Sura 2, aleyas 285 y 286: Creencias básicas y relación con Dios (parte 1 de 2)
Descripción: Exposición de los últimos dos versículos del segundo capítulo del Corán, que definen las creencias básicas de un musulmán, su humildad y su relación con Dios. Parte 1: expone las creencias básicas y la rendición de cuentas de la humanidad en el Más Allá.
- Por Aisha Stacey (© 2016 IslamReligion.com)
- Publicado 19 Dec 2016
- Última modificación 19 Mar 2017
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"El Mensajero y sus seguidores creen en lo que le fue revelado por su Señor [al Mensajero]. Todos creen en Dios, en Sus ángeles, en Sus Libros y en Sus mensajeros [diciendo:] ‘No hacemos diferencia entre ninguno de Sus mensajeros’. Y dicen: ‘Oímos y obedecemos. Perdónanos Señor nuestro, que ante Ti retornaremos [para ser juzgados]’. Dios no exige a nadie por encima de sus posibilidades, a su favor tendrá el bien que haga, y en su contra tendrá el mal que haga. ‘¡Señor nuestro! No nos castigues si olvidamos o cometemos un error. ¡Señor nuestro! No nos impongas una carga como la que impusiste a quienes nos precedieron. ¡Señor nuestro! No nos impongas algo superior a lo que podamos soportar. Perdónanos, absuélvenos y ten misericordia de nosotros. Tú eres nuestro Protector, concédenos el triunfo sobre los que niegan la verdad’" (Corán 2: 285 - 286).
Estas son las dos últimas aleyas de la segunda sura del Corán, Al Báqara (La vaca). Este capítulo fue revelado en Medina y es la sura más larga del Corán. Fue revelada a lo largo de varios años, y su temática abarca una serie de asuntos, principalmente normas, pero también doctrinas de fe y conceptos islámicos fundamentales. Las dos últimas aleyas resumen los principales temas de la sura, y definen las creencias básicas de un musulmán, describiendo la relación del creyente con Dios.
Según las tradiciones del Profeta Muhammad, la recitación de estas dos aleyas contiene muchas virtudes. Por ejemplo, el Profeta Muhammad les dijo a sus compañeros: "Aquel que recite las dos últimas aleyas de Al Báqara por la noche, esto le será suficiente (contra cualquier mal)"[1]. Estas se encuentran entre las aleyas más memorizadas y recitadas del Corán.
Comenzamos con la confirmación de que el Mensajero, el Profeta Muhammad, cree en lo que le ha sido revelado. Lo mismo ocurre con quienes lo siguen, aquellos que son conocidos y descritos como los creyentes. La fe del Profeta Muhammad se desprende directamente de las revelaciones que ha recibido. Es aquí donde se describen cuatro artículos de fe: los musulmanes creen en Dios, Sus ángeles, Sus escrituras (libros) y Sus mensajeros.
Dios es la autoridad suprema, toda autoridad temporal deriva de Él. Él no tiene socios y solo Él es proveedor de vida y sustento. Creer en los ángeles implica creer en lo oculto, algo que está más allá de la observación humana; lo que la humanidad puede ver y sentir es solo una pequeña porción de la realidad. Creer en las escrituras de Dios y en Sus mensajeros es algo que fluye naturalmente de la creencia en Dios mismo. Creer en Dios es creer en todo lo que Él ha revelado. Tenemos una serie de libros, como la Torá, el Evangelio y los Salmos, y una serie de mensajeros. Los seguidores del Profeta Muhammad son los herederos de esta guía.
Los mismos creyentes dicen que no discriminan entre ninguno de los mensajeros. Ellos no creen en unos y rechazan a otros. Esto es una confirmación de que todos los mensajeros vinieron con el mismo mensaje: adorar solo a Dios, el Único. Las leyes traídas por los mensajeros anteriores al Profeta Muhammad quedaron abrogadas, pero la esencia de la adoración, y el mensaje en sí mismo, se mantienen sin cambios: no hay divinidad verdadera digna de adoración, excepto Dios.
Los creyentes dicen: escuchamos el mensaje y obedecemos los mandatos de Dios. Después de aceptar las creencias básicas, el musulmán se somete obedientemente a la Voluntad de Dios. La sumisión es una expresión externa de nuestra fe, con la sumisión y la obediencia viene el reconocimiento de las fallas de uno, y entonces el creyente acude a Dios en busca de perdón, para que Él pase por alto sus errores y deficiencias. "Concédenos perdón", pide el creyente. Esto es tanto una petición como una súplica.
El creyente también reconoce la realidad del Más Allá. "Regresaremos a Ti", dice. Esto implica creer en el Más Allá y ese es otro artículo de fe, la creencia en el Día del Juicio y en la rendición de cuentas de la humanidad. Creer en el Más Allá juega un papel central en formar la conciencia y el comportamiento de una persona, y su percepción de las consecuencias de sus actos.
A medida que avanzamos, Dios se refiere a un problema que molestaba a muchos de los compañeros del Profeta Muhammad. Como nuevos musulmanes, nuevos creyentes, se preocupaban de que fueran a ser obligados a rendir cuentas por sus pensamientos, y castigados en consecuencia, incluso si no realizaron acciones pecaminosas. Dios alivia esos temores diciendo que Él no pone a ningún alma más carga de la que puede soportar. El creyente entiende que Dios está completamente consciente de las limitaciones y habilidades de la humanidad, tanto en su conjunto como en específico. El individuo no será sobrecargado ni puesto bajo coacción, estoda tranquilidad a la mente de los creyentes.
