Oved ben Aharon, exjudío, Estados Unidos (parte 3 de 4)
Descripción: 25 años de reflexión y evaluación de la comunidad judía y de su tradición, y estudios profundos dentro de las Yeshivas de Jerusalén, llevaron finalmente a Oved hacia el Islam. Tercera parte: Dejar el exilio y regresar a Dios.
- Por Oved ben Aharon
- Publicado 07 Aug 2017
- Última modificación 07 Aug 2017
- Impreso: 19
- Visto: 6,630 (promedio diario: 2)
- Clasificado por: 0
- Enviado por email: 0
- Comentado: 0
Alcanzar el éxito material mientras se mantiene la participación cultural es el Santo Grial del judío verdaderamente comprometido con el judaísmo frumkeit. Mientras más extremo sea en ambos lados (más participación cultural con más éxito financiero) mejor. Por ejemplo, ser observante del Sabbath es bueno, pero ser observante del Sabbath y profesional exitoso que hace a un lado sus negocios para observar el Sabbath es algo especialmente notable. Estar desempleado y observar el Sabbath no se reconoce como piedad, aunque la humildad y la lealtad inquebrantable a Dios, a pesar de la falta de bienestar material, es probablemente el sello mismo de la piedad, como lo ejemplificó el Profeta Iyov (Job). El objetivo es un profesional observante del Sabbath. Incluso hay libros para guiar a la persona hacia ese objetivo, como, por ejemplo, El plan Meister: Receta médica para la seguridad financiera y el éxito en el aprendizaje, disponible en Artscroll.com. Nótese que la descripción del libro hace cero referencias a Dios (la Presencia Divina que desapareció hace más de 2.500 años) y solo describe el método del autor para equilibrar el texto de la Torá con la seguridad financiera. ¡La única piedra angular faltante para el profesional observante del Sabbath es mudarse pronto a Israel! La mayoría de los judíos estadounidenses tienen un amigo o pariente exitoso que se ha mudado o retirado a Israel, y que se pone a sí mismo como ejemplo para exigir que todos los demás también hagamos Aliyah (nos elevemos) trasladándonos a la patria. Sin embargo, gracias a demasiados judíos idealistas (es decir, no muy financieramente seguros) que se han mudado a Israel, el PIB de Israel (y, por lo tanto, nuestro estatus de elegidos) se está viendo perjudicado. Por fortuna, ahora tenemos una solución a ese problema, el nuevo libro de Feldheim: Guía financiera a la Aliyah y la vida en Israel.
Lamentablemente, estos libros no son suficientes para proteger nuestra condición de personas comprometidas y financieramente seguras, así que una de mis amigas que buscaba unirse a la tribu fue detenida en la puerta y se le negó el acceso, debido a que carece del aura de un miembro potencialmente pudiente. Ella es la única excepción que mencioné antes, quien verdaderamente siente una conexión con el Dios de Israel, confía en Él y quiere unirse a lo que ella cree que es Su pueblo. Ella ha sido devota durante siete años, pero no puede pagar para que un rabino le devuelva la llamada. Cuando el rabino uno la envió con el rabino dos, se le informó que si quería continuar con su "conversión" tenía que pagar una cuota de aprendizaje de más de 1.000 dólares. Ahora trabaja para el rabino tres y no se ha dado por vencida. En contraste, las puertas de entrada a la tribu se abren rápido y ampliamente para los pudientes o los que pronto lo serán, como, por ejemplo, la hija de Donald Trump y una persona que identificaré como Doña Ploni. Doña Ploni asistió de manera esporádica a la sinagoga, no hizo ningún esfuerzo por observar el Sabbath ni por adquirir conocimiento del judaísmo, pero recibió un proceso rápido de conversión y fue admitida en solo seis meses. La diferencia entre Doña Ploni y mi amiga es que Doña Ploni estaba en la industria de la salud y estaba comprometida con un médico judío, ya era exitosa, por lo que encajaba con la imagen ideal del descendiente de Abraham que debemos mostrar para mantener nuestro estatus como nación elegida (ya que no podemos señalar a la Presencia Divina).
