Reflexiones filosóficas (parte 4 de 5)
Descripción: Esta serie de artículos proporciona un marco conceptual para responder las “grandes preguntas” relacionadas con nuestra existencia. La cuarta parte nos recuerda que pensar en la muerte es la fuerza impulsora detrás de las reflexiones acerca de las cuestiones que realmente importan, y da inicio a la discusión sobre el proceso de pensamiento que debe utilizarse para alcanzar las conclusiones correctas.
- Por Hamza Andreas Tzortzis
- Publicado 25 Apr 2016
- Última modificación 25 Apr 2016
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Muerte
"Toda alma probará la muerte". (Corán 21:35)
"La muerte los alcanzará donde quiera que se encuentren, aunque se refugien en
fortalezas inexpugnables". (Corán 4:78)
La muerte es algo en lo que nosotros, como seres vivos, no nos gusta pensar. Nos hace darnos cuenta en nuestro interior de que todo lo que hemos logrado alcanzar y construir en este mundo ya no va a ser más. De manera significativa, nos despierta al hecho brutal de que no existiremos ya más en el planeta. Ha habido muchos filósofos sobre la muerte; por ejemplo, los pensadores han discutido que la muerte es una interrupción de la vida, como el sueño o una enfermedad, solo que permanente. Otros explicaron que la muerte debe ser considerada parte de la vida, algo a lo que toda persona debe llegar a fin de vivir bien, parte de lo que está involucrado en la aceptación de nuestra finitud. Algunos pensadores afirmaron que la muerte debe considerarse como una transición de esta vida hacia otra vida, la vida eterna de felicidad o de dolor.
Sea cual sea nuestra opinión acerca de la muerte, una cosa en la que todos podemos estar de acuerdo es que es algo en lo que no pensamos lo suficiente. Esto puede sonar morboso, pero hay un valor profundo en reflexionar sobre la muerte, que da lugar a que nos demos cuenta de que todos somos seres humanos con una vida breve. Nuestros egos ya no se verán tan importantes, nuestros apegos y deseos por el mundo material son puestos en perspectiva y nuestras vidas son cuestionadas, y todo ello es una fuente de gran beneficio, como dijo el teólogo y filósofo del siglo XI Al Ghazali: "…en el recuerdo de la muerte hay recompensa y mérito". Contemplar la muerte nos hace pensar y nos da esa ventana en nuestras vidas para reflexionar realmente sobre la naturaleza efímera de nuestra existencia.
A la luz de la muerte, ¿cómo deberíamos ver la vida? ¿Qué nos dice acerca de la importancia que le atribuimos a las cosas, y como le da sentido a nuestra existencia? Si vemos la vida a través del lente de la muerte, parece que nos encontramos en un espacio emocional e intelectual donde realmente podemos evaluar nuestra situación en este planeta. ¿Cómo llegamos a existir? ¿Qué debería estar haciendo aquí? ¿A dónde voy? La muerte es la fuerza impulsora detrás de esas preguntas críticas, porque en el momento en que reconocemos que esta vida es corta y que vamos a dar nuestro último aliento cualquier día, eso nos pone todo en perspectiva.
Así que, reflexionemos sobre la muerte: imagina que estás aquí en este momento y al siguiente ya no estarás nunca más. Probablemente has experimentado el fallecimiento de seres queridos, ¿cómo te sentiste? ¿No hubo una sensación de soledad, vacío y falta de apego a las cosas que solías tomarte muy en serio? Ahora, si fueras a probar la muerte en este mismo instante, como lo hará todo ser humano, ¿eso qué significaría para ti? ¿Qué te hubiera gustado hacer de forma distinta si tuvieras la oportunidad de volver atrás? ¿Qué pensamientos e ideas tomarías más en serio? ¿Y cuál sería tu perspectiva si pudieras volver a vivir tu vida una vez que hubieras experimentado la realidad trágica de la muerte?
Lo triste acerca de la muerte es que no podemos volver para cambiar nuestras perspectivas ni para pensar sobre la vida ni para desaviar nuestro punto de vista y separarnos de la naturaleza vacía de la vida mundanal. Lo bueno, sin embargo, es que podemos reflexionar profundamente sobre la muerte y, lo mejor de todo, es que podemos hacer esos cambios ahora, en este mismo instante.