Dios no le pide a nadie algo que esté más allá de sus capacidades. Esto demuestra la bondad, compasión y generosidad de Dios hacia Su creación. Esto subraya el por qué Dios es conocido como el Más Misericordioso. La siguiente frase nos lleva un paso más allá, al enfatizar la responsabilidad individual. Cada persona se beneficia de cualquier bien que haya hecho, y se perjudica o es castigada por el mal realizado. Ningún ser humano resiste más de lo que es capaz, y la recompensa o castigo se mide para cada individuo. Los pecados de los padres no son heredados a los hijos.
Sura 2, aleyas 285 y 286: Creencias básicas y relación con Dios (parte 2 de 2)
Descripción: Exposición de los últimos dos versículos del segundo capítulo del Corán, que definen las creencias básicas de un musulmán, su humildad y su relación con Dios. Parte 2: Explica las bellas súplicas al final del capítulo.
- Por Aisha Stacey (© 2016 IslamReligion.com)
- Publicado 19 Dec 2016
- Última modificación 25 Dec 2016
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En el artículo anterior, establecimos que Dios no pondrá a ninguna persona una carga más allá de sus capacidades, y que cada persona es responsable de sus propios actos. En el Día del Juicio, nadie podrá interceder por ningún otro, cada persona se presentará sola ante Dios, y solo Dios interrogará a Sus siervos y los juzgará. Las buenas obras serán tenidas en cuenta y a menudo serán multiplicadas. De acuerdo con el principio de que una mala acción solo pertenece a quien la cometió, una persona será castigada solo por una mala obra que haya realizado, no una que involuntariamente le haya venido a la mente.
El Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: "Dios ha perdonado a mi comunidad por lo que se dicen a sí mismos, siempre que no lo pronuncien ni lo realicen"[1]. También nos dijo que: "Dios les dijo (a Sus ángeles): ‘Si Mi siervo intenta cometer una mala acción, no la registren como tal; y si la comete, escríbansela como una mala acción. Si intenta realizar una buena acción, pero no la realiza, escríbansela como una buena acción; y si la realiza, escríbansela como diez buenas obras’"[2].
A continuación, Dios les explica a los creyentes cómo suplicar y pedir perdón y misericordia. El capítulo de apertura del Corán fue una lección sobre cómo orar y pedir guía, y esta es una lección sobre la mejor forma de suplicarle a Dios. En esencia, es una petición formal de parte de los creyentes, y una oración o súplica que define la relación del creyente con Dios. Implica debilidad y necesidad humana de misericordia y perdón de Dios. No nos castigues si hemos obrado mal y olvidado; el error y el olvido son dos rasgos que definen la conducta humana. Sin embargo, un creyente siempre busca la ayuda de Dios y siempre se vuelve hacia Él arrepentido.
Posteriormente, los creyentes le piden a Dios que no ponga sobre nosotros una carga como las que puso sobre la gente que nos precedió. Esta es una petición del débil para el Todopoderoso. En el pasado, la gente llevó cargas que eran demasiado exigentes, y eso contribuyó a que no cumplieran su deber para con su Señor. Leyes estrictas impuestas a naciones anteriores a causa de lo que ellos mismos se autoimpusieron. Este capítulo ha delineado varios episodios en la historia de los Hijos de Israel que indican esto. Con esto en mente, nos encontramos con una petición apasionada por la facilidad y por leyes que sean fáciles de seguir y cumplir.
"Perdónanos y ten misericordia de nosotros". Esta frase resume la única garantía real de éxito en esta vida y de la admisión en el Paraíso: la Misericordia de Dios. No importa cuánto se esfuerce una persona, no logrará nada a menos que Dios le conceda Su Misericordia. Aisha, la amada esposa del Profeta Muhammad, nos transmitió que el Profeta dijo que nadie alcanzaría el Paraíso en virtud solo de sus obras. Está reportado que ella le preguntó: "¿Ni siquiera tú?"; y él le contestó: "No, ni siquiera yo, a menos que Dios me otorgue Su Misericordia"[3].
"Eres nuestro Protector"; eso significa que Tú eres nuestro apoyo y nuestra ayuda. Los creyentes dicen que acudimos a Ti por todo tipo de ayuda, Tú eres el Único de Quien realmente dependemos. No existe poder ni fuerza excepto proveniente y a través de Ti, Señor.
La línea final aboga por la victoria sobre los incrédulos. Esto significa, sobre aquellos que rechazan el mensaje, se niegan a aceptar la religión que se les ofrece, y que niegan la Unidad y Unicidad de Dios. Esta es una declaración que insta a los creyentes a poner toda su confianza en Dios, Quien es capaz de hacer todas las cosas, y de defender la religión verdadera de sus enemigos.
En más de una narración de las tradiciones[4] del Profeta Muhammad, está registrado que Dios responde a esta súplica con las palabras: "Lo haré". Y en otra narración se dice que Dios responde: "Lo hice". Este largo capítulo, que cubre muchas regulaciones y normas, termina detallando las obligaciones del creyente en esta vida, mientras enfatiza que Dios conoce muy bien Su creación, y tiene en cuenta las debilidades y deficiencias del ser humano. Afirma que Dios no sobrecarga a los creyentes. En conclusión, estas aleyas finales son un resumen conciso de los temas de todo el capítulo, y es también un resumen de las características centrales de la fe de un creyente.
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