Los derechos de los no-musulmanes en el Islam (parte 6 de 13): El derecho a la libertad de culto II
Descripción: El Islam da a los miembros de otras religiones el derecho a practicar sus creencias. Un análisis histórico del principio islámico de “no coacción en asuntos de fe”. Parte 2.
- Por IslamReligion.com (Por: Dr. Saleh al-Aayed)
- Publicado 17 May 2010
- Última modificación 17 May 2010
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Los musulmanes protegieron las iglesias cristianas en las tierras que ocuparon, de ser dañadas. En una carta a Simeón, el Arzobispo de Rifardashir y líder de todos los obispos de Persia, el Patriarca Nestoriano Geoff III escribió:
“Los árabes, a quienes Dios ha dado poder sobre el mundo entero, saben qué tan ricos son ustedes, pues viven entre ustedes. A pesar de esto, no atacan la religión cristiana. Por el contrario, tienen simpatía por nuestra religión, y respetan a los sacerdotes y santos de nuestro Señor, y donan gentilmente a nuestras iglesias y monasterios”.[1]
Uno de los califas musulmanes, Abdul-Malik, tomó de los cristianos la Iglesia de Juan y la hizo parte de una mezquita. Cuando Umar bin Abdulaziz lo sucedió en el califato, los cristianos denunciaron ante él lo que su predecesor le había hecho a su iglesia. Umar escribió al gobernador que la parte de la mezquita que en derecho les pertenecía les fuera devuelta, si ellos no llegaban con él a un acuerdo monetario que les fuera satisfactorio.[2]
El Muro de las Lamentaciones en Jerusalén es conocido por los historiadores como uno de los lugares de culto más sagrados del judaísmo. Hace algún tiempo, fue enterrado por completo bajo escombros y montones de ruinas. Cuando el califa otomano Sultán Sulaimán se enteró de ello, ordenó a su gobernador en Jerusalén remover todos los escombros y ruinas, limpiar el área, restaurar el Muro de las Lamentaciones, y hacerlo accesible a los judíos para su visita.[3]
Historiadores occidentales imparciales reconocen estos hechos. LeBon escribe:
“La tolerancia de Muhammad hacia los judíos y los cristianos fue verdaderamente grande. Los fundadores de otras religiones que aparecieron antes que él, en particular el judaísmo y el cristianismo, no prescribieron tan buena voluntad. Sus califas siguieron la misma política, y su tolerancia ha sido reconocida por escépticos y creyentes cuando han estudiado la historia de los árabes en profundidad”.[4]
Robertson escribió:
“Sólo los musulmanes fueron capaces de integrar su celo por su propia religión con la tolerancia hacia los seguidores de otras religiones. Aún cuando llevaban espadas a la batalla por la libertad de difundir su religión, permitieron a aquellos que no la deseaban adherirse a sus propias enseñanzas religiosas”.[5]
Sir Thomas Arnold, un orientalista inglés, escribió:
“Nunca hemos escuchado de un reporte de ningún intento planeado para obligar a las minorías no-musulmanas a aceptar el Islam, ni de ninguna persecución organizada que pretendiera acabar con la religión cristiana. Si alguno de los califas hubiera elegido alguna de estas políticas, habrían sobrepasado a la cristiandad con la misma facilidad con que Fernando e Isabel exiliaron el Islam de España, o con la que Luis XIV hizo del protestantismo un crimen punible en Francia, o con la que los judíos fueron exiliados de Inglaterra por 350 años. En aquel entonces, las iglesias de oriente estaban completamente aisladas del resto del mundo cristiano. No tenían apoyo en el mundo pues eran consideradas sectas heréticas de la cristiandad. Su mera existencia al día de hoy es la evidencia más fuerte de la política de los gobiernos islámicos tolerantes hacia ellas”.[6]
El autor estadounidense Lothrop Stoddard escribió: “El califa Umar tuvo el mayor cuidado de preservar la santidad de los lugares sagrados cristianos, y quienes se convirtieron en califas después de él siguieron sus pasos. Ellos no hostigaron a los peregrinos de las diferentes denominaciones que llegaban de todos los rincones del mundo cristiano cada año a visitar Jerusalén”.[7]
La realidad es que los no-musulmanes fueron tratados con más tolerancia entre los musulmanes que la que experimentaron con otras sectas de su propia religión. Richard Stebbins dijo respecto a la experiencia cristiana bajo el gobierno de los turcos:
“Ellos (los turcos) permitieron a todos ellos, católicos romanos y ortodoxos griegos, preservar su religión y seguir sus conciencias como prefirieran: les permitieron tener sus iglesias para realizar sus rituales sagrados en Constantinopla y muchos otros lugares. Esto contrasta con el testimonio que puedo dar tras vivir doce años en España; no sólo hemos sido forzados a asistir a sus celebraciones papistas, sino que nuestras vidas y las vidas de nuestros nietos han peligrado también”.[8]
Thomas Arnold menciona en su Invitación al Islam que hubo mucha gente en Italia que deseaba estar bajo el gobierno otomano. Deseaban que se les pudiera garantizar la misma libertad y tolerancia que los otomanos daban a sus súbditos cristianos, pues habían perdido la esperanza de obtenerlos bajo cualquier gobierno cristiano. También, menciona que un gran número de judíos huyó de la persecución en España a finales del siglo XV y se refugió en la Turquía otomana.[9]
Vale la pena resaltar de nuevo este punto. La existencia de no-musulmanes por siglos a todo lo largo del mundo musulmán, desde la España musulmana y el África subsahariana hasta Egipto, Siria, India e Indonesia, es evidencia clara de la tolerancia religiosa extendida por el Islam a gentes de otras creencias. Esta tolerancia llevó incluso a la eliminación de los musulmanes, como ocurrió en España, donde los cristianos que allí residían tomaron ventaja de la debilidad de los musulmanes, los atacaron y los eliminaron de España, bien matándolos, forzándolos a convertirse al cristianismo o expulsándolos. Etienne Denier escribió:
“Los Musulmanes son lo opuesto de lo que mucha gente cree. Nunca usaron la fuerza fuera del Hiyaz.[10] La presencia de cristianos es prueba de este hecho. Ellos mantuvieron su religión con completa seguridad durante los ocho siglos que los musulmanes gobernaron sus tierras. Algunos de ellos ocuparon altos cargos en el palacio de Córdoba; pero cuando los mismos cristianos obtuvieron el poder sobre el país, de pronto su primera preocupación fue la de exterminar a los musulmanes”.[11]
Footnotes:
[1] Arnold, Thomas. Invitación al Islam. p. 102.
[2] Qaradawi, Yusuf. Ghayr al-Muslimeen fil-Mujtama’ al-Islami. p. 32.
[3] Hussayn, Abdul-Latif. Tasamuh al-Gharb Ma’l-Muslimeen. p. 67.
[4] LeBon, Gustav. La Civilización Árabe. p. 128.
[5]Citado en Aayed, Saleh Hussain. Huquq Ghayr al-Muslimeen fi Bilad il-Islam. p. 26.
[6] Arnold, Thomas. Invitación al Islam. p. 98-99.
[7] Stoddard, L.W. El Mundo Islámico en la Actualidad. Vol 1, p. 13-14.
[8] Citado en Qaradawi, Yusuf. Al-Aqaliyyat ad-Diniyya wa-Hal al-Islami. p. 56-57.
[9] Arnold, Thomas. Invitación al Islam. p. 183.
[10] Hiyaz: la parte occidental de Arabia que incluye las ciudades de La Meca y Medina.
[11] Denier, Etienne. Muhammad, El Mensajero de Dios. p. 332.
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