Pensamiento
"… para gente que reflexiona". (Corán 10:24)
"… Y [Dios] enseñó a Adán los nombres de todas las cosas…". (Corán 2:31)
"¿Acaso no van a razonar?" (Corán 6:32)
"¿Acaso no reflexionan sobre sí mismos?" (Corán 30:8)
¿Cómo deberíamos pensar? ¿Cómo podemos entender el mundo que nos rodea? ¿Qué métodos debemos utilizar para obtener una verdadera comprensión del mundo? Estas preguntas han intrigado las mentes de muchos grandes pensadores a lo largo de la historia. Nuestra tradición humana está llena de debates y discusiones tratando de hallar las respuestas. Personajes como Locke, Hume, Kant y muchos otros han tratado de dar respuestas y arrojar luz sobre el eterno debate con respecto a nuestro entendimiento del mundo. Algunos de estos pensadores, como Locke, afirmaron que nuestro conocimiento del mundo está limitado a nuestras percepciones, es decir, el conocimiento depende de nuestra experiencia sensorial, lo que se conoce en epistemología como a posteriori, y que forma la tradición empírica en la filosofía.
Locke argumentó que nuestras mentes son una hoja en blanco, una tabla rasa esperando ser escrita por nuestra experiencia. Otros pensadores como Leibniz afirmaron, en su Nouveax Essais sur l’entendement humain, que los seres humanos tenemos conceptos e ideas que son necesarios para entender el mundo que nos rodea, lo que significa que el conocimiento puede ser obtenido de manera independiente a la experiencia sensorial, lo que se conoce como a priori en epistemología, y forma la tradición racionalista en la filosofía. La opinión de Leibniz parece ser una posición más fuerte pues tiene más sentido; sin embargo, algunos filósofos y científicos niegan esto y afirman que no pueden pensar en ningún ejemplo de cosas que puedas saber sin la experiencia sensorial. Eso no es cierto, podemos tomar los siguientes ejemplos en consideración:
·Los círculos no tienen esquinas.
·4+4 = 8.
·El tiempo es irreversible.
·Todo lo que tiene un inicio para su existencia, tiene una causa.
·El todo es mayor que su mitad (¡solo come media manzana!).
·La causalidad
Tomemos la causalidad como un ejemplo para ilustrar que no podemos confiar solo en la experiencia sensorial. La causalidad puede ser conocida sin experiencia debido a que la llevamos a toda nuestra experiencia, en lugar de que nuestra experiencia nos la brinde a nosotros. Es como ponerse unas gafas de color amarillo, todo se ve amarillo no porque así sean las cosas que hay en el mundo, sino debido a los cristales a través de los cuales estamos observando las cosas. El argumento de que esto es solo una suposición no es cierto, ya que sin la causalidad no seríamos capaces de tener el concepto del mundo real, y no entenderíamos nuestra experiencia sensorial. Tomemos el siguiente ejemplo en consideración: imagina que estás mirando la Casa Blanca en Washington D. C. Tus ojos pueden pasar de la puerta a los pilares, y a continuación a la azotea y finalmente al jardín frontal. Contrasta esto ahora con otra experiencia, estás en el río Támesis en Londres y ves pasar un bote. ¿Qué dicta el orden en que tienes estas experiencias? Cuando miras a la Casa Blanca tienes la opción de mirar la puerta primero y luego los pilares, etc. Sin embargo, con el bote no tienes opción ya que el frente del bote es lo primero en aparecer.
El punto aquí es que no habrías podido ser capaz de hacer la distinción de que algunas experiencias son ordenadas por ti mismo y otras son ordenadas independientemente, a menos que tuvieras la idea innata de la causalidad. En ausencia de causalidad, nuestra experiencia sería muy diferente de como es, sería solo una secuencia única de experiencias, una cosa tras otra.
Así que parece que la forma correcta de formar conclusiones es utilizando nuestras ideas innatas y las experiencias del mundo a nuestro alrededor; en otras palabras, utilizando el pensamiento racional o lo que algunas personas llaman "la razón". Confiar solo en nuestra experiencia del mundo material no es suficiente como método de pensamiento, ya que no sería capaz de confirmar verdades políticas, verdades morales, verdades matemáticas, verdades lógicas, y no olvidemos mencionar una verdad fundamental como la causalidad.
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