículo más grandioso del Corán (parte 1 de 2)
Descripción: El Islam es una religión centrada en Dios. Nada ilustra esta realidad mejor que el versículo denominado “el más grandioso” por el Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él). Lea este artículo para conocer más sobre ese versículo y su hermosa explicación de Quién es Dios.
- Por Imam Mufti (© 2016 IslamReligion.com)
- Publicado 12 Dec 2016
- Última modificación 25 Jun 2019
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"¡Dios! No existe nada ni nadie con derecho a ser adorado excepto Él, el Viviente [Eterno], el Sustentador [y Gobernador de toda la creación]. No Lo afectan somnolencia ni sueño. Suyo es cuanto hay en los cielos y la Tierra. ¿Quién podrá interceder ante Él si no es con Su permiso? Conoce el pasado y el futuro [lo manifiesto y lo oculto] y nadie abarca de Su conocimiento salvo lo que Él quiere. El escabel de Su Trono abarca los cielos y la Tierra, y la custodia [y mantenimiento] de ambos no Lo agobia. Y Él es el Sublime, el Grandioso" (Corán 2:255).
Introducción: ¿Qué es la aleya del Trono?
El segundo capítulo de la escritura musulmana, el Corán, se denomina Suratul Báqara, o Sura de la Vaca. Contiene una aleya hermosa e importante que es el versículo "más grandioso" de todo el libro. Se lo conoce en árabe como Ayatul Kursi, y habla bellamente sobre Dios. Esta aleya es conocida por su significado profundo, su lenguaje rítmico y sublime, su mensaje inspirador y reconfortante, y su descripción magnífica de los poderes y atributos de Dios. Este versículo resume, en palabras poderosas, los principios básicos de la fe islámica, citando aquellos atributos de Dios que afirman de la forma más conveniente posible el significado y la importancia del principio islámico de Tawhid: La Unidad y Unicidad de Dios.
Esta aleya a menudo ha ganado la admiración de los no musulmanes, "... una magnífica descripción de la majestad y providencia divinas: pero no debe suponerse que la traducción viene con la dignidad del original" (Sale). "Uno de los pasajes más admirados en el Corán" (Lane). "Uno de los versículos más grandioso del Corán" (Wherry).
Virtudes y beneficios
El Corán o escritura islámica, es único en el sentido de que todo él fue revelado al Profeta Muhammad en árabe, y él elogió algunos de sus pasajes y relacionó recompensas especiales por recitarlos. El Profeta Muhammad dijo:
"Todo tiene su pináculo, y el pináculo del Corán es Suratul Báqara. Allí hay una aleya que es la más grande del Corán" (Tirmidhi).
Cuando un creyente realmente cree en estos atributos de Dios, ello lo libera de la ansiedad y el miedo a lo desconocido. También lo hace esforzarse en ser piadoso y recto, pues sabe que tendrá que responder por sus obras en el Día del Juicio, donde nada sino solo su piedad y su fe podrá llegar a su rescate. Eso lo hace refutar las afirmaciones de los politeístas, que creen en muchas deidades, y que aseguran que hay otros dioses además de Dios.
Siendo el mayor versículo del Corán, a los musulmanes se les anima a recitarlo con regularidad. El Profeta Muhammad dijo que si uno lee este versículo después de cada oración (los musulmanes oran cinco veces al día), solo su vida (que termina al morir) lo detiene de entrar al Paraíso. El creyente que la recita después de una oración obligatoria, está bajo el cuidado y la protección de Dios hasta que comienza la siguiente oración[1].
Finalmente, el Profeta dijo que recitar Ayatul Kursi te protegerá a ti, a tus hijos y a tu hogar[2].
Explicación
Esta aleya se compone de 10 frases. A continuación, explicaremos brevemente cada una de ellas:
"¡Dios! No existe nada ni nadie con derecho a ser adorado excepto Él".
No existe dios sino solo Él. Nadie merece ser adorado sino solo Él. Nadie debe ser adorado en lugar de Él ni junto con Él. Este es nuestro propósito en la vida y la razón por la cual Dios envió profetas y reveló escrituras. Y, finalmente, es por este aspecto que seremos juzgados en el Día del Juicio.
Dios es Uno y nadie tiene derecho a ser adorado sino solo Él. No debemos asociar copartícipes con Él. Solo Él tiene el derecho incondicional y definitivo a ser adorado.
Esta afirmación distingue de forma clara y definitiva el concepto islámico de Dios de la doctrina de la Trinidad, adoptada y desarrollada por los concilios de iglesias cristianas mucho después de Jesús, a partir de creencias paganas de los antiguos egipcios, que confundieron a Dios con el Sol y reconocieron la existencia de dioses menores junto con Él.
"El Viviente [Eterno], el Sustentador [y Gobernador de toda la creación]".
Mientras que todo en esta Tierra es mortal y temporal, Dios es Eterno y siempre vivo. Dios es Quien sustenta a todo y a todos. El Viviente, es decir, el Eterno, Quien no tuvo comienzo y no tendrá fin. En otras palabras, este es Su Atributo y no la cualidad de que Él esté vivo (en el sentido en que nosotros entendemos la vida). Todas las cosas adoradas en lugar o junto con Dios no son siempre vivas ni tienen creación que dependan de ellas. En lugar de eso, ellos mismos dependen de Dios para su existencia y su sustento.
Dios es Autosuficiente y es Él Quien sustenta todo lo demás. Él no cambia ni desaparece. La creación no podría existir sin que Dios la mantenga unida.
Esto corrige las ideas judía y cristiana de Dios "descansando" al séptimo día después de Su gran esfuerzo en la creación del universo: "Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación" (Génesis 2:2-3).
"No Lo afectan somnolencia ni sueño".
No hay inconveniente, desconocimiento ni ignorancia que toque jamás a Dios. En lugar de ello, Él es consciente de todo, y controla lo que cada quien merece, tiene visión perfecta por encima de todo, nada escapa a Su conocimiento, y no hay asunto que sea secreto para Él. Entre Sus atributos perfectos, está el hecho de que Él jamás se ve afectado por la somnolencia ni el sueño. De hecho, Él comenzó esta frase con "somnolencia", que es una condición ligera antes de mencionar el sueño, que es una condición mucho más profunda. En otras palabras, Él nos dice que, si la mera somnolencia no puede apoderarse de Él, ¡entonces por qué debería dormir!
Todo en la tierra sigue un ciclo: el Sol se levanta y se oculta, las mareas suben y bajan, la luna crece y mengua, las criaturas vivas nacen y mueren. Pero nuestro Creador no es como ninguna de las cosas que vemos a nuestro alrededor. Dios está libre de toda imperfección, necesidad física o debilidad. Ni la somnolencia ni el sueño Lo afectan.
"Suyo es cuanto hay en los cielos y la Tierra".
A Dios pertenece todo lo que está en ellos y entre ellos. Él es el Altísimo, el Proveedor, el Rey, el Regulador. Todas las creaciones están sujetas a Su Reino, y Él es capaz de hacer todo lo que Le plazca con ellas.
Este concepto nos da una nueva definición de propiedad, como es aplicada por los individuos humanos. Porque, dado que Dios es el poseedor último de todo cuanto existe, nadie más puede reclamar la propiedad absoluta de nada en este mundo. Las personas, por tanto, son meros custodios de lo que poseen, que les es confiado por Dios. En consecuencia, ellas están obligadas por los términos de dicha custodia, según lo establecido por Dios Todopoderoso, el Dueño final, en el código divino de vida revelado a la humanidad. Cualquier violación de esos términos conlleva a la descalificación y la censura del depositario de esa confianza.