El papel de la colonización en el sistema político del mundo musulmán
Descripción: Cuando uno mira los temas de actualidad, no puede dejar de notar que el mundo musulmán está angustiado con disturbios y violencia. Este artículo discutirá cómo la colonización y la interferencia occidental han desempeñado un papel principal en la formación de este estado de cosas.
- Por IslamReligion.com
- Publicado 19 Mar 2018
- Última modificación 19 Mar 2018
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El Corán y la Suna han sido la guía del activismo político y moral musulmán. El ejemplo de cómo el Profeta Muhammad y sus compañeros llevaron sus vidas y desarrollaron la primera comunidad musulmana, sirve de modelo para un Estado y una sociedad orientados islámicamente y socialmente justos.
Más que un Profeta, el Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) fue el fundador de un Estado. En la época del Profeta Muhammad y sus sucesores, todos los musulmanes pertenecían a una única comunidad, cuya unidad se basaba en la interconexión entre la religión y el Estado, donde la fe y la política eran inseparables. El Islam se extendió desde lo que hoy día es Arabia Saudita por todo el Norte de África, a través de Oriente Medio y penetró en Asia y Europa. Históricamente, el Islam ha sido la ideología religiosa para la fundación de una variedad de estados musulmanes, incluyendo grandes imperios islámicos como el Omeya (661–750), el Abasida (750–1258), el Otomano (1281– 1924) y el Mugal (1526–1857). En cada uno de estos imperios y en otros estados tipo sultanato, el Islam fue la base de las instituciones legales, políticas, educativas, económicas y sociales del Estado.
En el siglo XI el mundo islámico estaba siendo atacado por los turcos y los mongoles. Ellos no fueron conquistados por el Islam, en lugar de ello, entraron al mundo islámico como conquistadores y se convirtieron al Islam durante los siglos siguientes.
Durante los últimos dos siglos, el mundo islámico ha estado bajo otra transformación llegada de Occidente. Los europeos, que llegaron en los siglos XIX y XX, colonizaron militarmente el mundo musulmán y no se convirtieron como los turcos y mongoles. Por primera vez en la historia, los musulmanes fueron subyugados políticamente por los imperios europeos de Rusia, Holanda, Gran Bretaña, Italia y Francia.
El siglo XX estuvo marcado por dos temas dominantes: el colonialismo europeo y la lucha de los musulmanes por su independencia. El legado del colonialismo se mantiene vivo hoy día. El colonialismo alteró el mapa geográfico del mundo musulmán. Dibujó las fronteras y designó líderes sobre los países musulmanes. Después de la Segunda Guerra Mundial, los franceses estaban en África occidental y del norte, el Líbano y Siria; los británicos en Palestina, Irak, el golfo árabe, el subcontinente indio, Malasia y Brunei; y los holandeses en Indonesia. Ellos remplazaron las instituciones educativas, legales y económicas, y retaron la fe musulmana. Los oficiales coloniales y los misioneros cristianos se convirtieron en los soldados de la expansión y el imperialismo europeos. El cristianismo era visto por los colonialistas como inherentemente superior al Islam y su cultura. Esta actitud puede verse en la declaración de Lord Cromer, consejero británico en El Cairo de 1883 a 1907: "…como sistema social, el Islam ha sido un completo fracaso. Mantiene a la mujer en una posición de inferioridad, permite la esclavitud, y su tendencia general es la intolerancia hacia otras religiones…".
El colonialismo europeo remplazó el autogobierno musulmán bajo la ley islámica, que existía desde tiempos del Profeta Muhammad, por sus señores europeos. Los colonialistas fueron los cruzados modernos, guerreros cristianos que se esforzaron denodadamente para destruir el Islam. Los franceses hablaban de su batalla de la cruz contra la luna creciente. La única diferencia era que los europeos vinieron, esta vez, no con caballería y espadas, sino con un ejército de misioneros cristianos y de instituciones misioneras como escuelas, hospitales e iglesias, muchas de las cuales permanecen en los países musulmanes hasta la actualidad. Los franceses tomaron la mezquita Yamí Masyid de Argel y la convirtieron en la catedral de San Felipe, con la bandera francesa y la cruz puestas sobre el minarete para simbolizar el dominio cristiano[1].