La "vida observante" judía ha sido reconocida como problemática por el presidente de la Unión Ortodoxa, rabino Richard Joel, quien en una introducción a la revista Acción Judía hace algunos años, afirmó que hoy en día solo el 10% de los judíos ortodoxos pueden permitirse ser o mantenerse observantes (cumplidores de las normas judías). Sin embargo, él lamentablemente no entendió el punto, pues identificó el problema como la necesidad de hacer más asequible la observancia para los judíos que no son pudientes. El rabino Joel no logra reconocer que la observancia judía en la actualidad hace énfasis en lo exterior, y que depende mucho de la afluencia financiera. La accesibilidad está totalmente fuera de la ecuación. Cuando se levantó el Templo, todos los judíos pagaron la misma cantidad por su mantenimiento (medio shekel), y quienes eran pobres no quedaban excluidos de los sacrificios, ya que sus ofrendas eran pájaros, y en los festivales recibían la carne de las ofrendas de los demás. ¿La comunidad actual está ayudando a los menos favorecidos a vivir dentro de un Eruv para que puedan participar más (si es que lo hacen) en Sabbath? ¿Los niños judíos son excluidos de la escuela diaria o de la escuela hebrea si sus padres no pueden pagar la matrícula? ¿Los donantes anónimos a las federaciones judías son tratados como más meritorios (como los considera la Halachah) que aquellos que quieren que sus nombres sean vistos como "pilares", etc.? Estos problemas de la comunidad van más allá de tratar de mantenerse al día con los Cohens.
Después de 25 años de reflexión, evaluación de la comunidad judía y de nuestra tradición, e incluso de estudios profundos dentro de las Yeshivas de Jerusalén, he llegado a varias conclusiones. Una de esas conclusiones establece un rumbo que jamás pensé que tomaría. Parte de esa conclusión es que el Tercer Templo ya está construido. Específicamente, las paredes de cerámica del Haram Ash-Sharif (la Noble Montaña, el Domo de la Roca) con paredes que salieron del fuego, es a lo que el Talmud (en el tratado Berachos) se refiere cuando habla de paredes de fuego. Como me han hecho notar mis amigos anteriormente, la comunidad judía se encuentra actualmente en su exilio más largo de la historia. Por numerosas razones, he concluido que este exilio jamás terminará, como Dios nos lo dejó claro con Su mezquita en la montaña de fuego, la que Él no tiene intención de remover. La palabra fuego puede ser leída de manera literal, o como implícita o derivada. Con base en la duración de nuestro exilio, y por razones que estaré feliz de exponer si no las relato más adelante, estoy confiado en que las paredes de cerámica del Domo existente, derivadas del fuego, y entre los únicos materiales del mundo capaces de soportar el fuego, son verdaderas paredes de fuego que debemos abrazar en lugar de querer derribar. Este es mi anuncio formal de que fui a Jerusalén a la Yeshiva para convertirme en rabino, pero en lugar de eso tuve experiencias y revelaciones que me llevan hoy a declarar que soy musulmán. Declaro firmemente que no existe deidad excepto Al‑lah, y que Muhammad es Su Profeta.
Jamás olvidaré el día en que fui con algunos amigos a daven neitz en el Muro de los Lamentos, para hacer las oraciones de la mañana al amanecer, y durante las oraciones fui interrumpido por un compañero judío que me pidió Tzedakah (limosna). Le di las monedas que tenía en mi bolsillo y que tenía intención de dar más adelante. Me las devolvió y me pidió que le diera "billetes". No solo me interrumpió en un momento inapropiado (durante Shemoneh Esrei y no en los salmos anteriores, cuando se reserva dinero para caridad), sino que rechazó mi caridad y me pidió más. Cuando dejé la ciudad antigua para ir a una pizzería de camino a casa, vi a poca distancia a una mujer musulmana sentada con su mano extendida sin interrumpir a nadie, sin hablar con nadie, solo sentada. Vi a incontables compañeros judíos pasar al lado de ella sin siquiera reconocer su existencia. Me negué a hacer lo mismo y le di las monedas que aún tenía. Ella lloró y me dio las gracias en árabe. El mismo día, literalmente el mismo día, fui a una tienda árabe para comprar jugo, ya que las tiendas judías estaban cerradas en preparación para el Sabbath. Dejé accidentalmente algunos billetes en el mostrador de la tienda, y la única razón por la que sé que hice eso es porque el hijo del propietario me persiguió por varias calles para devolvérmelos. Ese Shabbat pensé largo y tendido acerca del comportamiento de mis compañeros judíos y en el de los demás descendientes de Abraham, mis primos ismaelitas que eran agradecidos y honestos.
Ese día en Jerusalén se ha convertido en muchos días de observación del mismo comportamiento, tanto en Israel como en los Estados Unidos. Eso debería hacer a todo judío preguntarse: "¿Por qué los árabes son conocidos por su hospitalidad, y los judíos por su astucia?".
Agregar un comentario