Amina, Ex cristiana, Estados Unidos

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Descripción: Cómo su visita a Jerusalén la llevó a la Unicidad de Dios.

  • Por Amina
  • Publicado 26 Aug 2013
  • Última modificación 26 Aug 2013
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Nací en Canadá de padres cristianos descendientes de europeos. Me crie en Canadá los primeros años de mi vida. Luego mis padres se hicieron misioneros. Viajamos por todos los Estados Unidos y Europa, mientras mi familia trataba que la gente se hiciera cristiana. Finalmente, nos trasladamos a Jerusalén. Entonces descubrí muchas cosas sobre mi vida. Nunca había sabido qué era un judío o un musulmán antes de esto, pero aprendí rápido. Recuerdo la primera vez que visité la Ciudad Vieja de Jerusalén, y vi musulmanes por primera vez.

Quedé fascinada con su cultura. Pronto me sentí atraída por la Ciudad Vieja más y más. Hice muchas amigas allí. Asistí a una escuela cristiana que estaba ubicada primero en el lado judío de Jerusalén, pero luego fue trasladada al lado árabe. Me encontré asistiendo a la escuela con esta gente musulmana. Mi madre pronto me prohibió hacer amigos allí, o incluso hablar con los musulmanes, pues decía que ellos estaban llenos de demonios. En esa época yo era muy joven, era una adolescente, pero nunca le creí. No vi acciones demoníacas en estas personas cálidas y de buen corazón. Hice muchas amigas y me escapaba para visitarlos. Pronto mi madre me descubrió y me pegó. Me dijo que tenía demonios por estar queriendo a esta gente. Poco después, mi madre me echó a la calle.

Después de esto, viví en un internado y trabajé para pagar mis estudios. Finalmente, mi familia dejó Jerusalén para volver a Canadá. Y me dejaron sola en Jerusalén. Después de 3 años fui a Canadá a visitar a mi familia. No fueron muy hospitalarios conmigo, su propia hija. Me dijeron que un demonio me había poseído y me echaron a la calle. Me quedé en Canadá 3 meses. Me sentía sola y perdida. Regresé a Jerusalén, conseguí un trabajo en la Ciudad Vieja y me mudé allí. Trabajé para una familia árabe que me ayudó y cuidó de mí, aún más que mi propia familia.

Todos los días, me sentía atraída por el enorme y majestuoso Domo de la Roca. Iba allí y me sentaba en los jardines escuchando la llamada a la oración. Mientras observaba a los musulmanes piadosos reunirse para la oración, sentía un anhelo en mi corazón. Quería eso, esa paz que ellos parecían tener. A pesar de la Intafada, la tortura y el asesinato que sufrían a diario, tenían paz. Paz en el corazón. Vi muchas cosas horribles en Jerusalén, Cisjordania y Gaza.

¡Y escuchaba al mundo clamar por paz! Pero siempre por los mal llamados “pobres judíos”.

Casi nunca escuché un clamor por los pobres niños que trataban de defender a sus madres y hermanas de la violación y la tortura. Esta gente tiene los corazones más valientes que jamás he visto. Los niños pequeños emboscaban a los soldados que llevaban armas de fuego, usando como armas meras piedras. Espero tener un día un cuarto de su coraje. Cuando me trasladé a Canadá, conocí aquí algunos musulmanes del Líbano.

Ellos parecían capaces de responder todas las preguntas que tenía. Y si no tenían las respuestas, me decían que las encontrarían preguntándoles a eruditos del Islam. Estaba muy impresionada con esto porque ellos no temían decir “no sé”. Nunca me mentían ni trataban de engañarme. No es vergonzoso decir que tengo que preguntar. De hecho esto me prueba su honestidad y su amor por esta religión. Mucha gente me dijo que la mujer es oprimida en el Islam. Así que esta era una de mis mayores preocupaciones. De modo que les pregunté a ellos al respecto.

Me explicaron que las mujeres son preciosas, como el tesoro más valioso. También me explicaron que los hombres no son mejores que las mujeres ni las mujeres mejores que los hombres, sino que son diferentes. Diferentes en sentimientos, pensamientos y emociones, entre otras cosas. También me dijeron que en el Islam no existen los prejuicios, y que de hecho ser prejuicioso va en contra del Islam. Los musulmanes no juzgan a una persona por su color de piel, el lugar o condiciones en que nació, o si es hombre o mujer. La única forma en que una persona puede ser mejor que otra, es siendo un mejor musulmán. Y esto tiene sentido porque no podemos cambiar dónde ni cómo nacimos. Al igual que un asesino o un violador no se puede poner en el mismo lugar o plataforma que un hombre que ha hecho el bien toda su vida.