Los siglos de larga lucha del mundo musulmán con el gobierno colonial occidental fueron seguidos por regímenes autoritarios instalados por los poderes europeos. La ausencia de estados estables ha llevado a muchos a preguntarse si hay algo en el Islam que sea antiético para la sociedad civil y el estado de derecho. La respuesta a esta pregunta reside más en la historia y en la política que en la religión. Los estados musulmanes modernos solo tienen algunas décadas, y fueron creados por las potencias europeas para servir a los intereses de Occidente.
En el sur de Asia, los británicos dividieron el subcontinente indio en India y Pakistán, otorgando porciones del Estado de Cachemira, de mayoría musulmana, a cada uno de ellos. Los conflictos que resultaron de dichas acciones, han llevado a la muerte de millones en la guerra comunal entre hindús y musulmanes, la guerra civil entre el este y el oeste de Pakistán que llevó a la creación de Bangladés y los conflictos en Cachemira contra el gobierno indio, que se mantienen en la actualidad. En Oriente Medio, los franceses crearon el Estado moderno del Líbano con porciones de Siria, y los británicos establecieron las fronteras entre Irak y Kuwait, creando una entidad nueva llamada Jordania. También crearon un nuevo país llamado Israel, expulsaron de allí a los locales no judíos y se apoderaron de las tierras que pertenecían antes a cristianos y musulmanes, para entregárselas a una autoridad judía extranjera. Esas fronteras arbitrarias alimentaron conflictos étnicos, regionales y religiosos, incluyendo la guerra civil libanesa entre cristianos y musulmanes, la ocupación del Líbano por parte de Siria, la guerra con que Saddam Hussein reclamó el territorio kuwaití, y el conflicto palestino-israelí que no requiere presentación.
Los modelos políticos y económicos fueron tomados de Occidente para remplazar los sistemas político y económico islámicos después de la independencia de los gobiernos coloniales a mediados del siglo XX, creando ciudades sobrepobladas que carecían de sistemas de apoyo social, con elevadas tasas de desempleo, corrupción gubernamental, y una brecha creciente entre ricos y pobres. En lugar de llevar a una mejor calidad de vida, la occidentalización condujo al colapso de los valores familiares, religiosos y sociales tradicionales. Muchos musulmanes culpan a los modelos occidentales de desarrollo político y económico de ser la fuente del declive moral y el malestar espiritual.
Los gobiernos no elegidos, cuyos gobiernos son reyes, militares y oficiales exmilitares, gobiernan la mayoría de los países en el mundo musulmán. El poder estatal depende, en gran medida, de las fuerzas de seguridad, la policía y el ejército, y las libertades de reunión, expresión y prensa son muy limitadas. Muchos estados musulmanes operan dentro de una cultura de autoritarismo que se opone a la sociedad civil y a la libertad de prensa.
Además de influir sobre aquellos que llegan al poder en los emergentes estado-nación modernos musulmanes, Europa y Estados Unidos obligan a los regímenes autoritarios a establecer alianzas con ellos, y toleran o apoyan sus vías no democráticas a cambio del acceso occidental al petróleo y otros recursos.
Cuando la gente se pregunta por qué el mundo musulmán está azotado por la violencia y el descontento, la respuesta de seguro puede ser hallada en la interferencia colonialista, tanto en el pasado como en el presente, en la región. Por lo tanto, cualquier éxito futuro depende de regresar a una sociedad que se rija por los principios de las personas que viven en ella, una en la que todos los asuntos sean gobernados por el Islam.
Pie de página:
[1] Algunas de las primeras políticas imperialistas de las potencias coloniales no solo llevaron agendas económicas, sino también religiosas y culturales. Los franceses, por ejemplo, buscaron remplazar la cultura islámica por la suya mediante, entre otras medidas, la imposición de controles a los tribunales islámicos y la supresión de muchas instituciones musulmanas. Después de transformar la Gran Mezquita de Argel en la Catedral de San Felipe, por ejemplo, el arzobispo de Argel anunció un plan misionero para "salvar" a los musulmanes de "los vicios de su religión original, generadores de pereza, divorcio, poligamia, robo, comunismo agrario, fanatismo e incluso canibalismo". Azim A. Nanji, ed., The Muslim Almanac (Detroit: Gale Research, Inc., 1996), p. 123; Arthur Goldschmidt Jr., A Concise History of the Middle East, 3ra. ed. (Boulder, Colo.: Westview Press, 1988), p. 231; John L. Esposito, The Islamic Threat: Myth or Reality?, 3ra. ed. (New York: Oxford University Press, 1999), p. 50; Fawaz A. Gerges, America and Political Islam: Clash of Cultures or Clash of Interests? (Cambridge: Cambridge University Press, 1999).