Sura 96, Al Alaq (la célula embrionaria)
Descripción: Los primeros cinco versículos del capítulo 96 del Corán son los primeros versículos que le fueron revelados al Profeta Muhammad.
- Por Imam Mufti (© 2019 IslamReligion.com)
- Publicado 18 Feb 2019
- Última modificación 25 Jun 2019
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Introducción
La célula embrionaria es un capítulo mecano temprano. Sus primeras cinco aleyas son consideradas por la mayoría como las primeras del Corán que fueron reveladas, y sus demás aleyas fueron reveladas posteriormente en La Meca, cuando la oposición a la Revelación surgió entre los líderes de los Quraish. Se dice que esta revelación inicial tuvo lugar durante el último tercio del mes de Ramadán del año 610 de la era común, doce años antes de la migración hacia Medina (la Hégira) en 622, que marca el inicio del calendario islámico.
Aleyas 1 a 5: Un mandato a leer, buscar conocimiento y aprender a escribir
El evento del comienzo de la revelación tiene un significado inmenso. Con referencia a Dios, significa que Él es la fuente de todas las grandes bondades y la compasión infalible. Él es el Benevolente, el Amoroso, Quien otorga Su misericordia y beneficios sin razón alguna. En cuanto al ser humano, este evento significa que Dios le ha otorgado un honor cuya grandeza casi nunca podrá apreciar, y por la cual jamás podrá mostrar suficiente gratitud, ni siquiera si pasara toda su vida en devoción y prosternación. Este honor es que Dios lo ha notado y lo ha cuidado, estableciendo contacto con él y eligiendo a uno de los humanos como Su Mensajero para revelarle Sus palabras; que la Tierra, la morada del ser humano, se ha convertido en el receptor de estas palabras divinas, de las que todo el universo hace eco con sumisión y devoción. El gran evento especificó la fuente a la que el hombre debe recurrir para derivar sus ideales, valores y criterios.
Esta sura instruye al Mensajero de Dios, Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él), desde el primer instante de su bendito contacto con el Señor y antes de dar su primer paso para transmitir el mensaje, que lea en el nombre de Dios. La sura luego establece la fuente de aprendizaje, que es Dios. De Él aprende el ser humano cualquier secreto que se le haya revelado acerca de este universo, esta vida y él mismo.
Es Dios Quien crea, enseña y otorga Sus generosidades abundantes al ser humano. Esto implica que el hombre debe reconocer la benevolencia de Dios y estar agradecido por ella. Pero lo que realmente ocurre es algo diferente.
Aleyas 6 a 8: La naturaleza del ser humano y su olvido del Más Allá
Es Dios quien le da al hombre en abundancia y lo hace independiente. Él también lo crea, le enseña y le extiende su generoso trato. Pero los humanos en general (con excepción de aquellos protegidos por la fe) no son agradecidos por su independencia, que es posible gracias a lo que se les da. Ellos no reconocen la fuente de esta gracia, que es la misma fuente de su creación, su conocimiento y su sustento. Todos deben referirse a Dios en cada asunto, pensamiento y acción. El bueno y el malo, el obediente y el pecador, el correcto y el malhechor, el rico y el pobre, todos regresarán a Él. Incluso la persona que tiraniza cuando se cree independiente, irá a Él finalmente.
La sura establece los componentes esenciales del concepto ideológico islámico: creación, educación y honor provienen únicamente de Dios, y a Él todo regresará.
Aleyas 9 a 18: Amenaza a los transgresores
Esta sección de esta breve sura aborda una forma particularmente atroz de tiranía, la de la persona que impide que un siervo de Dios ore. Su descripción, en el estilo coránico inimitable, nos llena de asombro y consternación. Nuestra consternación se ve reforzada por la forma de expresión que toma el discurso y conversación, utilizando frases cortas que se suceden rápidamente. El efecto casi nunca puede ser producido por el lenguaje escrito ordinario.
El transgresor se supera a sí mismo asumiendo una postura aún más aborrecible al negar la verdad y darle la espalda. Por lo tanto, tenemos una escena de tiranía tratando de suprimir el llamado a la fe y la obediencia a Dios. Esto es seguido inmediatamente por una advertencia severa que esta vez es explícita. El arrastre es por el mechón, la parte de la cabeza que levanta el tirano engreído.
Aleya 19: Consolación para el Profeta Muhammad
A la luz de este destino aterrador para los incrédulos, la sura finaliza con una instrucción a los siervos obedientes de Dios de perseverar y seguir el camino de la fe. No obedezcan a ese tirano que trata de impedirles su devoción y la transmisión de su mensaje. Prostérnense ante su Señor y acérquense a Él a través de la adoración y la obediencia. En cuanto al tirano, déjenlo en manos de los guardianes del Infierno, que con seguridad le darán lo que merece.
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