Les pedí a estas personas que me explicaran todo acerca de la lucha contra el terrorismo que está ocurriendo en este mundo. Y la respuesta que me dieron fue que hay gente que practica el Islam y hay gente que no. El problema no está en la religión, sino en la gente que desobedece la religión. Y además, no sabemos todas las circunstancias de lo que es la vida más que de la nuestra propia. Realmente no sabía cómo alguien se hace musulmán, y ellos me explicaron las creencias de los musulmanes. Y aquí están, tal como ellos me las explicaron y como han sido enseñadas a todos los musulmanes desde el primer profeta, Adán, que la paz sea con él:

1.Dios es Uno e Indivisible.

2.Dios no se parece a ninguna de Sus creaciones.

3.Dios existe sin un lugar.

4.Dios no tiene principio.

5.Dios no tiene fin.

6.Dios tiene el atributo de escuchar.

7.Dios tiene el atributo de ver.

8.Dios tiene el atributo del Kalam (hablar)

9.Dios tiene el atributo de la Voluntad.

10.Dios tiene el atributo del Poder.

11.Dios tiene el atributo del Conocimiento.

12.Dios tiene el atributo de la Vida.

13.Dios no necesita de nada ni de nadie.

Cuando uno mira la creencia del Islam, resulta lógica y obvia. Es lógico creer que solo existe Un Dios. Por ejemplo, si alguien dijera que hay dos dioses y uno de ellos quisiera a una persona muerta y el otro la quisiera viva, una persona no puede estar viva y muerta al mismo tiempo, por lo que estos denominados dioses serían débiles y todo lo débil no merece ser adorado.

Permítanme explicar la definición de perfección, puesto que cuando escuché esto, todo tuvo sentido. Perfección es algo que no cambia y que no tiene defectos ni debilidades, puesto que si algo cambia, cambia para mejor o para peor. Y si algo cambia para mejorar, significa que era malo y se hizo bueno. Nada cambia para quedarse igual. Y si algo cambia para empeorar, esto significa que ya no es perfecto. Así que Dios es perfecto. Dios no cambia. Nada que sea débil merece ser adorado. Cuando decimos que Dios existe sin un lugar, queremos decir que todo lo que no es Dios es creación. Y todas las creaciones tienen un comienzo y un posible final.

Por lo tanto, todas las creaciones necesitan a Uno que les dé su comienzo y su final. Algunas personas no piensan en la medida de las creaciones. Lugar, tiempo, luz, imaginación, pensamientos, así como todos los seres humanos y animales, son creaciones, entre muchas, muchas otras cosas. Por ejemplo, un lugar es una creación. Tiene dimensiones o un cuerpo al igual que las demás creaciones. Y ellos necesitan a Uno que les dé su forma y dimensiones. Por lo tanto, decimos que Dios existe sin un lugar antes que Dios creara un lugar, y ya que Dios no cambia, entonces Dios existe sin un lugar después que Dios creó un lugar. ¡Es totalmente lógico! De modo que esta es la creencia correcta y lógica en Dios. Y esta es la creencia de todo musulmán en este planeta sin importar dónde viva.

Cuando el Islam es practicado correctamente, es una visión hermosa. Espero haber arrojado algo de luz a aquellos que tienen preguntas sobre el Islam. También son bienvenidos a escribirme a nkhadora@direct.ca si tienen cualquier otra pregunta. Le pido a Dios que te muestre el camino correcto, o que te mantenga en el camino correcto.

Si uno quiere hacerse musulmán, es muy simple. Todo lo que necesita es decir [La ilaha il-la Al-lah, Muhammad rasul Al-lah] “Atestiguo que hay solo Un Dios (Allah), y que Muhammad es el último Profeta y Mensajero de Dios.” Uno dice esto en voz alta para escucharse a sí mismo. No tienes que ir a una mezquita para hacerte musulmán. Pero una vez seas musulmán, ve y aprende más sobre el Islam en una mezquita. Ellos estarán contentos por ti, no importa de qué lugar del mundo seas. Y ellos te ayudarán tanto como puedan.

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